17/05/2022, 12.07
RUSIA-ASIA CENTRAL
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Los 30 años de la CSTO, el ‘tigre de papel’

de Vladimir Rozanskij

Más que una OTAN euroasiática, es un instrumento para el control ruso de Asia Central. En 2020 tenía un presupuesto de 7 millones de dólares, mientras el de la OTAN superaba el billón. El resultado de la guerra en Ucrania determinará el futuro de la organización.

Moscú (AsiaNews) - El presidente Putin convocó en la capital rusa a los líderes de los países que integran la Collective Security Threaty Organisation (CSTO), la llamada OTAN euroasiática, fundada hace 30 años para asegurar la protección de los antiguos territorios soviéticos. Además de Rusia, incluye a Bielorrusia, Armenia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán. La última operación militar del CSTO fue la "misión de paz" para sofocar las revueltas en Kazajistán en enero de este año y duró un fin de semana.

El Kremlin reunió al grupo, según los comunicados, "no sólo con motivo del jubileo, sino para intercambiar puntos de vista sobre los problemas actuales de la región y del mundo, a fin de evaluar medidas de reacción común ante los numerosos desafíos y amenazas que se plantean en diferentes niveles". Al margen de la reunión, también tuvo lugar un encuentro bilateral entre Putin y el presidente bielorruso Lukashenko, quien recientemente criticó la guerra en Ucrania porque "se está prolongando demasiado". Una de las propuestas que se discutieron fue la incorporación de otros países a la CSTO, para minimizar las desastrosas consecuencias de las sanciones económicas y organizar la producción conjunta de los componentes necesarios para el armamento ruso

La alianza se creó el 15 de mayo de 1992 con el telón de fondo de la guerra civil en Tayikistán. Desde entonces ha desempeñado un papel decididamente secundario, que lo asemeja más a un "tigre de papel". Ahora su destino depende fundamentalmente del resultado de las maniobras rusas en Ucrania. El acuerdo se ha renovado siempre cada cinco años y al principio Azerbaiyán y Georgia también formaban parte del mismo; Uzbekistán ingresó en 2005, pero lo abandonó en 2012. Tal como ocurre con los países de la OTAN, si agreden a uno de sus miembros, los demás también se consideran atacados y se organiza una defensa conjunta según los estatutos de la ONU.

Hasta 2002 la CSTO se consideraba un acuerdo a nivel regional en el ámbito político-militar, tras lo cual se decidió elevar su estatus a organización internacional. Más que un paralelo oriental de la OTAN, los expertos la consideran un instrumento político para promover los intereses de Rusia. El politólogo independiente tayiko Parviz Mullodzanov la define como "un modelo ruso de integración, en el que Moscú desempeña el papel dominante en el espacio postsoviético, y sus recursos militares y financieros constituyen el 90% de la organización". Como no hubo amenazas reales en los últimos 30 años, ha prevalecido el sentido político de la unión.

En 2001 se formaron las fuerzas colectivas de reacción rápida, con 5.000 efectivos; en 2007 las fuerzas de paz, con 3.600 soldados; y en 2009, las fuerzas de reacción operativa, con 5.000 efectivos. Estas tropas no tienen un lugar de despliegue fijo y son sólo contingentes nominales asignados en parte a cada país de la CSTO. Calculando la composición completa de las fuerzas militares, el ejército de la alianza cuenta con 1,2 millones de hombres, el 80% de los cuales son rusos. En 2020, el presupuesto de la organización era de poco menos de 7 millones de dólares. En comparación, la OTAN cuenta con 3,5 millones de hombres, el 40% de los cuales son estadounidenses, y en 2020 los Estados miembros invirtieron en su defensa más de un billón de dólares.

Además de la escasez de fondos, la CSTO carece casi por completo de centros operativos, de una red común de inteligencia y espionaje, de estructuras de mando regionales y de centros de adiestramiento e investigación. En los últimos años no faltaron casos de conflicto entre miembros de la CSTO, que de hecho casi nunca ha intervenido. Esto se debe, en parte, a la debilidad de las estructuras frente a las prerrogativas de los líderes individuales, que normalmente deciden de manera autocrática e independiente de los demás. En 2010 Kirguistán pidió ayuda para sofocar los enfrentamientos interétnicos, pero la CSTO se negó a intervenir para no "interferir en los asuntos internos de un país soberano". Lo mismo ocurrió con el conflicto entre armenios y azeríes en Nagorno Karabaj, o las disputas fronterizas entre kirguises y tayikos. La guerra en Ucrania dirá si todavía se puede hablar de una "OTAN ex-soviética".

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