Saná: la 'tutela masculina' impuesta por los hutíes paraliza a las trabajadoras humanitarias

En los territorios controlados por los rebeldes pro-iraníes, las mujeres que trabajan en agencias u ONG deben ir acompañadas por un “mahram”, el tutor. La imposición dificulta sus movimientos y paraliza su actividad. El precio lo paga una población hambrienta, marcada por el conflicto y necesitada de ayuda.


Saná (AsiaNews) - Debido al endurecimiento de las normas sobre la tutela masculina, las trabajadoras humanitarias en el norte de Yemen, territorio controlado por los rebeldes hutíes pro-iraníes, no pueden desarrollar sus actividades en una región donde se sufre una de las peores crisis humanitarias del mundo. En efecto, los milicianos restringieron aún más la libertad de movimientos, según informaron a Reuters algunas personas que trabajan sobre el terreno y representantes de ONGs, especialmente cuando las mujeres se niegan a ser abordadas por el llamado "tutor" para poder trabajar. Las limitaciones incluyen el impedimento o la severa restricción de sus desplazamientos para supervisar proyectos de ayuda, recopilar datos y llevar a cabo servicios sanitarios o de primera necesidad. Y si, bajo presión, alguna acepta la tutela, sigue habiendo obstáculos, además de los gastos extra que aprietan aún más los presupuestos.

En Yemen se libra desde hace años un catastrófico conflicto entre los hutíes afines a Irán y el ejército gubernamental apoyado por una coalición árabe liderada por Arabia Saudita, situación que es la causa de la peor crisis humanitaria del mundo junto con la de Siria. El reciente acuerdo entre Riad y Teherán, que se disponen a restablecer relaciones diplomáticas y estudiar la reapertura de embajadas, podría suponer un cambio de rumbo, pero por el momento, en la práctica no ha habido beneficios y en los últimos días se produjo incluso una escalada armada en algunas zonas. 

Una colaboradora cuenta que normalmente realiza entre 15 y 20 misiones al año para seguir el proyecto humanitario del que es responsable, pero que no ha podido hacer ninguna desde que las autoridades hutíes introdujeron el año pasado la escolta masculina obligatoria (mahram). "No hay muchos hombres en mi familia", explicó, y en muchos casos los propios tutores están en contra del trabajo femenino y no garantizan la tutela. Tanto es así que en algunos casos, "una mujer trabaja sin ni siquiera informar a sus familiares" añadió.

Sin personal femenino en el campo, los grupos de ayuda y las ONG internacionales se enfrentan a muchas dificultades incluso para operaciones muy sencillas como los controles de identidad, que en algunos casos exigen quitarse el velo y mostrar un visado, o la distribución de ayuda humanitaria. El año pasado, las trabajadoras humanitarias necesitaban un "mahram" incluso sólo para cruzar las fronteras entre las provincias controladas por los hutíes y en cuatro de ellas necesitaban del tutor incluso para moverse dentro de las fronteras del territorio. Como consecuencia, muchas ONG hablan de actividades y operaciones "gravemente perjudicadas" y de sectores enteros de la población que se han quedado sin ayuda.

Aunque las mujeres de la península arábiga, empezando por el reino saudita, a menudo han estado sometidas a graves desigualdades de género debido a tradiciones sociales, culturales y religiosas, Yemen nunca impuso realmente la tutela masculina e incluso hoy en día la autoridad del sur no la exige. Consultado al respecto, un portavoz hutí del organismo de coordinación de ayuda Scmcha afirmó que, incluso en cuestiones humanitarias y de voluntariado, hay que respetar las tradiciones. "La del mahram", explicó una fuente, "es una obligación religiosa islámica y una cuestión de cultura y creencias... ¿Por qué las organizaciones ponen obstáculos a las enseñanzas y la cultura yemeníes?".

Las mujeres, como resultado, se ven obligadas a sacar a sus hijos del colegio antes de tiempo, a traer de viaje a familiares enfermos o a anular citas o reuniones a último momento.