La carta de Mons. Celso Ba Shwe a su comunidad antes de Navidad, mientras el Ejército sigue manteniendo el control de la catedral. Las parroquias se han vaciado junto con la población. En el Estado de Shan, las milicias étnicas que lanzaron una ofensiva a fines de octubre han entrado en Namhsan, pero la gente sigue viviendo con miedo.
Loikaw (AsiaNews) - La semana pasada el Ejército de Liberación Nacional de Ta'ang (TNLA), una de las tres milicias étnicas que forman parte de la Three Brotherhood Alliance que lanzó una ofensiva contra la junta militar golpista en Myanmar a finales de octubre, recuperó la ciudad de Namhsan, en el Estado de Shan. Según lo que afirman las milicias étnicas, hasta el momento se han rendido al menos 650 soldados del Ejército, lo que podría cambiar el destino del conflicto civil que comenzó después del golpe militar del 1 de febrero de 2021. El portavoz del TNLA, Tar Aik Kyaw, declaró que sus combatientes estaban “recorriendo el camino revolucionario”, y añadió que “el objetivo principal es derrocar la dictadura militar, que es lo que el pueblo birmano siempre ha querido”. La ofensiva, denominada Operación 1027, continúa reconquistando territorios a pesar de los bombardeos de la aviación.
Fuentes de AsiaNews afirman que el conflicto ya ha involucrado a todos los sectores de la población y también a todos los lugares de culto, cristianos y no cristianos. Al menos 660.000 personas han sido desplazadas desde que comenzó la Operación, según datos de la ONU. Los habitantes de Namhsan que no consiguieron escapar viven con miedo: "No tenemos adónde ir. Hay cuevas donde podríamos escondernos, pero están muy lejos de nuestra casa", dijo un residente local.
La ciudad predominantemente cristiana de Loikaw, capital del Estado de Kayah, sigue ocupada por el ejército birmano y los soldados tomaron posesión de la sede de la diócesis y de la catedral de Cristo Rey, y las usan como base militar, lo que obligó al obispo Celso Ba Shwe y otros religiosos a refugiarse "en la selva", en aldeas que hasta ahora se han librado de los combates.
"Estamos en medio de un conflicto armado en el que, debido a la destrucción y el caos político, todos hemos quedado fuera de nuestras respectivas parroquias", explicó Mons. Celso Ba Shwe. "Tuvimos que abandonar la catedral y dejar prácticamente todo en nuestro centro pastoral diocesano. La situación en el territorio de la diócesis, sumido en los enfrentamientos, es muy peligrosa; la mayoría de las parroquias han sido abandonadas y están vacías. Esto plantea la cuestión de si las iglesias funcionan y si la diócesis de Loikaw todavía existe", añadió el prelado.
A pesar de la dramática situación, el obispo exhortó a los fieles a mantener la esperanza, y difundió una carta pastoral en vísperas de la Navidad: "Quiero recordarles que una diócesis es una porción del pueblo de Dios. No es sólo una área geográfica, es una comunidad, en unión con el presbiterio, en torno al obispo. La principal dinámica de la comunidad es el anuncio del Evangelio y la celebración de la Eucaristía. En nuestro caso, incluso en el sufrimiento, la Iglesia fundada por Cristo está viva y presente. Es importante que todos permanezcamos unidos, viviendo en comunión espiritual y solidaridad en la comunidad que, reunida en torno al Evangelio y a la Eucaristía, atraviesa este desierto. Sabemos que Cristo, Buen Pastor, cuida de su rebaño, por el que dio su vida".
Más de 20 de las 41 parroquias de la diócesis han quedado vacías debido al conflicto, y los sacerdotes y religiosas han sido desplazados junto con los fieles. Y precisamente a los religiosos se dirige el obispo en su carta: "Les agradezco a ustedes, sacerdotes, porque están cerca del Pastor y del pueblo, y por su generosa cooperación pastoral. Agradezco también a los religiosos, varones y mujeres, y a todos los fieles, auténticos discípulos de Cristo, por su adhesión al Evangelio y la constante celebración de la Eucaristía".
El obispo continúa luego dirigiéndose a los fieles y los exhorta a no desanimarse por los recientes acontecimientos, invitándolos a "cumplir la voluntad de Dios", en el "aquí y ahora", confiando en Él: "Mientras vivimos esta experiencia tan angustiosa, podemos preguntarnos si Dios no tiene un camino mejor para nosotros. Pero también podemos estar seguros de que ésta es Su voluntad para nosotros en este momento, y ésa es la mejor manera de hacernos gloriosos proclamando y dando testimonio de Su poder".
Citando una de las homilías de San Juan Crisóstomo, Mons. Celso Ba Shwe recuerda asimismo que: "Mientras seamos corderos, venceremos y, aunque estemos rodeados de muchos lobos, podremos vencerlos. Pero si nos convertimos en lobos, seremos derrotados, porque nos veremos privados de la ayuda del pastor. Él no apacienta lobos, sino corderos. Por eso se irá y nos dejará solos, porque le impidimos manifestar su poder". Dado el contexto actual, entonces, lo importante es no desanimarse y seguir cuidándose unos a otros: "Hagamos lo posible para comportarnos como buenos corderos, cuidándonos unos a otros, dándonos ánimo unos a otros, para mostrarnos amor y hacer el bien".
La carta termina encomendando la comunidad de la diócesis a la Santísima Virgen María y a san José quienes, "en la noche oscura de Belén, adoraron con todo amor y cuidado al Niño Dios, que es el Dios hecho hombre y el Príncipe de la paz. Que la Madre María y san José los protejan de todos los peligros del mal y de la guerra; y que puedan encontrar la paz que el Señor regala el día de Navidad".