Una tumba (y un mausoleo) para las víctimas de la guerra contra las drogas de Duterte

La diócesis de Kalookan donó un terreno en el cementerio para sepultar a los que murieron en la controvertida campaña del ex presidente que dejó 27.000 muertos. Algunas familias ni siquiera pueden pagar los costos del cementerio. P. Villanueva: “Un lugar para que esta tragedia no vuelva a suceder nunca más”. Monseñor David: "No recordamos sólo a los héroes".

 


Manila (Filipinas) - Un monumento en memoria de los muertos durante la sangrienta guerra contra las drogas de Rodrigo Duterte. Pero también ayuda concreta a las familias pobres cuyos seres queridos murieron en ejecuciones extrajudiciales y no tienen medios para darles sepultura.

El P. Flaviano Villanueva - religioso verbita filipino que siempre ha estado en primera línea en la denuncia de las graves violaciones de derechos humanos cometidas por el ex presidente en nombre de la guerra contra las drogas - junto con mons. Pablo Virgilio David, obispo de Kalookan y presidente de la Conferencia Episcopal de Filipinas, son los responsables de la iniciativa. En el cementerio Laloma de Kalookan -en la inmensa área metropolitana de Manila- la diócesis local donó una superficie de 36 metros cuadrados, que será gratuita durante los próximos 40 años, para construir un mausoleo que tendrá entre 100 y 400 columbarios con tres urnas cada uno.

El padre Villanueva y Mons. David encabezaron hoy la ceremonia de inauguración, que tuvo lugar en presencia de destacadas figuras de la oposición a Duterte, entre ellas la ex vicepresidente Leni Robredo y la ex senadora Leila de Lima, recientemente liberada de prisión. Muchas de las familias de personas ejecutadas sumariamente en los operativos policiales no pueden pagar los impuestos del cementerio, que ascienden a unos 4.500 pesos al año (unos 75 euros n.d.e.). Algunas víctimas - informa el sitio web Rappler - fueron exhumadas y desalojadas de los cementerios por este motivo el año pasado. Por eso nació la idea del mausoleo.

“Debería ser un punto de referencia momentáneo para las víctimas de las matanzas, que no deberían volver a ocurrir nunca más”, comentó el p. Villanueva. “Un mausoleo no es sólo para los héroes, también es para nosotros, para no olvidar”, añadió mons. David.

Los grupos de derechos humanos estiman que en la guerra contra las drogas de Duterte murieron 27 mil personas. La Corte Penal Internacional (CPI) está llevando a cabo una investigación para establecer si los asesinatos respondieron a una política de Estado.

Foto: pagina Facebook diocesi di Kalookan