16/11/2021, 10.45
RUSIA
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Moscú borra la memoria del periodo soviético

de Vladimir Rozanskij

La Justicia rusa quiere cerrar "Memorial", una asociación que honra a los disidentes que vivieron durante los años de la URSS. El activista Lev Ponomarev, bajo la mira de las autoridades. La sociedad rusa se vuelve cada vez más fascista, y el problema no se limita a Putin.

Moscú (AsiaNews) - Las voces de protesta se extienden en Rusia tras la petición de la justicia de cerrar "Memorial". Desde la caída del comunismo, esta asociación trabaja para recuperar y honrar la memoria de la disidencia de la época soviética. Uno de sus fundadores, Lev Ponomarev, dirigió una pequeña reunión el 14 de noviembre frente a la histórica sede de la KGB, en la plaza Lubjanka.

El 11 de noviembre, el Ministerio de Justicia también rechazó el recurso presentado por Ponomarev en el que se impugnaba la inclusión de su asociación "Por los Derechos Humanos" -vinculada a Memorial- entre los grupos definidos como "agentes extranjeros". Pocos días antes, las autoridades impusieron una multa de 10.000 rublos (150 euros) al octogenario paladín de la disidencia. Se lo acusó de difundir mensajes en las redes sociales en los que se citaban acontecimientos y personas, pero no se incluía la mención obligatoria "considerados extremistas según la ley rusa". Si llegara a recibir dos multas más de este tipo,  Ponomarev podría ser incriminado.

Ponomarev pasó por todas las etapas del fin del régimen soviético y el renacimiento de Rusia. Físico y matemático, fue diputado en el parlamento "gorbacheviano" de 1990 a 1993, y luego en la primera Duma postsoviética en 1994-1995, tras fundar el partido de la oposición "Rusia Democrática" en 1990. También fundó varias asociaciones en favor de los derechos humanos y los derechos de los presos, convirtiéndose en uno de los iniciadores de Memorial, que desde 2013 sufre persecuciones sistemáticas por parte de los organismos estatales y el poder judicial.

La protesta de Ponomarev y sus seguidores se apoya también en las palabras del presidente Putin, que hace unos años prometió proteger la obra dedicada a la memoria de los perseguidos, aduciendo que "no hay ninguna justificación posible para estos crímenes". En las entrevistas de los últimos días, Ponomarev repite que "Memorial es el orgullo nacional de Rusia; sirve para superar la división entre los pueblos... prácticamente en cada familia hay víctimas de la represión del periodo soviético, es una herida que sigue abierta y que ha comenzado a sangrar de nuevo".

El defensor de los perseguidos se queja del actual intento de "reescribir la historia". Impugna las recientes celebraciones por el centenario de la fundación del KGB, organizadas por su heredero (el FSB, el Servicio Federal de Seguridad), todo ello con la bendición de Putin. Las protestas de Ponomarev contra los servicios secretos lo han consagrado como uno de los individuos más perseguidos por el régimen actual, en parte debido a sus continuas campañas en defensa de las minorías étnicas y religiosas, como los Testigos de Jehová.

Las asociaciones de Ponomarev son también un punto de referencia para muchos otros grupos locales y regionales de derechos humanos, lo que ha provocado la irritación de los gobernadores y de muchas estructuras administrativas y legislativas de todo el país. Muchas de estas organizaciones han sido bloqueadas por métodos administrativos -no por haber infringido la ley, sino porque no han podido conseguir que sus estatutos sean aprobados por las oficinas competentes.

Dado que Ponomarev ha sido tachado de "agente extranjero" le impiden utilizar incluso Facebook, por lo que intenta publicar artículos en todos los periódicos y revistas donde encuentra un mínimo de hospitalidad. Sus artículos son constantemente bloqueados en las redes sociales, pero sus admiradores y seguidores intentan reenviarlos de todas las maneras posibles. Él les agradece sarcásticamente ya que “por todos estos posts, la multa que he recibido, en general, ha sido razonable”.

Cuando le preguntan si considera que a futuro empeorará el clima de represión en Rusia, Ponomarev responde: "Esperemos que no. Ciertamente, parece que nuestra sociedad se está volviendo cada vez más fascista, y no solo por culpa de Putin y sus camaradas, sino también desde abajo. Putin se irá tarde o temprano, pero ¿cómo nos libraremos de todo este fascismo? Hoy en día la gente está muy asustada y no está dispuesta a luchar por sus derechos”.

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