21/10/2015, 00.00
CHINA-VATICANO
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Relaciones entre China y el Vaticano: cooperación y sobre todo paciencia para superar el punto muerto

de Wang Meixiu*
Una investigadora de la Academia social de Ciencias chinas traza el “estado de trabajos” de las relaciones entre Beijing y la S. Sede. Una larga historia tortuosa, complicada por incomprensiones recíprocas, no debe minar la posibilidad para el futuro de abrir canales de cooperación. Los nombramientos episcopales deben estar en manos del Papa, pero el Vaticano debe comprender mejor el modo de razonar de los chinos y confiarse más. En la base de todo está la necesidad de la paciencia por parte de ambos lados involucrados.

Beijing (AsiaNes)- Desde cuando el Papa Francisco fue elegido como pontífice, se habla siempre más a menudo de relaciones entre China y el Vaticano, de un incremento de diálogos, de inminentes relaciones diplomáticas. El entusiasmo frenético de varios medios y observadores de China tiene a disposición pocos hechos: las palabras de elogio y de estima que Francisco recoge en las redes sociales chinas, a causa de su estilo sobrio, de su amor hacia los pobres y enfermos. Se sabe también que desde años están en curso diálogos entre representantes vaticanos y chinos, pero (como también es obvio) no son conocidos públicamente los contenidos. La semana pasada, por ejemplo, una delegación estaba en Beijing. Por algunas palabras filtradas por aquí y por allá parece que se ha hablado de las modalidades sobre cómo elegir y ordenar a los obispos chinos, para evitar nuevas ordenaciones ilícitas..

Los problemas que pesan entre la S. Sede y China son muchos. AsiaNews, desea ofrecer a sus lectores las visiones y las voces de personalidades comprometidas en estos diálogos. Por este motivo es que hemos pedido a la señora Wang Meixu que presente desde su punto de vista las cuestiones y las prospectivas de una relación entre la S. Sede y la República Popular China. La profesora Wang es miembro de la Academia de las Ciencias sociales de Beijing, que obra a menudo como think-tank del gobierno. Desde su análisis se comprende cuánto camino todavía hay para recorrer, para que China mire a la S. Sede no como un organismo político. Al mismo tiempo, ella subraya cuánta paciencia es necesaria para las personalidades vaticanas encontrar una vía de diálogo con la dirigencia que garantice los derechos religiosos al interior de la sociedad china contemporánea.

Xi Jingping, presidente de la República Popular China y el Papa Francisco, jefe de la Iglesia católica, han visitado a los EEUU y a las  Naciones Unidas en el mismo período a fines de septiembre. El Papa Francisco alabó una vez más al pueblo chino y expresó su propia voluntad de visitar China. Esto tiene, una vez más, atraído la atención de los medios sobre las relaciones entre China y Vaticano.

Basándome en mis investigaciones, la actual situación de las relaciones entre China y vaticano tiene un pasado largo y tortuoso. En 1922, la S. Sede envió al arzobispo Celso Costantini (más tarde erigido cardenal) a China como primer Delegado apostólico en el país, cuya principal función era la de supervisar el trabajo de los misioneros católicos en varias partes de China continental. En 1942, el entonces legítimo gobierno de la República de China y la S. Sede, establecieron relaciones diplomáticas. Desde entonces, el representante de la S. Sede en China asumió un doble rol de manejar las relaciones con el gobierno y con la Iglesia local.

En el año 1949 - con el retiro del gobierno de la República de China a Taiwan y el nacimiento de la República Popular China- nacieron dos regímenes mutualmente independientes en el territorio chino. Después de vueltas y giros, el entonces Delegado apostólico, el arzobispo Antonio Riberi, que por un tiempo demoró en Nanquín, llegó a Taiwan en 1952 para iniciar su misión de Internuncio apostólico en la “República de China”. Este es el origen de las actuales relaciones diplomáticas entre la S. Sede y las “autoridades de Taiwan”.

En evidente contraste, el gobierno de la República Popular China jamás estableció relaciones diplomáticas con la S. Sede, para no hablar de los que los medios a menudo describen como una interrupción de las relaciones diplomáticas sucedidas en los primeros años 50. Según las investigaciones de expertos de ultramar, el arzobispo Riberi trató de contactar al gobierno de la República Popular antes de dejar la nación, pero sin suceso.

En la subsiguiente Guerra Fría entre Oriente y Occidente, China y la S. Sede fueron evidentemente influenciados por la situación. China y la Iglesia china han cortado relaciones con el “imperialismo”, la S. Sede incluida. El primer paso, desde abajo, fue el inicio del Movimiento de las Tres Autonomías que culminó en 1957 con la inauguración en Beijing de la Asociación china de fieles católicos patrióticos (cuyo nombre cambió el año sucesivo por Asociación patriótica de los católicos chinos).

