30/08/2022, 13.34
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Párroco de Gaza: escuelas cristianas según el principio de 'verdad, caridad y libertad'

de Dario Salvi

Tras dos años de confinamientos y aprendizaje a distancia, se abre un nuevo capítulo para los colegios cristianos de la Franja. La mayoría de sus estudiantes son de religión musulmana y se respetan “los valores y la identidad” de cada uno. Para los palestinos, la educación es el camino de la redención. Con el confinamiento aumentó la violencia entre los jóvenes y es fundamental reconstruir la convivencia. 

 

Milán (AsiaNews) - La misión de las escuelas cristianas de la Franja es "dar testimonio" de nuestra fe "en forma directa, mostrando sus valores y respetando la identidad de las personas", y teniendo en cuenta también que "la mayoría" de los alumnos “son musulmanes y siguen siéndolo”. Lo que inspira a los institutos católicos en el enclave palestino es una idea muy precisa de cultura y de lo que significa compartir, dice el p. Gabriel Romanelli -sacerdote argentino del Verbo Encarnado y párroco de Gaza- y él considera que incluso la mayoría islámica "percibe algo especial" en estos colegios. “Es la libertad y el respeto a las diferencias -subraya-, pero sin caer en el relativismo, porque somos los primeros en sentirnos orgullosos de nuestra identidad católica”.

Convivencia y dignidad

En la Franja de Gaza hay cinco colegios cristianos: tres católicos, uno ortodoxo y uno protestante. Hay poco más de mil cristianos en la región, de los cuales 134 son católicos. Es un porcentaje ínfimo  en relación con el total de 2,3 millones de habitantes que viven en lo que activistas y ONG han llamado muchas veces una "cárcel al aire libre", debido al bloqueo impuesto por Israel tras el ascenso de Hamás. Dos de estos colegios dependen del Patriarcado Latino de Jerusalén: la Escuela Parroquial del Patriarcado Latino -la institución educativa privada más antigua de Gaza- que tiene 210 alumnos de entre 4 y 14 años, la mayoría de ellos musulmanes (35 cristianos en total), y unos 90 empleados, incluyendo los profesores. Luego está el Colegio de la Sagrada Familia, que incluye desde el jardín de infancia hasta el "Tawjihi", el nivel de preparación para los exámenes universitarios. Allí estudian 630 alumnos, de los cuales cerca de 70 son cristianos.

En nuestras instituciones, dice el p. Romanelli, “tratamos de garantizar un buen nivel de educación, mostrando a todos que cristianos y musulmanes pueden vivir juntos” y basando esta convivencia “en los valores propios de una sociedad cristiana y de la Iglesia”. En primer lugar, la "dignidad de la persona humana, la caridad y el respeto a la verdad sobre Dios y el mundo", una especie de "oasis donde las personas de buena voluntad puedan saciar la sed del alma, encontrar consuelo y recibir un nivel de educación adecuado".

Los resultados de esta misión se pueden ver incluso con el tiempo, explica el párroco, y toma como ejemplo un episodio ocurrido hace poco: "El año pasado vinieron a nuestra escuela el rector y algunos profesores de una universidad de Gaza, para saludarnos por Navidad. Uno de ellos era un jeque, profesor de religión islámica, quien me dijo que había estudiado con nosotros hasta el sexto grado y que 'fueron los años más hermosos de mi vida'. Recordaba con cariño a la hermana Abel, que había sido su maestra. Bueno, esto muestra el espíritu de la escuela: sin perder nuestra identidad podemos sembrar paz, justicia y caridad, y cada uno puede hacer su aporte para una verdadera reconciliación entre los pueblos israelí y palestino".

Covid, educación a distancia y volver a empezar

En estos dos años y medio de pandemia el mayor reto ha sido asegurar la continuidad de la enseñanza en medio de confinamientos, educación a distancia, dificultades económicas y un creciente sentimiento de aislamiento y abandono en los niños. “Después de dos años de Covid-19, comenzamos de nuevo”, afirma con entusiasmo el p. Romanelli. “Buscamos el contacto personal, acortar distancias, acercar al educador y sus alumnos -continúa- porque en este tiempo hemos observado que los niños, y sobre todo los adolescentes, han cultivado una especie de violencia tanto interna como entre ellos.

"Eso agrava la situación ya crítica causada por los conflictos, desde la guerra relámpago en mayo de 2021 hasta el repentino ataque de Israel a principios de agosto, que nos tomó por sorpresa". El hecho de no poder salir de casa ha influido en la personalidad de los jóvenes y por lo tanto este año más que nunca la escuela debe convertirse en un lugar para redescubrir la socialización y curar las heridas generadas por el aislamiento, la segregación y el miedo al contacto que trajo el virus “Tenemos la esperanza -dice el párroco de Gaza- de que este sea un año de libertad académica después de los confinamientos y las mascarillas. Por eso hace pocos días comenzamos el curso escolar con una jornada de puertas abiertas, un día de fiesta para crear un clima de confianza entre las familias y en relación con la escuela”. Y añade, “es una forma de contrarrestar la creciente violencia entre los jóvenes, que también afecta -como nunca antes- a profesores y educadores. En la cultura árabe es raro ver una falta de respeto, una actitud violenta con respecto al padre, el maestro o la autoridad, pero es otra consecuencia de los años de pandemia”.

La educación es un valor

“Estamos trabajando para que este año los niños y jóvenes crezcan en el sentido de pertenencia a la escuela, a la red de instituciones católicas y a la sociedad palestina en su conjunto”, explica la directora de la escuela del Patriarcado Latino en Gaza . “Queremos ofrecer - añade Um Fady, como lo llaman profesores y alumnos - algo concreto, garantizando la educación y la cultura. Para el comienzo del año lectivo también entregamos algunos regalos a los alumnos, como una manera de alentarlos después de todas las dificultades que trajo la pandemia”.

Los palestinos dan mucho valor a la educación, asistir a la escuela tiene una importancia fundamental y son conscientes de que su futuro depende de ello. Las escuelas cristianas tienen un valor agregado porque garantizan un alto nivel educativo. Tan es así que muchas familias musulmanas las eligen para sus hijos, porque también saben que se respetan “sus valores y su identidad”. La curiosidad y el deseo de conocimiento se cultivan incluso durante los meses de vacaciones, cuando jóvenes y niños asisten a centros de verano y cursos de idiomas. “Este verano -cuenta el padre Romanelli- en la parroquia organizamos un campamento escolar para 180 niños y unos 50 adolescentes, casi una cuarta parte de los cristianos de Gaza. Durante un mes estuvieron ocupados desde la mañana hasta la noche con misa, desayuno, lecciones de religión, juegos y concursos, momentos musicales, adoración del santísimo y bendición antes de regresar a casa”. “Nosotros formamos parte - concluye el p. Romanelli- de un cuerpo más grande, que son las escuelas del patriarcado de toda Tierra Santa, aunque se respetan las peculiaridades de cada territorio, desde Jordania hasta Palestina y Gaza”.

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