Caritas, en Damasco emergencia hídrica: millones de habitantes sin agua

En la capital parece haber vuelto “a la edad de la piedra”, sin electricidad, gas ni agua potable. Ejército gubernamental y rebeldes se disputan el control de la reserva de wadi Barada, que provee el 705 de la ciudad. Los ciudadanos en cola por horas para obtener reservas. Niños internados por erupciones cutáneas debidas al uso de agua contaminada.


Damasco (AsiaNews)- En Damasco parece que se volvió a “la edad de la piedra”, falta el agua en una ciudad en la cual por muchas horas está interrumpida la distribución de energía eléctrica y escasea el gas y combustible para la calefacción. Es lo que narra en un largo informe, enviado para conocimiento de AsiaNews, Sandra Awad, responsable de Comunicaciones de Caritas Siria, de 38 años, casada y madre de dos hijos, que vive desde hace años el drama de la guerra.

En los últimos días, según lo que refiere la responsable del ente católico, el problema mayor está constituido por la falta de agua potable, un verdadera y propia “emergencia hídrica” que involucra a millones de personas. Más de cinco millones de personas en Damasco han transcurrido el Fin de Año sin agua. El 22 de diciembre se interrumpió la provisión de la central de Ain Al-Fija, el centro de distribución más importante de la región. Este provee el “70% del agua” a Damasco y en las zonas circunstantes y está situado a uno 20 kilómetros en el nord -oeste de la capital en el valle del río Barada.

Los habitantes de la capital, agrega la activista Caritas, “están preocupados” y acumular reservas de agua se convirtió en una de las prioridades de este último período. Una emergencia por otro lado, confirmada recientemente en una entrevista a AsiaNews  del cual el Card. Mario Zenari, nuncio apostólico en Siria.

Los gubernamentales acusan a los rebeldes, que ocupan a Wadi Barada desde 2012, de haber envenenado las reservas de agua derramando litros de combustible diésel dentro de los pozos. En el pasado los combatientes varias veces han cortado la provisión a la capital, como arma de chantaje contra el ejército gubernamental que quería conquistar la zona.

Aún ahora, a despecho de la “frágil” tregua nacional en Siria, subscripta por el gobierno sirio y las milicias rebeldes en vigor desde la medianoche del 30 de diciembre gracias a la mediación de Rusia y Turquía, en la zona se realizan enfrentamientos entre los dos frentes. Una preocupación más para millones de habitantes de Damasco, que más de la durada del conflicto hoy miran a la necesidad inmediata de agua para bebe, lavar los platos o la ropa, y para la higiene personal. Mostapha, de 55 años y padre de 4 hijos, narra de haber esperado “en cola por tres horas” por un poco de agua juntada en un parque público poco lejano de casa. “Cuando llegué al grifo- agrega- el agua fue cortada. Ahora uso un bono para adquirir alguna botella de agua, si en el negocio queda aún alguna. La mayor parte está terminando las reservas”.

El gobierno sirio, explica la responsable Caritas, trata de substituir la carencia juntando agua de algunos pozos y reservas esparcidas alrededor de la capital, pero son muchos que se quedan con ni siquiera una pequeña reserva. Los privados venden al triple del precio y se asiste a un progresivo aumento en el mercado negro.

Sara, madre de dos hijos, cuenta que compró un poco de agua “a una persona que estaba de paso” a un precio altísimo y sin conocer su proveniencia. “Pero- agrega- no tenía otra opción”. “De hace cinco días mi pozo está seco y tenía que dar de beber a mis hijos”. De aquí el riesgo, creciente, según los expertos, de enfermedades relacionadas al consumo de agua contaminada o no potable. “Mi hijo. Cuenta Roula, de 39 años y madre de tres niños- tuvo una reacción cutánea muy fuerte después que lo había duchado con agua comprada a un traficante. No pudo dormir durante toda la noche. Lo llevé al doctor, el cual me confirmó que se presentaron muchos casos análogos en la última semana”.

El inicio de 2017, afirma Sandra Awad fue caracterizado por “dificultades y cansancio” para muchos habitantes de Damasco. Se puede suplir la falta de electricidad y combustible, pero no es lo mismo con el agua. “Esperemos, concluye la activista Caritas- que esta pesadilla pueda terminar rápidamente”.