Papa: 'dolor' por la destrucción de la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en Myanmar

En la homilía de la misa solemne del domingo de la Palabra de Dios, Francisco afirmó que una Iglesia de corazón "estrecho" es una "maldición". Jesús "peregrino" amplía las fronteras. Envió su saludo por el Año Nuevo Lunar y "cercanía espiritual" a aquellos que están pasando por pruebas; oración por Ucrania y su pueblo que "sufre tanto". En el Ángelus explicó que la "llamada" es el momento "decisivo" para todo cristiano; hace falta "coraje para abandonar" la vida tranquila y abrirse "a lo imprevisible".

 


Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Con dolor, mi pensamiento se dirige en particular a Myanmar, donde han incendidiado y destruido la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción en la aldea de Chan Thar, uno de los lugares de culto más antiguos e importantes del país", dijo hoy el Papa Francisco en el Ángelus, haciendo referencia a la violencia de la junta militar [aunque sin nombrarla directamente] contra "la población civil indefensa" que "en muchas ciudades está sometida a duras pruebas". “Quiera Dios que este conflicto termine pronto y comience un nuevo tiempo de perdón, amor y paz”, manifestó. A continuación el Papa invitó a rezar un Ave María por ese país.  Anteriormente había expresado "votos de paz" para todos aquellos "que celebran el Año Nuevo lunar en el Extremo Oriente y en varias partes del mundo, pero también "cercanía espiritual a todos los que atraviesan momentos de prueba provocados por la pandemia del coronavirus". Que “la amabilidad, la sensibilidad y la armonía en las familias” puedan impregnar “nuestras relaciones familiares y sociales”. Al concluir la oración mariana, recordó a Camerún, Perú y la "martirizada Ucrania" y su pueblo "que tanto sufre", para los que invocó la paz.

Pero éste es también, y sobre todo, el domingo de la Palabra de Dios, y el Papa hizo una dura advertencia: "Que no nos suceda -dijo- profesar la fe en un Dios de corazón ancho y ser una Iglesia de corazón estrecho", porque esto sería una verdadera "maldición". “La salvación es para todos”, incluso para los más “alejados y perdidos”, recordó el Papa y el anuncio se convierte en “la principal urgencia de la comunidad eclesial". “Aprendemos de Jesús -continuó- a poner la Palabra en el centro, a ensanchar nuestras fronteras, a abrirnos a las personas, a generar experiencias de encuentro con el Señor, sabiendo que la Palabra de Dios no se cristaliza en fórmulas abstractas y estáticas, sino que conoce una historia dinámica hecha de personas y de acontecimientos, de palabras y de acciones, de progresos y tensiones”.

Centrando la atención en los temas del dinamismo, la conversión y el anuncio, el Papa Francisco celebró la misa dominical de la Palabra de Dios -que él mismo estableció, con el Motu Proprio Aperuit Illis el 30 de septiembre de 2019, en el tercer domingo del Tiempo Ordinario-, en el que este año se lee un pasaje del Evangelio de Juan: "Os anunciamos lo que hemos visto". Durante la misa, se confirió por primera vez el ministerio de Lectorado y Catequista a un grupo de laicos y laicas formado por fieles provenientes de Filipinas, Congo y México para simbolizar la Iglesia universal. El  Papa ha elegido el tercer domingo del tiempo ordinario, en el marco de la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos y muy cerca de la Jornada de Diálogo entre judíos y católicos.

Francisco comenzó su homilía haciendo referencia a la decisión de Cristo de abandonar una vida tranquila en Nazaret para estar "siempre en movimiento" e e invitó a captar su "dinamismo" para dar testimonio de la palabra de Dios "a todos". Jesús, advirtió, no es un "un doctor sentado en una cátedra; al contrario, lo vemos como itinerante, lo vemos peregrino, recorriendo pueblos y aldeas, encontrando rostros e historias" y así "ensancha las fronteras" porque la Buena Noticia "no está destinada sólo a los justos de Israel, sino a todos".

