09/08/2017, 14.40
VATICANO
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Papa: Jesús perdona los pecados, un ‘gesto escandaloso’. Llamamiento por Nigeria y la República Centroafricana

En la audiencia general, el Papa Francisco subraya que “Jesús ve una posibilidad de resurrección incluso en quien ha acumulado tantas elecciones equivocadas”. Los pecadores son “aliviados a nivel psicológico”, pero sobre todo reciben “una vida nueva, una vita marcada por el amor” como Mateo, Zaqueo, la samaritana. “Todos somos pobres pecadores, necesitados de la misericordia de Dios”. Un Ave María por los cristianos víctimas de la violencia en Nigeria y en la República Centroafricana. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El perdón de los pecados que brinda Jesús, un “gesto escandaloso” para la mentalidad de sus contemporáneos, en realidad es expresión del modo con el cual Él mira a los pecadores: “con esperanza. Jesús… ve una posibilidad de resurrección incluso en quien ha acumulado muchas elecciones equivocadas”. Son algunos de los aspectos tocados por el Papa Francisco en la audiencia general de hoy en el Aula Pablo VI, bajo el título “El Perdón Divino: motor de la esperanza” – “¿Quién es aquél que incluso perdona los pecados?”

Al final de la audiencia. Francisco recordó la matanza ocurrida en Nigeria el 6 de agosto pasado, en Ozubulu (centro del país), durante la misa matutina, en la iglesia de Saint Philip, dejando al menos 11 muertos y decenas de heridos. El Papa dijo estar “profundamente dolorido” por la masacre y agregó: “Deseo que cese toda forma de odio y de violencia y que ya no se repitan más crímenes vergonzosos, perpetrados en lugares de culto, donde los fieles se reúnen para rezar”. El pontífice también recordó la violencia perpetrada hoy contra los cristianos en la República Centroafricana.  

“Pensemos –agregó- en nuestros hermanos y hermanas de Nigeria y de la República Centroafricana. Recemos juntos: Ave María…”.

Anteriormente, Francisco resumió brevemente el episodio de Jesús que perdona los pecados a la mujer pecadora, que unge sus pies con el ungüento y los seca con sus cabellos (Lucas 7, 36-50).

“Según la mentalidad de ese tiempo – subrayó Francisco - entre el santo y el pecador, entre lo puro y lo impuro, la separación tenía que ser neta. Pero la actitud de Jesús es distinta. Desde el inicio de su ministerio en Galilea, Él se acerca a los leprosos, a los endemoniados, a todos los enfermos y los marginados. Un comportamiento de este tipo no era para nada habitual, tanto es así que esta simpatía de Jesús por los excluidos, los “intocables”, será una de las cosas que más desconcertarán a sus contemporáneos. Ahí donde hay una persona que sufre, Jesús se hace cargo, y ese sufrimiento se hace suyo. Jesús no predica que la condición de pena debe ser soportada con heroísmo, a la manera de los filósofos estoicos. Jesús comparte el dolor humano, y cuando lo encuentra, de su interior emerge esa actitud que caracteriza el cristianismo: la misericordia. Jesús, ante el dolor humano siente misericordia; el corazón de Jesús es misericordioso. Jesús siente compasión. Literalmente: Jesús siente estremecer sus vísceras. ¡Cuántas veces en los evangelios encontramos reacciones de este tipo! El corazón de Cristo encarna y revela el corazón de Dios, y ahí donde existe un hombre o una mujer que sufre, quiere su sanación, su liberación, su vida plena”.

“Es por esto que Jesús abre los brazos a los pecadores. Cuánta gente perdura, también hoy, en una vida equivocada porque no encuentra a nadie que esté dispuesto a mirarlo o a verlo de un modo diverso, con los ojos, o mejor dicho, con el corazón de Dios, es decir, a mirarlos con esperanza. Jesús en cambio, ve una posibilidad de resurrección incluso en quien ha acumulado tantas elecciones equivocadas.

A veces olvidamos que para Jesús no se ha tratado de un amor fácil, de poco precio. Los evangelios registran las primeras reacciones negativas en relación a Jesús justamente cuando Él perdonó los pecados de un hombre (Cfr. Mc 2,1-12). Era un hombre que sufría doblemente: porque no podía caminar y porque sentía que estaba “equivocado”. Y Jesús entiende que el segundo dolor es más grande que el primero, tanto que lo acoge enseguida con un anuncio de liberación: «¡Hijo, tus pecados te son perdonados!» (v. 5)”…”Es entonces que algunos escribas – aquellos que se creen perfectos: yo pienso en tantos católicos que se creen perfectos y desprecian a los demás… es triste esto – algunos escribas allí presentes se escandalizan por las palabras de Jesús, que suenan como una blasfemia, porque sólo Dios puede perdonar los pecados”.

“Nosotros que estamos acostumbrados a experimentar el perdón de los pecados, quizás demasiado a “buen precio”, cada tanto debiéramos recordarnos cuánto le hemos costado al amor de Dios”… “Jesús no va a la cruz porque cura a los enfermos, porque predica la caridad, porque proclama las bienaventuranzas. El Hijo de Dios va a la cruz, sobre todo, porque perdona: perdona los pecados, porque quiere la liberación total, definitiva del corazón del hombre. Porque no acepta que el ser humano consuma toda su existencia con este “tatuaje” imborrable, con el pensamiento de no poder ser acogido por el corazón misericordioso de Dios”.

“Así los pecadores son perdonados. No solamente son aliviados a nivel psicológico: el perdón nos consuela mucho, porque son liberados del sentimiento de culpa. Jesús hace mucho más: ofrece a las personas que se han equivocado la esperanza de una vida nueva.”, “Una vida marcada por el amor”. Mateo, el publicano se vuelve apóstol de Cristo. “Zaqueo, un rico corrupto de Jericó, se transforma en benefactor de los pobres. La mujer de Samaria, que tenía cinco maridos y ahora convive con otro, recibe la promesa del “agua viva” que podrá brotar por siempre dentro de ella (Cfr. Jn 4,14)”.

“Nos hace bien pensar que Dios no ha elegido como primera amalgama para formar su Iglesia a las personas que no se equivocan jamás. La Iglesia es un pueblo de pecadores que experimentan la misericordia y el perdón de Dios. Pedro entendió más la verdad de sí mismo al canto del gallo, que cuando tuvo impulsos de generosidad, que le henchían el pecho, haciéndolo sentir superior a los demás”.

“Somos todos pobres pecadores, necesitados de la misericordia de Dios que tiene la fuerza de transformarnos y devolvernos la esperanza, y esto cada día. Y a la gente que ha entendido esta verdad fundamental, Dios le regala la misión más bella del mundo, es decir, el amor por los hermanos y las hermanas, y el anuncio de una misericordia, que Él no le niega a nadie”.

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