Esta se proponía interrumpir las relaciones económicas y políticas con la S. Sede, como también los “de la doctrina y en los cánones de obediencia al Papa de Roma”. En los años siguientes, la Iglesia de Hubei eligió a algunos candidatos al episcopado y escribe inmediatamente a la S. Sede para informarla en la esperanza que ésta tomase en consideración la seria situación de las muchas sedes episcopales vacantes en China y aprobase a los candidatos, en modo de hacer que la Iglesia sobreviviese.

Sin embargo, en medio de la atmósfera de Guerra fría, la S. Sede condenó con firmeza al movimiento de “las Tres Autonomías” y rechazó con fuerza la lista de candidatos al episcopado. Por lo tanto la Iglesia en China, en tal clima político, inició una historia de ordenaciones episcopales sin nombramiento papal y continuó en el camino de las elecciones y ordenaciones de obispos sin la participación o el nombramiento del Papa. En los años 80 y 90, la práctica de los nombramientos papales de los obispos chinos se hicieron - en silencio y quietud - restablecidos.

Durante el período de las políticas y las reformas y de apertura de China, la Iglesia católica local exteriorizó una expresión visible del deseo religioso de ser “una, santa, católica y apostólica”. Tal expresión de la Iglesia china está en el pedido fundamental del derecho al credo religioso, observando y salvaguardando el derecho de tener el nombramiento papal de los obispos.

Además, este pedido de la Iglesia china obtuvo - después de algún tiempo- la comprensión de los Departamentos interesados al interior de los varios gobiernos locales. En mayo de 2006, la agencia de prensa Xinhua (órgano semi-oficial de Beijing, ndr) publicó un comunicado de la Administración estatal para los Asuntos religiosos según la cual, después de la elección de los candidatos al episcopado en China, la lista es enviada a la S. Sede. A causa de este comunicado, los contactos y el diálogo entre el gobierno chino y la S. Sede progresaron en las cuestiones relativas a la Iglesia católica china.

Dado que la S. Sede tiene la forma de una ciudad-Estado, pero de hecho es una identidad religiosa y el centro de la dirigencia de la Iglesia católica universal, las naciones que tratan materias que se relacionan con la Iglesia católica deben dejar que las propias Iglesias locales puedan seguir el camino común. Por ejemplo, no importa que los EEUU y el Vaticano hayan formalizado sus propias relaciones diplomáticas en 1984: todos los obispos de los Usa fueron siempre nombrados por el Papa.

Además, la S. Sede y el gobierno civil se consultan mutuamente en lo que se refiere a las Iglesias locales y sobre otras cuestiones importantes, alcanzando acuerdos o un consentimiento de máximo. Con comprensión, toman luego las acciones necesarias en modo correcto y evitan los conflictos. Hasta hoy la S. Sede firmó unos 200 acuerdos con muchas naciones (unos 200) en todo el mundo.

Desafortunadamente nuestro gobierno chino y la Iglesia católica, local y global incluido el Vaticano, tienen algunas obvias diferencias en lo que se refiere a algunas cuestiones que tiene que ver con la Iglesia católica. Como consecuencia, hasta el inicio del S. XXi, algunos obispos de la Iglesia oficial de China llevan adelante algunas “ordenaciones ilícitas”, sin la aprobación de Roma. Estos términos se convirtieron en sinónimo de conflicto con la S. Sede. Algunos de éstos provocaron también la atención de los medios internacionales, en esta era de internet, atacando en forma negativa a la Iglesia de China, al gobierno chino y a la S. Sede.

Además de la cuestión de los nombramientos episcopales existen también conflictos o problemas entre China y la S. Sede que deben ser solucionados, como por ejemplo la división administrativa de las diócesis; cómo resolver la cuestión de la identidad religiosa de obispos y sacerdotes no reconocidos por el gobierno chino y de aquellos que son definidos obispos “ilícitos” según los documentos de la Iglesia (gobierno): si y en qué modo la Iglesia en China deba mantener “arquidiócesis” y “arzobispos”, la articulación de algunos términos o referencias en los documentos aprobados por la Conferencia de los obispos de la Iglesia católica en China (nota del editor: el Consejo de los obispos chinos) y de la Asociación patriótica de los católicos chinos.

Sin embargo, en los treinta años transcurridos desde las reformas y de las aperturas de China, el gobierno chino se concentró más en las funciones sociales de la religión y es necesario tener tiempo para comprender la vida y los valores espirituales de los creyentes- en modo particular en relación con el cristianismo; el mundo fuera de China: las relaciones internacionales y la comprensión del rol y de la influencia internacional de la entidad religiosa encarnada por la S. Sede.