Después Francisco se refirió a segundo aspecto: "la Palabra de Dios, que se dirige a todos, llama a la conversión". Es una Palabra que “nos sacude, nos inquieta, nos apremia al cambio, a la conversión”, que nos pone en crisis porque “está viva”. “Como una espada, la Palabra penetra en la vida, haciéndonos discernir -advirtió- los sentimientos y pensamientos del corazón, es decir, haciéndonos ver cuál es la luz del bien a la que hay que dar cabida y dónde en cambio se adensan las tinieblas de los vicios y pecados que hay que combatir". Y este, señaló "es el camino que nos muestra la Iglesia" para permanecer "unidos bajo la autoridad de la Palabra de Dios".

En su homilía, el Papa enumeró luego el segundo aspecto: "la Palabra de Dios, que se dirige a todos, llama a la conversión". Una palabra que “nos sacude, nos incomoda, nos provoca al cambio, a la conversión”, que nos pone en crisis porque “vive”. “Como una espada, la Palabra penetra en la vida, haciéndonos discernir -advierte- los sentimientos y pensamientos del corazón, es decir, haciéndonos ver cuál es la luz del bien a la que hay que dar espacio y donde en cambio la oscuridad de los vicios y pecados para ser combatidos reúne". Y este, precisa, "es el camino que nos ha indicado el Concilio" permaneciendo "unidos en la única Iglesia de Cristo".

Nell’omelia il papa ha poi elencato il secondo aspetto: “la Parola di Dio, che è rivolta a tutti, chiama alla conversione”. Una parola che “scuote, ci scomoda, ci provoca al cambiamento, alla conversione”, che mette in crisi perché “viva”. “Come una spada la Parola penetra nella vita, facendoci discernere - avverte - sentimenti e pensieri del cuore, facendoci cioè vedere qual è la luce del bene a cui dare spazio e dove si addensano invece le tenebre dei vizi e dei peccati da combattere”. E questa, precisa, “è la strada che ci ha indicato il Concilio” rimanendo “uniti nell’unica Chiesa di Cristo”. 

El tercer y último tema es un llamado a la tarea del anuncio, que no se lleva a cabo por proselitismo sino por atracción. A orillas del lago de Galilea, cuando Jesús llama a Simón y a Andrés, los convierte en "pescadores de hombres". El dinamismo de la Palabra "atrae hacia la 'red' del amor del Padre" y nos convierte en apóstoles "que sienten el deseo irreprimible de subir a la barca del Reino a todos los que encuentran". Por último el Papa agradeció a todos los que llevan el anuncio, y recordó que “nuestra misión es convertirnos en buscadores del que está perdido, de quien se siente oprimido y desanimado, no para llevarles a nosotros mismos, sino el consuelo de la Palabra, el anuncio impetuoso de Dios que transforma la vida”.

Después de la misa, cuando introdujo el Ángelus, el pontífice profundizó en el pasaje evangélico de la llamada de los primeros discípulos, en el que les dirige una invitación directa: "¡Vengan conmigo!". "Dejar para seguir" es el método que utiliza Jesús, y que nos coloca frente a una decisión que constituye el "momento decisivo para todo cristiano" porque "aquí se juega el sentido de todo lo demás. Si no se encuentra la valentía de ponerse en marcha, se corre el riesgo -advirtió el Papa- de quedarse como espectadores de la propia existencia y de vivir la fe a medias". Por eso seguir a Cristo requiere "la valentía de dejar atrás" no sólo los vicios y los pecados, sino también "los miedos, los cálculos egoístas, las garantías". Como ejemplo, Francisco citó la decisión de "una familia joven, que deja una vida tranquila para abrirse a la impredecible y hermosa aventura de la maternidad y de la paternidad" o "un médico o un profesional de la salud que han renunciado a mucho tiempo libre para estudiar y prepararse, y ahora haceel bien dedicando muchas horas del día y de la noche, muchas energías físicas y mentales a los enfermos.