26/10/2017, 16.19
KIRGUISTAN
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Contra la ‘ala kachuu’, la tradición del rapto de las esposas

Cada año, miles de mujeres son raptadas y obligadas a casarse. Desde 2013, el hecho es castigado con una pena de hasta 10 años de prisión. Diputado: es necesario enseñar que esto no es una tradición, sino un crimen.

Biskek (AsiaNews/Agencias)- Son raptadas mientras caminan por la calle y forzadas a casarse con su raptor. Es lo que cada año sucede con miles de mujeres kirguisas que son sometidas a la “ala kachuu” (toma y escapa), la tradición del rapto de la esposa, que fue declarada ilegal a partir de 2013 pero que, sin embargo, todavía sigue muy difundida. Quien lo denuncia es la diputada más joven del país, Aida Kasymalieva, en una reciente sesión del Parlamento. Para su colega, Ainuru Altybaeva, es necesario informar a los jóvenes de este gesto humillante.

El ‘ala kachuu’ es parte del folklore del país y también abarca los casos en los cuales la esposa está de acuerdo con la boda. La joven es aferrada y llevada en un auto por la fuerza, para luego ser obligada a colocarse un velo blanco. Conducida a la casa del esposo, otras mujeres la obligan a permanecer con el raptor.

El informe del comité de la ONU para la eliminación de la discriminación contra la mujer (CEDAW) refiere datos de la ONG Women Support Centre correspondientes al 2013, según los cuales en en aquél eran más de 11.800 las mujeres y jóvenes raptadas cada año en Kirguistán.

Reuters habla de 12.000 secuestros anuales y refiere otros estudios, que sugieren que la mitad de los matrimonios en Kirguistán son producto de raptos, y un tercio de ellos fueron contraidos sin el consentimiento.

Desde 2013, la tradición es punible con una pena hasta 10 años de prisión. Para la parlamentaria, el efecto de la ley es limitad, a causa de la actitud que muestra la sociedad: “Aún si la joven halla fuerzas y puede escapar la noche en que fue raptada…en la comisaría policial podrían decirle que es culpa de ella.

Ainuru Altybaeva, otra parlamentaria kirguisa, cuenta que encontró muchas dificultades y resistencias cuando trabajó en el proyecto de ley para castigar esta práctica. Según ella afirmó, el pasado 9 de octubre, sus colegas hombres la habrían criticado, acusándola de no ser kirguisa y de desconocer las tradiciones del país, visto que el “rapto de la esposa es una bella tradición nacional”.

Sin embargo, muchos otros colegas suyos han sostenido la propuesta de criminalización de la práctica, adoptada en 2011 y firmada por el presidente en el año 2012. “También hemos reforzado la ley. Ahora un testigo o un miembro de la familia puede reportar los casos de rapto. Antes, esto era considerado como un asunto privado y solamente la víctima podía denunciarlo. Ahora es tratado como un problema privado y público”.

Para Altybaeva, es necesario informar y educar. “Gracias a una amplia campaña informativa con grupos de mujeres y periodistas, los hombres y mujeres jóvenes han sido instruidos sobre la ley.  Las jóvenes llegaron a conocer que si son raptadas, tienen el derecho y pueden denunciar el hecho. Como resultado, ahora el número de raptos disminuyó notablemente”.

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