17/02/2017, 13.27
CHINA-VATICANO
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Fieles laicos comentan el artículo del Card. John Tong sobre las relaciones China- Santa Sede: demasiado optimismo

de Wang Zhicheng

El obispo de Hong Kong es demasiado optimista. El obstáculo de la Asociación patriótica que controla la Iglesia en nombre del gobierno. El compromiso es posible, pero la Iglesia deberá renunciar a comprometerse por la justicia y los derechos humanos. La Iglesia subterránea está ya en minoría.

Beijing (AsiaNews)- Hay “un optimismo un poco excesivo” en el artículo del Card. John Tong sobre El futuro del diálogo Sino-Vaticano desde el punto de vista eclesiológico”. Es la opinión llegada a AsiaNews de parte de dos laicos católicos, que usan los nombres de “fiel de la luz” y “creyente de Taiyang”. El primero, más posibilista, cree que el gobierno podrá aceptar a los obispos subterráneos. Pero el problema sigue siendo la Asociación patriótica que obra ante todo “como los ojos y los oídos del gobierno: un instrumento de control de la Iglesia”. Pero es posible alcanzar un compromiso, si bien la Iglesia y la Santa Sede deben renunciar al compromiso por la justicia y los derechos humanos.

El otro es mucho más negativo. Él dice que no es posible tener la mínima libertad religiosa bajo una dictadura: “No hay optimismo y ninguna positividad en el establecer las relaciones diplomáticas”.

Fiel de la luz

Ante todo, creo que el Card. Tong tenga un optimismo un poco excesivo. De todos modos, lo que dice es justo. En otras palabras. Mejor el diálogo que el enfrentamiento.

En su artículo sobre las relaciones China- Vaticano, el Card. Tong habla de tres problemas claves, pero en efecto existe sólo un gran problema.

Ante todo está el problema de la Asociación patriótica: recuerdo que en una entrevista Mons. Xie Tingzhe, de la diócesis de Xinijang (Urumqi), dijo que es irreal pensar en abolir la AP. Pero el Card. Tong piensa que se posible transformarla en una institución benéfica para la Iglesia.

La EP es obediente al gobierno en todo. Algunas Ap (locales) desarrollan un puente entre la Iglesia y el gobierno y trabajan con este último para recuperar las propiedades de la Iglesia. Pero todos los grupos de la AP están comprometidos en salvaguardar las propiedades de la Iglesia. Todo depende de sus miembros: si una persona es nombrada por el gobierno; si una persona no es creyente; si una persona es egoísta, no se ponen a defender los derechos de la Iglesia. Ellos obran ante todo, como lo ojos y los oídos del gobierno: un instrumento de control de la Iglesia. Hemos tenido la experiencia de cómo algunas personas de la AP hayan dañado los derechos de la Iglesia por decenios. Por esto, la mayoría de los católicos, usando cautela y prudencia, no puede aceptar la AP.

¿Qué hay, después, sobre una recíproca comprensión y cooperación entre la Santa Sede y el gobierno sobre los nombramientos de los obispos en el futuro? Un problema serio es cómo obrar con los siete obispos ilegítimos. El Card. Tong subraya que el gobierno decide aceptar a los obispos sólo teniendo en cuenta del punto de vista “patriótico” y político. Y quizás, la Santa Sede podrá aceptar a todos los siete obispos plegándose al compromiso.

De hecho, la santa Sede pidió al gobierno que reconozca más de 30 obispos subterráneos. Este paso del gobierno es más fácil de lo pedido a la Santa Sede para reconocer a los siete obispos ilegítimos.

Volviendo al diálogo y a las concesiones, el gobierno podría ante todo reconocer a Wei Jingyi, Xie Tingzhe, Han Zhihai, Ma Cunguo… Por muchos años ellos, para hacerse aceptar, han demostrado en público su amistad con el gobierno. Luego el gobierno podría acoger a los obispos de la comunidad subterránea que no adhieren a los “principios de la fe”, si expresan su apoyo al gobierno. De tal modo el gobierno los acogerá junto a sus sacerdotes. De tal modo podrán recibir el fruto de la estabilidad de la situación y tranquilizar el corazón de las personas. ¿Por qué no hacerlo? Porque algunos fieles de la comunidad subterránea aún insisten con su “fidelidad” a la Santa Sede. Ellos no están dispuestos a aceptar el acuerdo Sino- Vaticano si daña su fe y si va contra e hiere sus derechos. Desde este punto de vista, el acuerdo está aumentando la división de la iglesia en China.

De todos modos, no importa que estén los que insisten sobre el ser “fieles” a la Santa Sede. Ellos no son la mayoría de la Iglesia en China. Debemos admitir que el diálogo China. Vaticano no puede alcanzar a una visión común y al mismo tiempo avanzar en manera rápida.

Además, el ex-vice ministro de la Salud china aceptó la invitación a participar en el Congreso internacional sobre el tráfico de órganos como representante del gobierno chino. Podemos ver que ambas partes, si bien teniendo credos y valores diversos, son capaces de ponerse juntos y enfrentar sus necesidades.

El precio es que la Santa Sede haya tenido una cierta medida de abandonar sus pedidos de justicia y de respeto de los derechos humanos. China expresó con claridad su gracias a la santa Sede y a la comunidad internacional por haberle dado la posibilidad de hacer sentir su propia voz.

Un creyente de Taiyang

Nosotros vemos que hay un bloque en las relaciones entre China y Vaticano. La razón es que la dictadura del gobierno no puede tolerar la libertad y las actividades autónomas de las organizaciones no gubernamentales. El problema no es una disputa cultural o litúrgica. El problema no está en la Iglesia. La Santa Sede continuamente demostró mucha gentileza y el Card. Tong prospecta con optimismo un futuro luminoso para las relaciones sino-vaticanas. En breve, es imposible una pacífica coexistencia cuando exista un conflicto sobre la esencia entre el gobierno y una dictadura y la libertad religiosa. Mirando hacia atrás a la historia y a la realidad, nosotros vemos con claridad que el gobierno mantiene bajo control la libertad religiosa. No hay optimismo y ninguna positividad en el establecer las relaciones diplomáticas.  

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