30/12/2022, 09.57
RUSIA
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Como la URSS, Rusia se encamina hacia la desintegración

de Vladimir Rozanskij

El hombre "putiniano" es la versión actual e infeliz del "homo sovieticus". Los rusos ya no tienen esperanza en el futuro, salvo en la versión apocalíptica de la ortodoxia. La violencia putiniana es la "característica nacional rusa", su verdadera ideología.

Moscú (AsiaNews) - El 25 de diciembre se cumplieron 31 años de la disolución de la Unión Soviética. Fue la salida impuesta por el presidente de la República Rusa, Yeltsyn, ante la impotencia de Mijaíl Gorbachov, quien, tras el intento de golpe de Estado veraniego por parte de la KGB, había perdido todo control sobre las estructuras del imperio. Los 10 meses de la guerra de Putin en Ucrania han sugerido a muchos comentaristas una comparación entre el final de la URSS y el de una Rusia que también parece destinada a desintegrarse.

Uno de los periodistas independientes más influyentes de Rusia que aún sigue en libertad, Andrej Arkhangelskij, publicó sus reflexiones sobre este aniversario. En el sitio web de Radio Svoboda, él se refiere a la condición actual del "hombre putiniano", una versión actual e infeliz del "homo sovieticus" de antaño. Recuerda que a principios de la década del 2000, la opinión pública mostraba crispación ante el recuerdo de 1991 -"por cuánto tiempo más tendremos que seguir hablando de la época soviética y de sus tragedias". Era preferible que los historiadores se ocuparan de este tema en sus disertaciones.

“Por fin ha comenzado una nueva vida", escribe el periodista, "sólo que es una no-vida, como dice el filólogo Mikhail Epstein". El año que termina fue "el más sangriento de toda la historia postsoviética", y hace que los recuerdos de los acontecimientos soviéticos vuelvan a ser relevantes: la invasión de Ucrania "es lo más soviético que se pueda imaginar". La historia vuelve al punto de partida, y la "nueva Rusia" ha terminado, para dar comienzo a una fase oscura que aún no es posible imaginar.

En 1994, un sociólogo ruso de renombre, Jurij Levada, observó: "La URSS ya no existe, pero el hombre soviético sigue reproduciéndose". Esta afirmación "resultó profética", dice Arkhangelsky,. Y ésta es una lección para todos los "sovietólogos y kremlinólogos", que sostenían que el país podía recuperarse de la experiencia soviética recurriendo a “métodos naturales": mediante la economía, la superación de la ideología totalitaria y el avance de las instituciones democráticas, que otorgan a los ciudadanos libertad para elegir.

Y sin embargo, la "sovieticidad" no se disolvió, sino que se transfiguró en una nueva forma de vida, la putiniana: "En los primeros 10 años se conservó por inercia, luego Putin la revivió, rescatándola del subsuelo donde aún sobrevivía de forma sonámbula", explica Arkhangelsky.

Para el periodista, "el régimen de Putin no ha creado nada nuevo -ni ideología, ni relato, ni principios-; sólo ha restituido una forma de expresión a un ser inanimado". El hombre putiniano, divorciado de la realidad y del mundo, es un "hombre local, recluido, a diferencia de las variantes, más amplias, del hombre "jruscheviano" y "brezhneviano", que buscaba el mundo que lo rodeaba". Es un "hombre soviético desnudo", desarraigado y sin esperanza en el futuro, salvo en la versión apocalíptica de la ortodoxia, que también es un vestigio de la herencia soviética.

Entonces uno recuerda el proverbio ruso que Putin pronunció justo antes de la invasión de Ucrania: "Te guste o no te guste, ¡paciencia mi niña!" (nravitsa, nie nravitsa - terpi, moja krasavitsa!). La frase resulta incomprensible para los occidentales; "Sólo quienes crecieron en las escuelas y los patios soviéticos" alcanzan a comprender su significado. La alusión es una justificación de la violación; es más, es un himno a la violencia como tal, “que es justificada con dimensiones históricas y morales; es el código de la violencia que vemos en acción hoy en día”.

Por tanto, la violencia putiniana es la "característica nacional rusa", su verdadera ideología, que se propaga a través de la atronadora propaganda en la que "la violación se comete con las palabras". La experiencia post soviética fue traumática porque los rusos tuvieron que redescubrirse y redefinirse -a diferencia de todos los demás países y especialmente de Occidente, cuya autoconciencia no se vio movilizada por "cimbronazos telúricos". Y en lugar de crear un hombre nuevo en un mundo nuevo, se ha reafirmado el hombre viejo, que intenta rabiosamente que el mundo vuelva a ser lo que era antes.

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