14/03/2015, 00.00
FILIPINAS
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Manila, obispos "felices" por la decisión de los jueces de transferir el enorme establecimiento petrolífero

La Corte suprema ordenó el secuestro y el transferir a otro lugar el centro de depósito. Realizado en el corazón de la capital, para el auxiliar de Manila era un "desastre anunciado" listo para futuras víctimas. El prelado espera que el desmantelamiento se haga lo más rápido posible, pues es de interés "para la salud pública".

Manila (AsiaNews/Cbcp)- La Conferencia episcopal filipina (Cbcp) recibió con gran alegría la decisión de la Corte suprema (Sc) que emitió con sentencia definitiva el secuestro del centro de depósito de petróleo en el distrito de Pandacan, en Manila. Precedentemente los obispos habían definido a la estructura como una bomba a relojería, "un desastre anunciado".

En una entrevista a la emitente católica Radio Veirtas, el obispo auxiliar de manila, mons. Broderick S. Pabillo, presidente del Comité permanente sobre los asuntos públicos (Pcpa) de la Cbcp, expresó la alegría que la decisión de los jueces tenga efecto inmediato. El prelado explica que "es en el interés de la salud pública" que esto suceda lo antes posible.

El auxiliar de la capital agrega que una vez transferidos las 33 hectáreas del polo industrial petrolífero, utilizado por las más importantes compañías del sector, a una localidad donde cree el menor daño posible, este no "constituirá más una amenaza para los habitantes de Pandacan".

El depósito de petróleo de Pandacan es una terminal para el depósito y la distribución usado por 3 gigantes de la industris petrolífera: Caltex (Chevron Corporation), Petron y Shell. Este surgía en una zona de la capital densamente habitada y tiene un impacto devastador para la salud pública.

Además, en estos años se verificaron numerosos accidentes, entre las cuales explosiones y derrames de carburante en el cercano río Pasig, el último de los cuales fue el año pasado; muchas personas tuvieron que hacerse atender en los hospitales para curaciones médicas por varios y graves problemas respiratorios.

El prelado recuerda que la Iglesia filipina de hace tiempo realizó presiones a las instituciones para que se transfiriera de este establecimiento que era fuente de graves daños para la salud del hombre y del ambiente. Una potencial bomba y en el caso de daños causados por un terremoto o incendio. O por si acaso, algún taque terrorista las consecuencias podrían haber sido devastadoras y ni que hablar de las víctimas. "No debemos esperar que algo grave suceda- advierte- para después recién obrar".

A las compañías petrolíferas y a la administración de la capital, concluye el auxiliar, no les queda otra que aceptar las decisiones de los jueces. "Es inaceptable que hay un depósito de petróleo en el centro de Manila".

La atención de la Iglesia por esta cuestión no debe maravillar, porque ya en el pasado la dirigencia de los católicos filipinos y sobre todo la arquidiócesis de Manila, han dado y prestado mucha atención a los problemas relacionados con el ambiente. En febrero del año pasado, las parroquias de la capital iniciaron una campaña de sensibilización para juntar y desechar la basura electrónica. En Luzon los vértices católicos y las ong entablaron una batalla común para la bonificación de terreno contaminados por excavaciones y exploraciones. 

 

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