Batnaya: más allá de Isis, el renacimiento del convento dominico 'signo de vida y esperanza'

El obispo caldeo de Alqosh presidió la inauguración del convento y la guardería anexa para niños, arrasados por los yihadistas y reconstruidos gracias al esfuerzo de ONG internacionales. Una obra que va más allá de "las piedras y ladrillos", y es símbolo de una comunidad que quiere volver a empezar. El llamamiento a los que han emigrado, para que regresen a su tierra.

 


Bagdad (AsiaNews) - Una reconstrucción que va más allá de las "piedras y ladrillos", que es signo de "vida y esperanza" para toda una comunidad. Así describe Mons. Paolo Thabit Mekko, obispo caldeo de Alqosh (en el Kurdistán iraquí),  el renacimiento de un convento en un pueblo de la llanura de Nínive, destruido por las milicias del Estado Islámico (IS, antes Isis) durante el dominio yihadista de la región, entre el verano de 2014 y 2016. Es el convento de San José de las hermanas dominicas y la guardería anexa para niños, que se encuentran en Batnaya, recientemente reconstruidos gracias al compromiso y financiación de la ONG católica Ayuda a la Iglesia que sufre (ACN). El prelado presidió la inauguración el 18 de diciembre pasado.

Durante mucho tiempo Mons. Mekko fue párroco en la llanura de Nínive y estuvo en primera línea para ayudar a los cientos de miles de refugiados que huían de los hombres del califato. Testigo presencial de la devastación que estos provocaron, invitó sin embargo a tener "confianza" en la "reconstrucción". Ya sea de un edificio simbólico como de toda la comunidad, es el "signo de la fe" y las religiosas dominicas "son un ejemplo", agregó mons. Mekko.

El convento es un signo de nueva vida en una zona donde los militantes han destruido altares, decapitado estatuas y manchado las paredes de iglesias y casas con símbolos y mensajes anticristianos. "Batnaya se convirtió en una ciudad fantasma cuando se fue Daesh y algunos se preguntaban si alguna vez volvería a prosperar", cuenta la directora nacional de ACN en el Reino Unido, Caroline Hull, quien recientemente visitó partes de la Llanura de Nínive. Sin embargo, añade, “el nuevo convento de las hermanas es una señal de que el cristianismo puede recuperarse y tener futuro”.

Batnaya fue un importante centro cristiano de la llanura antes de la llegada de Daesh (acrónimo árabe del Estado Islámico). Hasta 2014 vivían en la zona cerca de 5.000 personas, en su mayoría católicos caldeos, pero con el ascenso de los milicianos islamistas en el verano de ese año, huyeron buscando refugio en el Kurdistán iraquí. Tres años después el EI fue derrotado militarmente, pero la reconstrucción de toda la zona se demora por falta de recursos, el miedo que sigue vivo y el éxodo de muchos habitantes que han preferido emigrar hacia las comunidades de la diáspora en América del Norte, Australia y Europa. También retrasan el trabajo de reconstrucción las trampas explosivas diseminadas y un vasto sistema de túneles subterráneos creados por Daesh.

Entre los que han decidido quedarse están las religiosas dominicas, que en 2017 se mudaron temporalmente a una casa que les puso a disposición un cristiano de Telskuf, siempre en la llanura, y ahora han vuelto al convento cuando terminaron las reformas. En nombre de las religiosas, la hermana Huda Sheto agradeció a todos los que habían contribuido al renacimiento de la comunidad y afirmó el compromiso de servir a la comunidad cristiana a nivel material y espiritual, incluyendo la educación de los niños en la guardería.

Mons. Mekko, por su parte, señaló que "la presencia de las hermanas [...] es una señal de aliento para que toda la gente vuelva" a sus casas. “Los cristianos en Irak -añade- tenemos una herida profunda, esa herida hay que curarla con la fe”, que consiste precisamente en “reconstruir”. Al terminar el prelado alentó a regresar a todos los que han emigrado, porque “su nombre y su identidad están en Batnaya, sus raíces están en Batnaya y no en los lugares de emigración”.