22/09/2020, 15.19
IRAK - UE
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Arzobispo de Mosul: un premio Sakharov, en memoria de las víctimas del ISIS

Uno de los candidatos al codiciado reconocimiento del Parlamento de la UE es mons. Michaeel Najeeb Moussa. Durante el ascenso del Estado Islámico, él salvó cientos de manuscritos y documentos antiguos. Para el prelado, la ciudadanía es el fundamento sobre el cual construir la convivencia en una nación amenazada por fuerzas externas que son incluso peores que Daesh. La educación es la mejor arma contra el oscurantismo.

Mosul (AsiaNews) - Este es un “reconocimiento, pero no a título personal, sino para todo Irak”, y especialmente para “los que sufren o han sufrido” en estos años de guerra y violencia yihadista, unido a la valorización “de un patrimonio en riesgo de extinción”. En diálogo con AsiaNews, es lo que subraya mons. Michaeel Najeeb Moussa, dominicano, y desde enero del 2019 arzobispo de Mosul, en el norte de Irak. Comenta la candidatura propuesta por el Parlamento de la UE para el premio Sakharov 2020, que el año pasado fue entregado a un académico uigur. Para el prelado, es importante recordar, una vez más, el enorme peligro que corrió el país y el mundo entero “frente a la amenaza del Estado Islámico (EI, ex Daesh)”, ya que “un pueblo sin patrimonio hereditario, es un pueblo muerto”.  

Nacido en Mosul, mons. Moussa presenció el avance de las milicias del Califato y se vio obligado a huir: primero, a la Llanura de Nínive, y luego al Kurdistán iraquí. En el pasado él  ya se había ocupado de la conservación y digitalización de más de 800 manuscritos antiguos en arameo, árabe y otras lenguas, de miles de libros y cartas cuya antigüedad data de siglos. Fue justamente su tenacidad para salvar de la locura yihadista este patrimonio, lo que le valió su designación para el premio de la UE, junto a la oposición bielorrusa y al movimiento ambientalista Guapinol.

Tal como explica el comunicado oficial del Parlamento Europeo, el prelado facilitó “la evacuación de cristianos, sirios y caldeos hacia el Kurdistán iraquí y salvó más de 800 manuscritos históricos, que van desde el siglo XIII al XIX. Estos manuscritos fueron digitalizados en un segundo momento, y exhibidos al público en muestras que tuvieron lugar en Francia e Italia. Desde 1990, él ha contribuido a la conservación de más de 8.000 volúmenes y más de 35.000 documentos de la Iglesia oriental”

Fue una “operación de rescate”, así define el actual arzobispo de Mosul la obra que cumplió por este bien inestimable, para protegerlo “de las garras de los yihadistas”. “El nombramiento en sí ya es un honor”, que él desea compartir idealmente con la población de Irak, Siria, Líbano y Yemen, que “viven momentos difíciles: porque es un deber salvar no solo el patrimonio”, sino también y ante todo “a las personas”. 

Durante las fases previas a la huida, “los proyectiles silbaban sobre nuestras cabezas mientras tratábamos de protegernos, con las manos repletas de estos documentos invaluables”. En cuanto al nombramiento para el premio Sakharov “considero que es como una firma sobre cada página de estos manuscritos”, además de ser un recuerdo “por las víctimas inocentes, especialmente los yazidíes, un pueblo pacífico, que tuvo que afrontar una verdadera tragedia a la cual me siento particularmente unido”. Este reconocimiento también es “un aliento para todos los iraquíes” que sufren, pero que desean seguir viviendo. “Durante el avance del ISIS, para que los manuscritos y las personas se pudiesen salvar, se necesitaban muchos pies y muchas manos”, recuerda. “En aquellos momentos le pedía a Dios tener diez pies y diez manos, para poder salvar libros y personas. Él me respondió enviándome muchos jóvenes, que vinieron a socorrerme y me ayudaron en esta misión”. Frente a una tragedia compartida por todos, prosigue, “asistimos a una respuesta de todo el pueblo, incluso de los musulmanes, que hicieron un trabajo extraordinario para ayudar a las familias cristianas y salvar nuestro patrimonio cultural”.  Hoy, más que nunca, “necesitamos la paz de verdad, para continuar viviendo y ser una comunidad fundada en el principio de la ciudadanía, superando las barreras construidas en base a la raza, la religión o la etnia. Esta es la única solución viable para el futuro”.

Para reconstruir Mosul, y todo el Irak, “hay que reconstruir las casas, las iglesias, las actividades vinculadas al empleo, ofrecer trabajo a los jóvenes para ahuyentar el deseo de huir”, cuenta el prelado. “Irak - agrega - arriesga terminar esclavo de los países vecinos y de las fuerzas externas y eso es inaceptable, no podemos permitir que Daesh sea remplazado por fuerzas tanto o más peligrosas”. Y la dignidad del ser humano, debe ir acompañada del “valor último de la educación y de la instrucción en las escuelas, en las iglesias y en las mezquitas, donde es necesario que con todos los medios a disposición, se haga frente al odio y se favorezcan los discursos positivos, de paz y fraternidad. La educación sigue siendo la mejor arma para combatir el oscurantismo y el mal de nuestro tiempo”.

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