13/03/2020, 14.04
RUSIA
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Iglesia Ortodoxa rusa: alerta por coronavirus, que abarca la comunión y el beso a los íconos

de Vladimir Rozanskij

Las indicaciones del Sínodo del Patriarcado de Moscú: desinfectar los íconos, que son besados por devoción; prestar particular atención a las bebidas benditas. Para algunos sacerdotes, la comunión, por ser signo del amor de Dios, no puede llevar a la enfermedad y a la muerte. La Iglesia griega, más cautelosa. Largas filas para besar las reliquias de Juan El Bautista en San Petersburgo. Lo cierto es que Rusia está más preocupada por la “corona” de Putin.

Moscú (AsiaNews) - El Patriarcado de Moscú no se ha quedado atrás y también ha querido recomendar a sus fieles el respeto de algunas normas de conducta frente a la difusión del coronavirus. En realidad, Rusia parece ser bastante inmune a la propagación del virus, registrando pocas decenas de casos. Pero también hay quien sospecha que el gobierno quizás no esté difundiendo estadísticas creíbles. 

El interés del país está mayormente volcado hacia otra “corona”, a saber, la presidencial. Ésta esta conectada con la aprobación de varias enmiendas a la Constitución, y, sobre todo, con el proyecto de ley de la diputada Valentina Tereshkova (la primer astronauta mujer), quien al culminar el debate en torno a la Carta Magna propuso anular las limitaciones de la ley referidas a todos los mandatos anteriores de Vladimir Putin, “para asegurar la estabilidad del país”. La propuesta tuvo el apoyo inmediato del presidente de la Duma, Vjačeslav Volodin, quien pidió a los miembros del Parlamento defender a Putin como “prerrogativa y excelencia” de Rusia. El mismísimo presidente aceptó la propuesta, dejando al desnudo el verdadero objetivo de todas las maniobras constitucionales: permanecer en el poder de cualquier manera. Con los nuevos plazos, él podría permanecer como presidente hasta el año 2036, pisando los talones de Iván El Terrible (50 años de reinado) y de Pedro El Grande (40 años). 

El Sínodo Patriarcal se reunió igualmente el 11 de marzo. Difundió una declaración en la cual expresa sus “condolencias a los familiares y cónyuges de las víctimas del coronavirus en China, Corea del Sur, Irán, Italia, Francia, Alemania, España y los demás Estados”. Tras bendecir la obra de médicos y voluntarios, el Sínodo recuerda que “durante las epidemias, la Iglesia Ortodoxa rusa siempre ha cumplido con su ministerio del testimonio, sin denegar a nadie la asistencia espiritual y la plena participación en los sacramentos”. En este sentido, se invita a mantener la moderación y el sentido común, conservando la “tranquilidad en la oración” , sin ceder al pánico y a los temores por la propagación de la pandemia”.

Se recomienda “ser coherentes e inflexibles en el cumplimiento de las medidas de prevención higiénico-sanitaria, adoptadas en parroquias y monasterios, sobre todo en las regiones donde se reconoce oficialmente que las condiciones epidemiológicas son críticas. Deben usarse soluciones para desinfectar los iconos expuestos a la veneración, que son besados por los fieles cuando se inclinan ante ellos; así mismo, deben utilizarse vasos descartables y de un solo uso para las bebidas de uso devocional”. En los ritos ortodoxos, además de la comunión eucarística, suele beberse agua y vino benditos, como participación devota en la liturgia comunitaria.  

En este sentido, el rito de la comunión eucarística da lugar a interrogantes similares, ampliamente cuestionados en los últimos días, y que el Sínodo ha decidido sobrevolar. Los fieles ortodoxos reciben la Eucaristía bajo la forma de fragmentos de pan mojados en vino, y distribuidos a los fieles con una cuchara de oro, de manos del sacerdote, directamente en la boca. Los diáconos secan el rostro de la persona que comulga utilizando manutergios de color rojo (el mismo color del vino). Quien no recibe la comunión (motivo que debiera llevarlo a confesarse durante la liturgia), es decir, la mayoría de los fieles, se limita a beber el agua y el vino benditos junto al altar. Todos estos procedimientos ahora generan temores, y cada vez hay menos fieles dispuestos a la devoción y a recibir los sacramentos. 

Algunos sacerdotes, como el archimandrita Filipp (Rjabikh), representante de la Iglesia Rusa en las instituciones europeas en Estrasburgo, consideran que “si bien es terrible enfermarse de este virus tan grave, más grave aún sería que por ello nos privásemos de la sagrada comunión o de la misma liturgia, el gran don de Dios”. El Padre Filipp recordó las palabras de los Padres de la Iglesia, quienes afirman que “el mundo se rige por la celebración de la liturgia y la eucaristía”, y equiparó el cierre de las iglesias de los últimos días con el período soviético, cuando las iglesias eran clausuradas o destruídas por el régimen. 

De la misma manera, la Iglesia Ortodoxa griega, durante la reunión del Sínodo del 9 de marzo, había declarado que “la Santa comunión no puede ser causa de transmisión del coronavirus, pues es la entrega de la personas en las manos de Dios y una manifestación de Su amor”. También cabe considerar que en comparación con los rusos, los griegos suelen ser menos “impositivos” en el gesto sacramental, y normalmente dejan librada a los fieles la posibilidad de usar la cuchara o no al consumir el pan y el vino consagrados, tal como sucede, también, en la Iglesia Copta. Sin embargo, a los creyentes a la antigua, de la antigua Iglesia rusa tradicionalista, se les ha advertido sobre el riesgo de infección en el acto de la comunión, llamando a tomar medidas más severas, llegando inclusive a la suspensión de las celebraciones litúrgicas.  

En San Petersburgo, haciendo caso omiso de los riesgos de infección, una multitud de fieles se dirige en estos días a la Catedral de Nuestra Señora la Virgen de Kazán, ubicada en el centro de la “capital del norte”, y donde se exponen la reliquias de San Juan El Bautista (ver foto). Miles de personas se agolpan tanto en el interior como fuera de la iglesia, para llegar a besar la reliquias, un acto ciertamente devoto y salvífico, pero sin lugar a dudas poco higiénico en el período de coronavirus.

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