05/03/2020, 14.35
CHINA
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Cristianos protestantes, la misión en la era del coronavirus

de Daniel Dakota

Largas semanas de aislamiento, empujan a las personas a la soledad y a las psicosis. Los pastores y fieles reavivan el sentido de comunidad con la oración online. La ayuda a la población de Wuhan, a través de la donación de material de uso médico, y predicando el Evangelio.

Shanghái (AsiaNews) – “China Source”, una publicación protestante que se interesa por el cristianismo en China, ha difundido el testimonio de un fiel (estadounidense) que se encuentra en una “mega-ciudad” (Shanghái). Daniel Dakota revela las dificultades que atraviesan las comunidades chinas, al no poder reunirse físicamente y estar juntos: la soledad, la psicosis, pero también los debates respecto al valor de la Cena del Señor online… La epidemia del coronavirus también es una ocasión para reavivar la misión de la comunidad, orientada a Wuhan y hacia toda China. A continuación, la traducción del artículo (a cargo de AsiaNews).

Cuando mis amigos y mi familia de origen me preguntan sobre la situación respecto al coronavirus, la primera palabra que viene a mi mente es “horrenda”. Mi familia y yo vivimos en una mega-ciudad china de casi 26 millones de personas. Imaginen ustedes lo que significa aislar no solo Nueva York, sino también y al mismo tiempo, a las nueve ciudades más grandes de los Estados Unidos. Es algo horrendo.

El gobierno central exige que la gente permanezca en casa lo más posible, y que evite los lugares públicos. La mayoría de la gente osa salir de casa pero solo para correr hasta el supermercado o respirar un poco de aire fresco. Nosotros también hemos decidido permanecer encerrados en la mayor medida de lo posible, por respeto al país que nos aloja. 

Cuando salimos, es obligatorio llevar la máscara cubriendo el rostro, así como un permiso para poder entrar y salir del vecindario. Los controles de temperatura con cada vez más comunes en los edificios, en las estaciones de medios de comunicación, y en los negocios y otros espacios públicos. Incluso en el pequeño mercado local, en la entrada hay guardias con termómetros del tipo “pistola”, para asegurarse de que todos los que ingresan lo hagan con la máscara colocada y no tengan fiebre. Los parques públicos están cerrados en su mayor parte, y lo mismo sucede con muchas oficinas y negocios. La mega-ciudad se ha convertido en una ciudad fantasma con máscara. 

 

Preocupaciones y desafíos

El mundo observa a China en su lucha para contener el coronavirus. A medida que pasan los días y las semanas de aislamiento, los cristianos de China se topan con un desafío muy particular. Para empezar, la mayor parte de los servicios religiosos y las actividades semanales se encuentran suspendidos o se han trasladado a alguna plataforma online. Para muchos pastores, la tecnología es un “mal necesario” que sin embargo no sustituye el ministerio y la atención pastoral de una persona de carne y hueso. Los pastores se relacionan con los miembros de la comunidad al mínimo, y esto dificulta ocuparse de ellos.  

Y este es precisamente un momento en el cual la guía y la atención pastoral son muy necesarios, pues los miembros de la iglesia corren riesgo de sufrir daños emocionales y espirituales. Algunos fieles luchan contra la soledad y el aislamiento. Las personas que viven solas pueden sentirse cada vez más abandonadas. Pastores y fieles están fuertemente dedicados a estar en contacto con su comunidad, y así se aseguran de que la gente tenga todo lo que necesita. 

Al mismo tiempo, todos los días nos despertamos con una avalancha de noticias y rumores sobre el coronavirus. Muchas gente se queda todo el día en casa, empapada de todas estas cosas, y esto pude alimentar la sensación de pánico. Los pastores trabajan con celo para consolar a los miembros de su comunidad. 

Y existen otros peligros espirituales. En este momento, los pastores están menos preocupados por las presiones del gobierno y más preocupados por las disputas internas en las iglesias y por el desacuerdo sobre cómo debe afrontarse esta situación especial. 

Al principio, puesto que muchas comunidades no podían encontrarse en persona, la principal preocupación era como se podría continuar con las reuniones y rezar. Recientemente, un pastor me dijo que: “Cada uno tiene su opinión, y cada uno la sostiene con sus “pruebas”. Por el momento, muchas iglesias han migrado hacia las plataformas online. 

Sin embargo, a medida que el aislamiento de prolonga, las preguntas se complican más y los debates de enardecen. Algunas comunidades ahora discuten si los miembros de la iglesia pueden o no celebrar la Cena del Señor por su cuenta. Después de todo, dicen, si podemos encontrarnos online, ¿por qué no celebrar también online la Cena del Señor?”

Las disputas sobre estos temas están creciendo. Y las discusiones amenazan con crear divisiones en el seno de las iglesias. Los pastores están concentrados en cómo guiar a los fieles a través de todos estos desacuerdos, y como ser iglesia, aún cuando la iglesia no pueda reunirse físicamente.  

De todos modos, muchas iglesias no solo están preocupadas por sus problemas internos. En la ciudad donde yo vivo, hay comunidades que tratan de movilizarse para ayudar a la gente de Wuhan. Aunque los mueve la pasión de hacer todo lo que esté a su alcance para ayudar a la gente de Wuhan, se encuentran con distintos obstáculos. 

Algunas iglesias han hecho colectas de fondos para enviar material médico a Wuham, pero hay estafadores y timadores que venden productos falsos, materiales de baja calidad, por debajo de los standards o bien, material “reciclado”.

También hay personas que compraron material sanitario a pesonas que se hacían pasar por proveedores, pero luego se descubrió que el “vendedor” había huido con el dinero. Y aún cuando se logre hallar el material, nadie asegura que el envío llegará a destino. 

Oportunidad

Así todo, la iglesia continúa resplandeciendo en medio de una China enloquecida por el coronavirus. Si bien puede decirse que la vida “normal” está casi muerta, la iglesia continúa siendo sal y luz para aquellos que la rodean. Los cristianos de China tienen una gran oportunidad. Ante todo, el coronavirus brinda a los cristianos la posibilidad de compartir con los demás las razones de la esperanza que hay en ellos, frente al coronavirus. Roguemos a Dios para que use esta situación para ablandar los corazones de las personas al Evangelio. Recientemente, un amigo mío, pastor, dijo con optimismo que, una vez que Wuhan sea reabierta, tendremos que lanzarnos a programar breves viajes misioneros a la ciudad, para compartir el evangelio con la gente de allá”. 

Hay otra oportunidad para que la iglesia sea la ciudad que se erige sobre la montaña. Luego del trágico terremoto de Sichuan, en el 2008, los cristianos realizaron muchos donativos, contribuyendo con donaciones de materiales y colaborando con las actividades de socorro. Esto fue advertido y elogiado por sus conciudadanos. Una vez más, hoy, los cristianos tienen la oportunidad de levantarse y testimoniar su fe donando material médico, colaborando y rezando por las personas de Wuhan. Cristo continúa preservando y protegiendo su iglesia en China y usándola para su gloria.  

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