13/06/2019, 12.14
HONG KONG - CHINA
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Mons. Joseph Ha: He llorado por los jóvenes de Hong Kong (Video)

de Joseph Ha Chi-shing

Para el obispo auxiliar de Hong Kong, los reclamos de los jóvenes son justos y expresan su “preocupación por la sociedad”. Las manifestaciones de los últimos días, que apuntan a abolir la ley de extradición, son el único camino viable frente a un poder político que hace oídos sordos.

Hong Kong (AsiaNews) – Al escuchar a los jóvenes que participaron en las manifestaciones de ayer, para impedir que se sancione la ley de extradición a China, el obispo auxiliar de Hong Kong, Mons. Joseph Ha Chi-shing lloró. Lo dijo él mismo en la homilía que pronunció ayer en la iglesia de Nuestra Señora del Monte Carmelo, en el preciso momento en que se recrudecían los enfrentamientos entre los manifestantes y la policía.  Para Mons. Ha, los reclamos de los jóvenes son justos y expresan su “preocupación por la sociedad”. El obispo define a éstos como “racionales, pacíficos y moderados”, aunque al mismo tiempo “impotentes” frente a un poder político obtuso, que los trata “con violencia” y que “aprueba no se sabe qué leyes para el beneficio del pueblo”, que, en definitiva, “no conoce” estas leyes”. A continuación, brindamos el texto completo de la homilía (traducción de AsiaNews).  

 

Una hora antes de la homilía, hablé con decenas de jóvenes y los escuché. Cada uno de ellos ha estado algunas horas o quizás un día entero en Admiralty [cerca de la sede del parlamento -ndr]. Estoy muy triste, esto no debe ser así. He visto el comportamiento de los jóvenes: son racionales, pacíficos y moderados. Quizás podríamos decir que son ingenuos, al pensar que reuniéndose en tal número pueden cambiar algo, aplazar la aprobación de la ley de extradición.

No sé por qué motivo ni por orden de quién, pero su experiencia me dice que los jóvenes son tratados con violencia. No logro imaginarlo en lo más mínimo. Un joven no debiera afrontar todo esto. Jamás habría pensando que en Hong Kong podría suceder todo esto.

Nací y crecí aquí, en Hong Kong; ¡aquí tengo a mi familia y a las personas que amo! Todo lo que queremos es vivir en libertad, tener garantías en nuestra vida, tener libertad, [una libertad] a la que todos tienen derecho, y no vivir más con miedo. ¿Acaso pedimos demasiado? ¿De verdad no lo merecemos? ¡No!¡No debe ser así!

Hace algunos días, en efecto, muchas personas entre nosotros participaron en la manifestación y expresaron sus intenciones con su sudor. Pero todo esto parece ser inútil...

Hoy, numerosas personas hicieron huelga, cientos y miles de personas estuvieron frente al Consejo legislativo [el Legco, el parlamento - ndr] pero fueron expulsadas otra vez. Todos los esfuerzos parecen ser, nuevamente, inútiles. La Iglesia nos invita a rezar y a participar de la misa; pero, ¿de qué sirve?

Cuando escuché lo que compartían los jóvenes, vi y sentí que la humanidad es bella y buena. A pesar de las numerosas injusticias, la humanidad sigue resplandeciendo, los jóvenes se ayudan y se sostienen mutuamente. “¡Cuántas personas han venido, y cuántas personas han ido!” Justamente, de esto se trata el amor recíproco, esta es la enseñanza de Jesús. Este es el fruto de nuestras oraciones al Señor, cuando le pedimos que nos ayude a cambiar nuestro corazón.

En la primera lectura de hoy, San Pablo dice: “La letra mata, pero el Espíritu vivifica” (2 Cor 3, 6).

Entonces, esta es [nuestra] espiritualidad. La sociedad actual de Hong Kong dice muchas cosas bellas, aprueba quién sabe qué leyes para el bien del pueblo, pero parece ser que nadie ha comprendido de qué se tratan estas leyes.

Jesús nos ha enseñado que la verdadera ley es satisfacer a otro, ¡hacer el bien del otro! La verdadera ley consiste en ocuparse del otro, amar al prójimo e incluso sacrificarse por el prójimo.

Estábamos preocupados por el tráfico y vinimos hasta aquí, al centro diocesano, a pie.

¡Le agradezco al Señor que nos ha hecho hacer este tramo de camino! He visto a tantos jóvenes, estoy muy dolorido… ¿por qué ha ocurrido esto? Sin embargo, en mi dolor también tengo una gran admiración por ellos.

Los admiro por su pureza y por su preocupación, su atención para con la sociedad. No pueden hacer nada. ¿Qué otra cosa pueden hacer? Todo lo que pueden hacer es salir a las calles y gritar algún eslogan para expresar sus intenciones, para que los que están en el poder escuchen sus voces: eso es todo.

¿Acaso pedimos demasiado? ¿Por qué no podemos pedir esto?

Mientras venía hacia aquí, mi corazón lloraba.

Pero al mismo tiempo, ¡doy gracias al Señor! Agradezco a Dios, que ha dado todos estos valiosos jóvenes a la sociedad de Hong Kong. He visto la imagen del Señor escrita en la profundidad de su alma: ello están aquí, no sólo por ellos mismos.

Hermanos y hermanas, no sé qué otra cosa podemos hacer, y tampoco cómo proceder por este camino. Pero Jesús hoy nos ha dicho: “…Busquemos la justicia, y entonces, ¡usemos el método de la justicia!

Por nuestra sociedad de Hong Kong, y por todos los ciudadanos de Hong Kong, hemos aprendido a amarnos y a respetarnos mutuamente, a estar juntos, hagamos todo lo que podamos por esta tierra. Aunque solo sea una página del Evangelio, una oración, una auto-reflexión, una palabra, un mensaje por WhatsApp…

Hermanos y hermanas, las capacidades humanas son limitadas, [tengamos] confianza en Dios, y abandonémonos en Sus brazos.

 

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