Además, también la S. Sede necesita de un proceso de comprensión en relación con la tradición cultural de China, de los procedimientos decisionales del Partido comunista  chino, del sistema y del acercamiento a la gestión de las religiones, del modo de pensar y expresarse chinos, de los procedimientos mentales, de las habilidades de conocer y de hacer experiencia del mundo más allá de los propios confines.

Como consecuencia, su comprensión de los problemas existentes y de las cuestiones que deben ser resueltas no es necesariamente la misma. Además, en los últimos 30 años, los contactos entre ambos lados fueron intermitentes y llenos de obstáculos y hasta hoy todavía no han traído frutos. Esto aumenta la desconfianza y la sospecha entre ellos. Se necesita que ambas partes sean pacientes, disponibles a sentarse e intercambiar opiniones, firmemente comprometidos en promover comprensión recíproca y confianza.

Ambos lados podrían iniciar las discusiones sobre cuestiones que pueden fácilmente llevar al conflicto o con los problemas que requieren con más urgencia una solución, como el nombramiento de obispos chinos y sobre cómo evitar los conflictos causados por las ordenaciones de obispos que son reconocidos en manera unilateral.

Según algunos hechos de base y según el sentido común la Iglesia en China- una de las organizaciones de masa presente en el país- debe obrar en acuerdo con los cánones religiosos de la Iglesia universal y con los reglamentos impuestos por la fe, para mantener la propia identidad religiosa; pero debe también responder a los pedidos basilares del gobierno chino, en modo de probar su voluntad de obrar según las leyes y los reglamentos del Estado en relación con las organizaciones religiosas.

Por largo tiempo la Iglesia china adhirió a la posición del patriotismo y del amor por la religión. Demostró claramente comprender sin ninguna duda su propia identidad. Por lo tanto, China y S. Sede deben trabajar juntos para resolver en modo gradual los problemas emergentes al interior de la Iglesia católica china.

Además, en acuerdo con la estructura organizativa y la posición estructural usada a nivel internacional de la Iglesia católica, la actual situación de la Iglesia china debe ser modificada. Una vez que el actual Consejo de los obispos logre sistematizar a todos los obispos de China y asuma la dirigencia de la Iglesia, como lo hacen las otras Conferencias episcopales de las otras naciones, entonces podremos considerar en su lugar también la estructura organizativa de la Iglesia china.

Por lo tanto, el Consejo de los obispos permanecerá, y debe permanecer al interior de la estructura legal prevista por la República Popular China por las organizaciones religiosas; por lo tanto debe guiar a los fieles a ser patrióticos y a amar a la religión; salvaguardando la unidad nacional y la estabilidad social. Al mismo tiempo de debe considerar que, con el desarrollo de la sociedad y con el crecimiento del status social, del nivel de instrucción y de la preparación de los laicos católicos, su habilidad de gestionar los asuntos de la iglesia será aumentada, así como que será más fuerte su participación en los asuntos de la Iglesia y en aquellos sociales.

El rol de la Asociación patriótica de los católicos chinos será transformado y es inevitable que ella encuentre un nuevo trabajo para el futuro.

Se debería notar también que la iglesia católica china sostiene y beneficia de las políticas de reforma y de apertura del país. Apoya y alienta la dirección del gobierno chino, tensa en mejorar las relaciones con la S. sede. Algunos estudios sugieren que la población católica en China sea menos del 15 del país respecto al número entero y que sea la menor entre las cinco grandes religiones del país. En los últimos 70 años de historia, en modo particular desde el período de las reformas y de la apertura, en el proceso de aprendizaje sobre cómo poner en práctica los documentos del Concilio Vaticano II los miembros de la Iglesia china han aprendido en modo gradual a vivir en armonía con los fieles de otras religiones y con los no creyentes.

En general son para la construcción de la nación, para la estabilidad social y llevar adelante en silencio el propio rol. Si las relaciones chino-vaticanas mejoran los diversos niveles- partiendo del Estado, pasando por la sociedad, las autoridades locales hasta llegar a cada individuo católico- obtendrán beneficios. Ciertamente, dadas las complejas situaciones que enfrentan ya sea China como la S. Sede, el modo de cada uno de comprender los problemas y resolverlos es muy diverso. Necesitamos también nosotros profundizar nuestra paciencia, ser más pacientes y esperar aún más con más paciencia.

*Investigadora junto al Instituto religiones mundiales de la Academia china de las Ciencias sociales de Beijing.

 

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