La víctima del ataque, Nazir Masih, de 72 años, fue atacado por una multitud enfurecida. Incendiaron su casa y su negocio y la policía no pudo intervenir. La familia ha huido, mientras el hombre se encuentra en el hospital en estado crítico. Nueve meses después de los ataques en Jaranwala, la comunidad cristiana de la región de Punjab vuelve a ser blanco de las hostilidades.
Sargodha (AsiaNews)- Un nuevo caso de violencia contra los cristianos se verificó el sábado 25 de mayo en Punjab, la región más poblada al este de Pakistán, en la frontera con la India. Se extienden las sombras del devastador ataque a la comunidad cristiana de la región en agosto del año pasado en Jaranwala, contra más de 20 iglesias y casi 100 casas, confirmando los altos niveles de discriminación originados por la rampante intolerancia islámica. En Sargodha, capital del distrito del mismo nombre, en la Mujahid Colony, una multitud golpeó brutalmente a Nazir Masih, un cristiano de 72 años, y prendió fuego a su casa y a su negocio. Lo que provocó la violencia de la multitud, que también intentó golpear a su hijo Sultan Gill y a su familia, fue una supuesta acusación de blasfemia.
En este momento la víctima se encuentra en un hospital en estado crítico, debido a los golpes que recibió. También incendiaron la zapatería de Sultan Gill. La familia, formada por doce miembros, apenas tuvo tiempo de escapar antes de que la turba volviera a atacarlos. En las redes sociales circulan numerosos testimonios fotográficos y en vídeo que muestran a una multitud enfurecida, entre ellos adolescentes y niños. En las imágenes se puede ver al hombre desvanecido y sangrando en el suelo, y a la gente que sigue golpeándolo, a pesar de los vanos intentos de una persona por contener los ataques. Entre la multitud también se pueden ver a varios agentes de policía de Punjab uniformados que observan sin intervenir. Por último, las fuerzas del orden dispersaron a la multitud que se había concentrado frente a la casa de las víctimas. Debido a este nuevo ataque, muchos cristianos de la zona han huido para evitar posibles agresiones de turbas extremistas. También se informó que cerca de quince policías resultaron gravemente heridos por la multitud cuando intentaban contenerla. La policía ha presentado denuncias contra 44 culpables conocidos y 450 desconocidos en virtud de la Ley contra el terrorismo.
Las autoridades eclesiásticas de la región han expresado su profunda preocupación por lo ocurrido, señalando que este ataque pone una vez más en evidencia el fracaso del Estado y de la policía a la hora de frenar el creciente extremismo y la violencia que se difunden en la sociedad, a pesar de las directivas de la Corte Suprema. Exhortaron también a las fuerzas del orden de Punjab y a la administración del distrito a garantizar la seguridad de la comunidad cristiana y llevar a los responsables ante la justicia, subrayando la necesidad de una justicia rápida e imparcial para restaurar la confianza en el sistema legal. También se solicita una investigación judicial a cargo del Dr. Shoaib Suddle - quien ya con anterioridad ha estado comprometido en la defensa de los derechos de las comunidades minoritarias del país - para establecer las responsabilidades por el ataque de la turba e identificar a los agentes de policía que no intervinieron oportunamente. Pidieron también que no se registren falsas acusaciones de blasfemia contra los cristianos y que se les proporcione protección.
"Es alarmante que la gente se sienta obligada a tomar la justicia por su propia mano, lo que indica una grave pérdida de confianza en la policía y el Poder Judicial", comenta Joseph Jansen, activista de derechos humanos. Observan también que estos episodios recuerdan a los violentos ataques de agosto de 2023 en Jaranwala, desencadenados por una presunta profanación del Corán, y reclaman la urgente necesidad de que el gobierno implemente medidas legales y administrativas para frenar la tendencia hacia la justicia mafiosa y promover una sociedad tolerante y respetuosa. En declaraciones a AsiaNews, el p. Khalid Rashid Asi, director diocesano de la NCJP (National Commission for Justice and Peace), afirmó: “Estoy profundamente entristecido y con el corazón roto condeno este horrible incidente en Sargodha. Ningún cristiano puede humillar el Sagrado Corán; los involucran en estos ataques sólo para ajustar cuentas y por rencores personales. La multitud no tiene derecho a linchar a nadie; le corresponde a la policía y al sistema judicial brindar justicia para todos”. El padre Khalid Rashid Asi considera que la difusión de la violencia en nombre de la religión se debe a la falta de capacidad del gobierno para desradicalizar a los ciudadanos y a la falta de voluntad política para introducir reformas profundas en las leyes relativas a la difamación de la religión. “Se deben tomar medidas serias contra aquellos que participan en estos ataques”, concluye.