03/10/2018, 14.09
VATICANO
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Papa en el Sínodo: renovar la capacidad de soñar y esperar, para ‘contagiar a los jóvenes’

En la misa con la cual se inauguró el Sínodo, Francisco subraya la presencia, por primera vez, de dos obispos provenientes de China continental. La escucha sincera nos defiende de la "tentación de caer en posiciones ‘eticistas’ o elitistas y también de la atracción por las ideologías abstractas que no se corresponden nunca con la realidad de nuestro pueblo”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Renovar la capacidad de soñar y de esperar, para “contagiar a los jóvenes”. Es con este objetivo que el Papa Francisco celebró la misa para inaugurar el Sínodo sobre los jóvenes. El primero, resaltó, en el cual “están aquí, con nosotros, dos hermanos obispos de la China Continental. Démosles nuestra cálida bienvenida – agregó -: la comunión del episcopado entero con el Sucesor de Pedro es aún más visible, gracias a su presencia”.  

Una presencia que la televisión no capturó en medio de los 266 padres dispuestos cerca del altar, en una plaza San Pedro que congregó a más de 30.000 fieles. Y una bandera china.  

“Que el Espíritu – dijo Francisco, dirigiéndose a ellos -nos dé la gracia de ser Padres sinodales ungidos con el don de los sueños y de la esperanza, para que podamos, a su vez, ungir a nuestros jóvenes con el don de la profecía y de la visión; que Él nos de la gracia de ser memoria obrante, viva, eficaz, que, de generación en generación, no se deje asfixiar por los profetas de calamidades y de desdichas, y tampoco por nuestros límites, errores y pecados, sino que sea capaz de hallar espacios para inflamar el corazón y discernir los caminos de Espíritu”.  

“Ungidos en la esperanza – prosiguió – comenzamos un nuevo encuentro eclesial, capaz de ampliar horizontes, dilatar el corazón y transformar esas estructuras que hoy nos paralizan, nos separan y nos alejan de los jóvenes, dejándolos expuestos a las inclemencias de los tiempos y huérfanos de una comunidad de fe que los sostenga, de un horizonte de sentido y de vida (cfr. Exhort. ap. Evangelii gaudium, 49). La esperanza nos interpela, nos mueve, quiebra el conformismo del ‘siempre se ha hecho así’, y nos pide levantarnos para mirar directamente a la cara a los jóvenes, y las situaciones en las que ellos se encuentran. La misma esperanza nos pide trabajar para cambiar las situaciones de precariedad, de exclusión y de violencia, a las cuales están expuestos nuestros chicos”.  

Francisco dijo que se trata de “estar dispuestos a la escucha, unos de otros, para discernir juntos qué está pidiendo el Señor a su Iglesia”.

“El don de la escucha sincera, orante, y privada - en la mayor medida de lo posible- de prejuicios y condiciones, nos permitirá entrar en comunión con las diversas situaciones que vive el Pueblo de Dios. Escuchar a Dios, para escuchar con Él el grito de la gente, escuchar a la gente, para respirar con ella la voluntad a la cual Dios nos llama (cfr. Discurso en la vigilia de oración como preparación para el Sínodo de la Familia, 4 de octubre de 2014). Esta actitud nos defiende de la tentación de caer en posiciones ‘eticistas’ o elitistas, así como de la atracción por ideologías abstractas que nunca se corresponden con la realidad de nuestro pueblo  (cfr. J.M. Bergoglio, Meditaciones para religiosos, 45-46)”.

El Papa concluyó recordando que es precisamente a los jóvenes a quienes iba dirigido el documento del Concilio. “Así nos hablaron los Padres conciliares: «La Iglesia, durante cuatro años, ha trabajado para rejuvenecer su rostro, para corresponder mejor al designio de nuestro Fundador, el gran Viviente, Cristo, eternamente joven. Y al término de esta imponente ‘revisión de vida’, ella se dirige a ustedes: es por ustedes, jóvenes, y sobre todo para ustedes, que ella, con su Concilio, ha encendido una luz, aquella que alumbra el porvenir, el porvenir de ustedes. La Iglesia está deseosa de que la sociedad, que ustedes se disponen a construir, respete la dignidad, la libertad, el derecho de las personas: y estas personas son ustedes. [...] Ella confía  [...] en que ustedes sabrán afirmar en la vida su fe, en cuanto ésta da un sentido a la vida: la certeza de la existencia de un Dios justo y bueno.  

Es en nombre de este Dios y de su Hijo Jesús, que nosotros los exhortamos a expandir sus corazones, según las dimensiones del mundo, a entender el llamado de sus hermanos, y a poner ardientemente sus jóvenes energías al servicio de ellos. Luchen contra todo egoísmo. Niéguense a dar rienda suelta a los instintos de la violencia y del odio, que generan las guerras y su triste desfile de desgracias. Sean generosos, puros, respetuosos, sinceros. ¡Y construyan, en el entusiasmo, un mundo mejor que el actual!» (Pablo VI, Mensaje a los jóvenes, al término del Concilio Vaticano II, 8 de diciembre de 1965).

Padres sinodales, la Iglesia los mira con confianza y amor”.

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