'Nosotras, religiosas indias en el Sudán del Sur que espera al Papa Francisco'
El testimonio de las Hijas de María Inmaculada, congregación misionera fundada en Asia. Desde 2012 desarrolla su ministerio entre las víctimas de la guerra en el país africano que se prepara para recibir al pontífice. Las iniciativas de paz promovidas entre la gente por las religiosas. Hna. Vijili Dali: "La gente espera del Papa la reconciliación. Es un desafío muy difícil, pero creemos que Dios salvará a su pueblo".
Mumbai (AsiaNews) - El Papa Francisco partió esta mañana para su tercer viaje apostólico al África subsahariana, cuyas primera escalas son en la República Democrática del Congo y Sudán del Sur. En este segundo país encontrará una realidad muy significativa del espíritu misionero de las Iglesias de Asia. Sudán del Sur es, en efecto, uno de los países africanos donde las Hijas de María Inmaculada (DMI) desarrollan su misión. Es una congregación religiosa fundada en 1984 por el sacerdote Arul Raj en la India para "amar a Dios sirviendo a los pobres" y difundir la palabra de Dios por todo el mundo.
Menos de cuarenta años después las Hijas de María Inmaculada son 553 y están en varios países africanos (Tanzania, Zambia, Malawi, República Centroafricana) pero también en Papúa Nueva Guinea. Llegaron a Sudán del Sur en 2012 y hoy prestan servicio en la arquidiócesis de Juba y en las diócesis de Wau, Rumbek y Malakal. Las religiosas indias debieron hacer frente a la dramática y sangrienta guerra civil que estalló en 2013 y ha dejado un saldo de millones de personas desplazadas, y de inmediato comenzaron a trabajar en primera fila por la dignidad de las personas proporcionando alimentos, alojamiento, servicios médicos y educación para los niños. Pero también se dedicaron a formar grupos de autoayuda en las aldeas. Conocidos como grupos de paz, esta poderosa estrategia ha transformado la vida de más de 15.000 familias al garantizar su autosuficiencia económica y social.
Las Hijas de María Inmaculada han fundado 22 escuelas comunitarias en las aldeas de los alrededores de Juba, donde estudian 18.000 niños. Una escuela profesional ya capacitó a más de 1.200 jóvenes, impartiendo competencias técnicas pero también cursos especiales sobre paz y reconciliación, liderazgo y gestión de pequeñas empresas. Han ayudado a 6600 familias a poner en marcha una producción agrícola en 2500 acres de tierra asignados por los líderes locales. Las propias hermanas han creado una empresa agrícola modelo de 6 acres donde 4000 agricultores han sido capacitados en prácticas agrícolas sostenibles. También organizaron dos centros de acogida para la mujer y de prevención de la violencia de género, que recibieron a más de 320 mujeres en programas de rehabilitación.
Semillas arrojadas en un contexto que sigue estando profundamente marcado por la guerra. “Sudán del Sur hoy parece estar en paz - dice la hna. Vijili Dali, responsable de la misión de las Hijas de María Inmaculada en el país, pero en algunas regiones todavía hay enfrentamientos de vez en cuando. Sobre todo en Malakal, en el estado del Alto Nilo, el conflicto no cede. Y hasta que el país no sea seguro, los inversionistas no estarán interesados en traer dinero para el desarrollo económico".
¿Qué espera Sudán del Sur del Papa Francisco? “La población espera que traiga la reconciliación entre los dos grupos del presidente Salva Kiir y el vicepresidente Riek Machar - responde la superiora de las Hijas de María Inmaculada - para que la gente pueda vivir en paz y armonía. Pero también espera el regreso de las grandes ONG al país, para poner en marcha programas de desarrollo en educación, seguridad alimentaria e infraestructura. La gente cree que la Santa Sede puede influir en algunos países para que ayuden al gobierno. La mitad de la población aún vive fuera del país, más del 20% acampa en el monte: hay que apoyar su retorno, para que la comunidad pueda volver a la vida”.
Sin embargo, son desafíos exigentes: “Hace diez años que estoy aquí - concluye la hna. Vijili Dali- y he comprendido qué difícil que es construir la paz. El tribalismo sigue muy arraigado, están dispuestos a perder la vida por la afirmación de su tribu. Esta mentalidad no ayuda. Pero seguimos creyendo que también en Sudán del Sur Dios obrará el milagro de salvar a su pueblo".
