Justicia. Herzog ataca (una vez más) una reforma de 'pesadilla', incluso para la economía

Dura intervención del presidente contra una ley que considera opresiva, nociva y para ser archivada. Necesitamos un texto compartido, en cuya elaboración se está trabajando entre bastidores. Ben Gvir expulsa al jefe de policía de Tel Aviv que es demasiado blando con los manifestantes. Netanyahu en Roma aplaude las palabras del jefe de Estado. La fuga de empresas tecnológicas, preocupadas por la estabilidad del país.

 


Jerusalén (AsiaNews) - Opresiva, perjudicial para la democracia, se debe archivar de inmediato para abrir una verdadera mesa de discusión que elabore una ley marco, fruto de la mediación y basada en el consenso de todas las partes. Con un discurso aún más duro que el anterior, tanto en la forma como en los contenidos, a última hora de la tarde de ayer el presidente israelí, Isaac Herzog, volvió a pronunciarse sobre la polémica reforma de la Justicia promovida por el gobierno de Benjamín Netanyahu y que ya está siendo examinada por la Knesset y las comisiones parlamentarias. El proyecto ha desencadenado una crisis de "pesadilla", advierte el jefe de Estado, que corre el riesgo de socavar los cimientos mismos sobre los que se asienta el país, aunque las conversaciones que tienen lugar entre bastidores para elaborar un texto compartido permiten albergar esperanzas.

En un discurso a la nación de tonos fuertes y graves, Herzog subrayó que la reforma elaborada por el Ejecutivo con el propósito de debilitar al Poder Judicial es un "desastre" y una "pesadilla". Luego recordó que es deber de quienes dirigen la nación evitar que el país sea arrastrado a un abismo social y constitucional, atacando directamente -y por primera vez- a una facción política bien definida. El presidente habló luego de las "discusiones" en curso con ambas frentes, para encontrar un acuerdo sobre los temas que son fuente de controversia y división, y redactar un texto final que se someterá a la aprobación de la Knesset para sustituir el actual.

La intervención de Herzog está relacionada con la aceleración que impuso el gobierno a los tiempos de aprobación de la polémica reforma. En efecto, la coalición pretende implementar la próxima semana una primera parte del texto reformado, sin tener en cuenta las protestas en las calles -en las que se unen personas de diferente ideología y afiliación política- que continúan, y contra las que el Ministro de Seguridad Nacional, Itamar Ben Gvir, pide mano dura. Incluso este ha llegado a sustituir al jefe de policía de Tel Aviv, Amichai Eshed, culpable de haber sido hasta ahora demasiado blando con los manifestantes, que ayer interrumpieron durante un par de horas la ruta hacia el aeropuerto impidiendo que el primer ministro partiera para Italia.

Herzog no dejó de recordar también a la oposición sus deberes institucionales, poniendo al país por encima de cualquier interés partidista. El objetivo de esta mediación, advierte, es evitar que Israel “caiga por el precipicio” frente al que se encuentra. Uno de los primeros comentarios a las palabras del jefe de Estado fue del primer ministro Benjamin Netanyahu, en visita oficial a Roma, quien dijo que daba la bienvenida a "todas las iniciativas" que puedan conducir a un acuerdo final sobre un terreno común. “Debemos recordar -dijo el primer ministro- sobre todo en estos días de discusión y debate en el seno de Israel, que somos una nación con un futuro común. Todos somos hermanos y hermanas".

Junto con el aspecto político y legal, la reforma a la justicia también podría tener fuertes repercusiones en el plano económico, que van mucho más allá de las protestas. Prueba de ello es la creciente alarma entre empresarios e inversores, especialmente en los sectores de tecnología e informática, que vislumbran nubarrones y vientos de crisis en el horizonte. Un empresario de seguridad cibernética de 32 años le dijo a The Times of Israel bajo condición de anonimato que se arrepentía de haber creado una empresa en Israel en los últimos meses y que ahora está considerando regresar a Estados Unidos. El clima político e institucional es demasiado incierto, advierte, para "atraer inversores del exterior". El caso no es aislado y existe un fuerte riesgo de una regresión de décadas en la industria tecnológica del país.