14/01/2022, 12.16
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Uttar Pradesh, la encrucijada de la política india en 2022

de Giorgio Bernardelli

Comenzó la campaña electoral para las asambleas legislativas de cinco estados indios. Todas las miradas están puestas en Uttar Pradesh: con sus 200 millones de habitantes, tiene un rol decisivo para el equilibrio nacional. El monje nacionalista hindú Yogi Adityanath, jefe del gobierno local saliente y posible sucesor de Modi al frente del BJP, está avivando las llamas del resentimiento contra los musulmanes. Pero ello tiene un costo: lidiar con las defecciones en su partido.

Milán (AsiaNews) - A pesar de la nueva ola de Covid-19, que también en la India registra a diario niveles récord de contagios, la Comisión electoral ha confirmado las elecciones para la renovación de las asambleas legislativas de cinco estados de la federación: Uttar Pradesh, Punjab, Uttarakhand, Manipur y Goa. Entre el 10 de febrero y el 7 de marzo, 183 millones de electores deberán votar en varios turnos. Los comicios marcan el acontecimiento político más importante del año en la India y probablemente un paso clave hacia las elecciones generales previstas para 2024.

En una democracia con los números de la India, considerar estas rondas como una cita "local" sería reductivo. Cuando se anuncien los resultados el 10 de marzo, todas las miradas de la India estarán puestas en Uttar Pradesh: con más de 200 millones de habitantes, es, de lejos, el Estado más poblado de la India. Por tanto, mueve la aguja del escenario político nacional: en las elecciones generales, asigna hasta 80 de los 543 escaños de la Lok Sabha, la cámara baja del Parlamento indio. También es la razón por la que el propio primer ministro Narendra Modi -a pesar de haber construido su ascenso político en Gujarat- tiene su colegio electoral en Benarés (Varanasi), la ciudad sagrada de los hindúes. Allí, hace pocas semanas, inauguró a lo grande un "corredor sagrado" que une el templo de Kashi Vishwanath con el Ganges. Un símbolo religioso que ha recuperado su antiguo esplendor a fuerza de arrasar con edificios enteros y distribuir indemnizaciones a 400 familias.

Para el Bharatiya Janata Party (BJP) -el partido nacionalista hindú de Modi- el voto en Uttar Pradesh es una prenda particularmente significativa, que llega un año después del fracaso en el intento de conquistar Bengala Occidental, objetivo declarado del 2021. Pero sobre todo, considerando que en 2017, con el regreso de una nacionalista hindú al frente del gobierno de Lucknow después de 15 años, Modi allanó el camino para su reelección en las presidenciales de la primavera del 2019.

Por otro lado, Uttar Pradesh es una carrera importante para las relaciones internas del BJP: esta votación es una prueba de fuego para Yogi Adityanath, el monje hindú de 49 años que gobierna este estado indio desde 2017. Hay que recordar que ya hace 37 años que un jefe de gabinete saliente no triunfa en las elecciones en Lucknow. Si consigue una victoria, este extremista religioso -que en el pasado había acusado al BJP de ser demasiado tibio a la hora de afirmar el Hindutva y que, nada más ser elegido, declaró la guerra a los mataderos- se convertiría en el candidato número uno para retomar algún día el legado político del ya septuagenario Modi.

En Lucknow, Yogi Adityanath construyó su popularidad apoyándose en los temas del orden y la seguridad, y prometiendo el desarrollo de las clases más desfavorecidas. Pero en un estado donde el 20% de la población es musulmana, también consiguió que la Asamblea local aprobara una ley contra la llamada "yihad del amor". Un término con el que los  nacionalistas hindúes acusan a los jóvenes musulmanes de "engañar" a las muchachas hindúes para obligarlas a convertirse al Islam y poder casarse. La ley, en vigor desde el año pasado, prevé penas de hasta 10 años de cárcel para quienes "utilicen el matrimonio para obligar a alguien a cambiar de religión". El obispo de Lucknow, monseñor Gerald Mathias, condenó en reiteradas oportunidades esta definición estigmatizante, que fácilmente puede ser instrumentalizada, ya que así, "los matrimonios interreligiosos se vuelven casi imposibles".

¿Qué posibilidades tiene Yogi Adityanath de volver a ganar? Lo cierto es que el BJP tampoco parece tener la misma fuerza que en 2017 en Uttar Pradesh.  La pandemia ha dejado su huella: basta con recordar el horrendo espectáculo de la pasada primavera en Lucknow, las piras improvisadas en los parques para quemar cadáveres. Además, aún se viven las secuelas de la larga batalla sobre la reforma de los mercados agrícolas, que vio cómo Modi finalmente cedía a la presión. El gobierno retiró las medidas tras las protestas, que unieron a los agricultores de la parte occidental de Uttar Pradesh y a los de Punjab (otro Estado llamado a votar) marchando con sus tractores hasta Nueva Delhi.

Aunque las encuestas siguen dando como ganador a Yogi Adityanath, su ventaja ahora es más sutil. En parte porque en el BJP comienzan a surgir las defecciones: en las últimas horas, en un acto que ciertamente no es nuevo en la política india, diez diputados, entre ellos tres ministros del Gobierno, abandonaron el partido nacionalista hindú. Optaron por alinearse con el rival más acreditado, que en Uttar Pradesh no es un miembro del partido del Congreso, sino el líder de una fuerza política local. Se llama Akhilesh Yadav, es el presidente del Partido Samajwadi y ya dirigió el gobierno de Lucknow de 2012 a 2017. Es la expresión de un partido que tiene como símbolo una bicicleta, se autodenomina socialdemócrata y que se apoya en los votos de la casta agrícola Yadav y la minoría musulmana.

Por todos estos factores, el BJP parece cada vez más resuelto a jugar su carta identitaria a fondo. Los últimos rumores sugieren que Yogi Adityanath tiene la intención de presentarse en la circunscripción de Ayodhya, el símbolo por excelencia del nacionalismo hindú. En efecto, en este bastión en 1992 fue destruida la Babri Masjid, la mezquita construida por la dinastía mogol en el siglo XVI en el lugar donde, según la tradición hindú, nació el dios Rama. Esto provocó enfrentamientos entre musulmanes e hindúes en toda la India, con un saldo de 2.000 muertos y una larga batalla legal que llegó hasta la Corte Suprema. En 2019,  el Tribunal Supremo indio resolvió que el lugar pertenecía a los hindúes, pero también condenó la destrucción de la mezquita y concedió a los musulmanes el derecho a construir otro lugar de culto en un terreno cercano.

"Esta es una batalla entre el 80 (el porcentaje de hindúes en Uttar Pradesh) y el 20 (los musulmanes)", uno de los eslóganes que el jefe de gobierno saliente está utilizando en la actual campaña electoral en Lucknow. Un icono de un BJP que, para no perder Uttar Pradesh, no tiene reparos en avivar enérgicamente las llamas de un peligroso conflicto religioso. Y los cristianos indios ya saben muy bien qué significa esto.

 

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