La junta golpista quema y destruye la histórica iglesia de la Asunción en Chan Thar
de Francis Khoo Thwe

El templo, construido en 1894, tenía un valor histórico "inestimable" tanto para los católicos como para quienes no lo son. Antes de prenderle fuego, los soldados lo ultrajaron bebiendo y fumando en su interior. En la zona, católicos y budistas han convivido en armonía durante siglos. El año pasado, la aldea fue atacada cuatro veces por las milicias sin que hubiera enfrentamientos ni provocaciones.


Yangon (AsiaNews) - La junta militar birmana emprendió un nuevo ataque contra los católicos de Birmania incendiando uno de los lugares de culto más antiguos e importantes del país. En la mira de los militares estaba la histórica iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, en la aldea de Chan Thar, Ye U, distrito de Shwe Bo, división de Sagaing. Fue construida en 1894 y contaba ya con 129 años de vida. En su interior fue bautizado quien sería el primer obispo birmano.

Una nueva herida para la minoría religiosa, después de que dos aviones de combate de las fuerzas aéreas llevaran a cabo una incursión en el estado de Karen en los últimos días, destruyendo una iglesia y matando a cinco personas, entre ellas un niño.

La primera presencia católica en la zona, que remite a la diócesis de Mandalay, se remonta a unos 500 años. El propio pueblo de Chan Thar surgió y se desarrolló gracias al trabajo de los descendientes de los católicos portugueses que lo habitaron durante siglos. Desde el golpe militar de febrero de 2021 que derrocó al gobierno democrático dirigido por Aung San Suu Kyi (actualmente detenida) y devolvió el poder al ejército, los soldados ya han atacado la zona en cuatro ocasiones. Muchos, dentro y fuera del país, consideran la iglesia un "lugar histórico de valor inestimable".

En el pueblo siempre ha habido una población predominantemente católica, repartida en 800 casas en estrecho contacto y armonía con dos centros budistas vecinos. El año pasado, los militares incendiaron las casas de Chan Thar el 7 de mayo y una segunda vez un mes después, el 7 de junio de 2022, y destruyeron 135 edificios. El tercer asalto tuvo lugar el 14 de diciembre, justo antes del comienzo de las celebraciones navideñas; el último fue hace unos días, el 14 de enero de 2023, cuando los hombres del Tatmadaw (Fuerzas Armadas) arrasaron y quemaron casi todas las viviendas.

Fuentes locales, bajo condición de anonimato, informan de que los soldados atacaron e incendiaron "sin motivo aparente", porque no se estaban produciendo enfrentamientos ni combates en la zona, y sin ninguna provocación. Los soldados estaban apostados en la zona frente a la iglesia desde la noche del 14 de enero y, antes de retirarse, llevaron a cabo una "atrocidad" al prender fuego al edificio y "quemar por completo" la iglesia, la casa del párroco y el centenario convento de las monjas, que se derrumbó después de quedar envuelto en llamas.

La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción era motivo de orgullo para los católicos de la Alta Birmania no sólo por su tradición secular, el bautismo del primer obispo y el nacimiento de otros tres arzobispos y más de 30 sacerdotes y monjas. El templo era de hecho un patrimonio histórico y cultural para todo el país, incluidos los budistas, y prueba de ello es el clima de colaboración fraterna que se estableció entre las distintas comunidades. La iglesia, el campanario y otros edificios fueron destruidos en la mañana del 15 de enero. Según reveló un testigo presencial, los soldados del gobierno también "ultrajaron" el carácter sagrado del lugar "saqueando, bebiendo alcohol y fumando" en su interior.

En respuesta al ataque, varios sacerdotes birmanos difundieron en las redes sociales sus peticiones para rezar por el país y por la propia comunidad cristiana. Por otra parte, no ha habido declaraciones ni comunicados oficiales de la arquidiócesis de Yangón ni del Card. Charles Bo. En su mensaje a los fieles publicado hace unos días con motivo del Año Nuevo, el cardenal había declarado enero "mes del alto el fuego", dirigiéndose a todas las partes -incluidos los militares- para pedirles que "silencien sus armas" y "crean en una solución pacífica". Destacó el valor del "diálogo" en la resolución de conflictos y pidió la reanudación del proceso de paz de Panlong. Un llamado que, como podemos ver estos días, ha caído en saco roto por parte de Naypyidaw.