Las autoridades destruyen sitios religiosos budistas en zonas autónomas tibetanas, afirma Free Tibet. Operaciones que recuerdan a las represiones maoístas de 1966-1976. Los que protestan contra las demoliciones son detenidos y torturados. Los tibetanos hablan de "genocidio cultural". Discriminación también en el ámbito de la salud en la lucha contra Covid-19.
Beijing (AsiaNews) - Sitios religiosos destruidos y protestantes perseguidos en lo que parece ser una "segunda" Revolución Cultural. Esta es la queja que presentaron a Free Tibet los residentes del condado de Drago, en la prefectura autónoma tibetana de Kardze (Sichuan).
La nueva oleada de represión por parte de las autoridades contra elementos de la cultura budista local se desencadenó en octubre de 2021, afirma la organización humanitaria basándose en testimonios directos, fuentes abiertas, informes de medios de comunicación locales e imágenes satelitales.
Entre las diversas estructuras sagradas destruidas en Drago se encuentran tres enormes estatuas de Buda. Según Free Tibet, en el periodo examinado (hasta junio de 2022), la policía detuvo, golpeó y torturó a 10 tibetanos del condado por oponerse a las demoliciones.
Los detenidos son llevados a un nuevo centro extrajudicial para ser sometidos a sesiones de "reeducación política".
Radio Free Asia informó ayer de que en agosto las fuerzas de seguridad detuvieron a un escritor tibetano de 30 años acusándolo de contactarse con exiliados en el extranjero. En la represión en curso, las autoridades suelen tomar como objetivo a las personalidades culturales tibetanas más conscientes de los ataques a la libertad personal y religiosa en el Tíbet histórico.
Se acusa al régimen chino de querer borrar la cultura y la identidad tibetanas. En la región autónoma del Tíbet y en las demás zonas habitadas por tibetanos en las provincias de Gansu, Sichuan, Qinghai y Yunnan, se está produciendo lo que el Dalai Lama define como un "genocidio cultural".
Durante la Revolución Cultural (1966-1976), las persecuciones maoístas causaron cerca de dos millones de muertos. Entre las víctimas había muchos tibetanos, por no mencionar la destrucción de sus lugares sagrados.
La discriminación de los tibetanos se extiende al ámbito de la salud en la lucha contra el Covid-19. Según la International Campaign for Tibet, el elevado número de ancianos tibetanos que murieron a causa del virus se debe también a que se los excluyó de la tercera dosis de vacunación a principios de 2022.
En octubre, un mes antes de las manifestaciones que desembocaron en la suspensión de la política de Cero-Covid de Xi Jinping, los tibetanos habían salido a las calles de Lahsa para protestar contra las estrictas restricciones sanitarias impuestas por el gobierno central, que se caracterizaron por los confinamientos continuos e hisopados masivos. Fueron las primeras manifestaciones desde la revuelta de 2008, reprimida a costa de sangre y muertos.
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