18/09/2015, 00.00
ITALIA – MIGRANTES
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Centro Astalli: Italia es hospitalaria, pero se necesita la integración y la finalización de las guerras en Medio oriente

El p. Camillo Ripamonti, director del histórico Centro de acogida dirigido por los jesuitas, explica a AsiaNews la situación de los refugiados y las prospectivas que la Iglesia y la sociedad pueden sufrir. La acogida “es fundamental pero no basta. Integración es la palabra clave y la burocracia no ayuda”. El pedido del Papa Francisco a las parroquias “exige tiempo y planeamientos, pero puede cambiar las cosas”. Sin embrago “será todo inútil si no intervenimos en las causas de la migración, en primer lugar en los conflictos en Medio Oriente”.

Roma (AsiaNews)- Italia es un país hospitalario, pero para responder realmente a la tragedia de prófugos y de los migrantes “se necesita una verdadera integración y una intervención definitiva en los conflictos en curso. Son éstos la causa del flujo de seres humanos que se transforma a menudo en tragedia. Pero los pedidos del Papa Francisco mueven las conciencias y dan impulsos positivos. Que debemos transformar en realidad”. Lo dice a AsiaNews el p. Camillo Ripamonti, jesuita y director del centro Astalli de Roma.

La estructura, histórico centro de acogida en Roma, es una especie de “primera línea” de la Iglesia: subdividida en varios sectores, separados también desde el punto de vista geográfico, ésta ofrece comida, curaciones médicas, servicios sanitarios e higiénicos, asistencia con la burocracia y quien los pida, también a los migrantes ilegales. Pero no se detiene aquí: el centro de hecho trata de apoyar con todos los medios para la integración y la autonomía de los migrantes a través de numerosos planes de inserción en la sociedad.

Según el p. Ripamonti, el pedido del Papa francisco de recibir a los migrantes- dirigidos a las parroquias de toda Italia “iniciando por mi diócesis Roma”- “puede convertirse en realidad. Ciertamente un mínimo de organización y planeamientos, pero si puesta en acto es una cosa que puede cambiar en manera profunda las cosas. No en tiempos rápidos lamentablemente, pero se puede hacer. En las primeras acogidas, o sea sobre aquellos que apenas desembarcaron, esta solución va estudiada más, en acuerdo con las Prefecturas. Las segundas acogidas, o sea a quien ya tiene un mínimo de estabilidad en Italia, son más fáciles de gestionar. Pero la burocracia ciertamente no ayuda.

Para comprender el fenómeno es necesario encuadrarlo y los números, a menudo inflados por la prensa y la política, son claros. “El año pasado hemos tenido 170 mil desembarcos en Italia, que se transformaron en 70 mil pedidos de asilo. Son números infinitesimales se los comparamos con los de los países limítrofes a la zona del conflicto. Pienso en el Líbano, que recibió a más de un millón de personas con una población de unos cuatro millones. Como dijo Jean Claude Juncker, presidente de la Comisión europea, la migración representa el 0,1% del total de la población europea. Podemos enfrentarla”.

Esta convicción vale sobre todo para Italia: “Yo creo que nuestro país es una nación acogedora. La carrera de solidaridad que se desarrolló este verano entre los Centros de tránsito de tantas ciudades demuestra un trasfondo de acogida de nuestro país. Estamos dispuestos a abrir nuestros brazos. Ciertamente existen miedos, ligadas al concepto de “diverso” y al de extranjero y son miedos que no van  subestimadas sino acompañadas. El encuentro es fundamental, como también el conocimiento personal. Es necesario acompañar en los lugares de acogida y explicar la verdad. Es necesario educar a este miedo”.

El Centro Astalli tiene diversos proyectos que comprenden también esta finalidad: “En Roma tenemos cuatro centros de acogida, que forman parte de circuito Sprar ligado al ministerio del Interior. El proyecto de acogida e integración involucra hoy a unas 150 personas. La primera invitación dirigida por el Papa Francisco justamente aquí en el Centro Astalli, el de abrir los conventos a quien lo necesite, dio el inicio a una segunda fase que definimos “acogida en semi-autonomía”. Utilizando la disponibilidad de algunos centros e institutos religiosos, hemos dado inicio a este proyecto”.

Se trata, subraya el p. Ripamonti, “del anillo faltante de todo el proceso: hemos apuntado mucho a la primera acogida, un poco menos a la autonomía y la integración. El objetivo es el de acompañar a las personas que salen de los centros Sprar hacia una semi-autonomía real. Ayudar a estas personas- que no son totalmente autónomas por varios motivos, desde el alquiler a la falta de trabajo- a permanecer de pie en el sol. En práctica con el auxilio de las familias religiosas, quien tiene un pequeño trabajo puede no pagar el alquiler por seis meses o un año y esto permite radicarse más en el territorio. Después de un tiempo determinado, el migrante ya inserido puede mirarse alrededor por una casa o por una habitación en alquiler. Y de allí parte la integración real”.

Los proyectos de solidaridad y acogida, no obstante las olas populistas de algunas franjas de la Unión Europea, pero no pueden ser la solución. “Enfrentar la cuestión de las migraciones forzadas necesita una visión compleja. No se puede imaginar acoger a estas personas o de crear canales humanitarios si no se interviene en los conflictos que determinan el fenómeno. De otro modo tendremos siempre necesidad de crear canales de emergencia porque no enfrentamos el complejo. Es necesario intervenir en las guerras: el conflicto en Siria se lo dejó a sí mismo, Europa se desinteresó y un flujo de personas ahora necesita de todo”.

Si hubiésemos intervenido en un modo más decisivo con las diplomacias, concluye el sacerdote “hubiésemos tenido diversos éxitos. Intervenir en los conflictos, crear canales seguros para combatir el tráfico de seres humanos, garantizar la acogida en Europa. Esta es la receta para salir de la crisis que nos toca a todos”.

 

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