Riad, Manama y el Cairo prohíben el espacio aéreo a Qatar. Ciudadanos y diplomáticos de Doha expulsados de Egipto, Bahrein, Emiratos, Arabia Saudita. El gobierno de Qatar relanza el diálogo con los (ex) aliados de la región. En riesgo negocios, rutas aéreas y mundial de fútbol de 2022. El rol de los EEUU y la visita de Trump a Riad. Beijing preocupada por las inversiones en la región.
Doha (AsiaNews)- A despecho de los pedidos a la calma y al diálogo lanzados por Doha, se agrava siempre más la crisis diplomática (y comercial) estallada ayer en toda su portada entre Arabia Saudita. Apoyada por los aliados del Golfo, además de Egipto y Maldivas- y Qatar. Riad, Manama y el Cairo han prohibido el espacio aéreo a los aviones con bandera qatarí, después de haber cerrado las fronteras e interrumpido las relaciones diplomáticas.
Bahrein, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos han concedido dos semanas a los ciudadanos de Qatar para abandonar los respectivos países. Los diplomáticos de Doha tienen 48 horas para abandonar sus propias sedes en Egipto, Emiratos. Riad cerró la sede local del canal satelital al-Jazeera, pero dejando abierta la posibilidad a los ciudadanos de Qatar de poder participar al Hajj, la mayor peregrinación a la Meca.
Detrás de las resoluciones restrictivas, el apoyo dado por Doha a los grupos considerados terroristas (entre los cuales los Hermanos Musulmanes) y la relaciones con Irán, enemigo número uno de los sauditas.
El ministerio de Exteriores de Qatar, después de una primera reacción furiosa en la cual acusó a los aliados que querer poner al país bajo “tutela”, difundió una nota en la cual relanza el objetivo del diálogo con los países de la región y niega tensiones con los EEUU. El jefe de la diplomacia de Doha, Sheikh Mohammed bin Abdulrahman Al- Tahn invoca relaciones marcados por “la apertura y a la honestidad” para allanar las tensiones y resolver la crisis.
Sin embrago, los ciudadanos han ya iniciado a tomar por asalto a los supermercados para comprar reservas de comida y materias primas, en el contexto que es una nación que depende en manera casi exclusiva de la importación del sector alimenticio. En algunos negocios se formaron colas de decenas de personas en las cajas.
El pequeño estado árabe, rico en gas y petróleo, hospeda la más importante base aérea estadounidense en el Golfo, de importancia estratégica también en la lucha contra el Estado islámico (EI) y el patrullaje de la región y es la sede elegida para el mundial de fútbol de 2022. Sin embargo, en estas horas algunas personalidades de primer plano de la política de EEUU- republicanas y democráticas- no excluyeron la hipótesis de un desplazamiento de la base en el caso las tensiones debiesen continuar.
Los recientes desarrollos regionales serían la confirmación, si bien indirecta, del renacido ligamen de hierro entre Washington y Riad después de la visita oficial del presidente Trump del mes pasado. Para muchos este viaje representó un “cambio” en la política de la región, con el vía libre de Washington a la lucha saudita en clave anti-iraní. Una guerra a todo campo, destinada a atacar también a cuántos, como Qatar, mantiene (buenas) relaciones por debajo con Teherán. Disco verde, entonces, contra aquellos países “no alineados”.
Analistas y expertos no excluyen, además, un cambio de la sede del mundial de fútbol programado para dentro de cinco años. La clausura de las fronteras y el boicot económico y comercial de los países vecinos arriesga bloquear los trabajos de las infraestructuras y crear serios obstáculos para la circulación de las personas (además que en prospectiva, de los fanáticos del campeonato mundial de fútbol). Y aún antes de los mundiales, podrían estar en riesgo también la Copa de las Naciones, en calendario para el próximo diciembre en Doha. A esto se agrega la decisión de las compañías de fútbol saudita Al-Ahli de anular, en estas horas, el contrato de patrocinio-de 16 millones por año-que la veía ligada a la Qatar Airways, compañía de bandera de Doha.
Entre las primeras consecuencias del aislamiento árabe en relación con Qatar, la posible crisis del sector aéreo con enormes pérdidas para las compañías locales y caos en la principal escala de Doha, entre los más importantes centros de actividad internacionales. La prohibición de sobrevuelo impone a los medios de la Qatar Airways de rediseñar rutas y enlaces, con un inevitable aumento de los costos que- a largo plazo- podría revelarse insostenible. Y ayer, el espacio aéreo de Somalia concedió el permiso de tránsito a 15 vuelos de la Qatar Airways, un número muy superior a la media diaria. Siempre ayer, al menos 76 vuelos tuvieron que quedarse en tierra, 52 de los cuales eran de Qatar Airways. Para los expertos el impacto sobre la red de enlaces es ya desde ahora “enorme” y las consecuencias a nivel económico dependerán de la duración del bloqueo.
En la controversia que ve opuestos a Qatar y los ex aliados árabes de la región intervino también Irán, según muchos el real motivo de enfrentamiento entre Doha y Riad. Una fractura que parece haberse convertido en insanable, el día después de las presuntas declaraciones sobre Teherán atribuidas al emir Sheokh Tamin bin Hamad al-Thani, resultado de una acción de piratería informática según la cual según afirma la dirigencia del Emirato. En una nota el ministro iraní de Exteriores Mohammad Javad Zarif invita a Qatar y a las naciones del área a entablar un diálogo constructivo para resolver la crisis. “Los vecinos-declaró en jefe de la diplomacia de Teherán- son para siempre. No se puede modificar la geografía. Medidas coactivas no son la solución. El diálogo es imperativo, en modo especial durante el ramadán”. Precedentemente, el vocero de Zarif afirmó que las sanciones son un medio de represalia “ineficiente, inaceptable y digno de condena” en la resolución de las controversias. Por otro lado en los últimos meses las estrechas relaciones entre Doha y Teherán habían favorecido la evacuación de las poblaciones sirias bajo asedio, ya sea en los territorios controlados por el gobierno como en las zonas en mano de los rebeldes.
Al final, las tensiones en la región arriesgan tener pesadas repercusiones en las inversiones chinas en el área, poniendo, quizás por primera vez en crisis a la política de “no intervencionismo” seguida por Beijing en sus relaciones con sus socios extranjeros. En la mira, en particular, el mega proyecto “One Belt, One Road” deseado por Xi Jinping, definido por los expertos como la nueva “Vía de la seda” china que arriesga quebrarse contra el obstáculo medio-oriental. La diplomacia de la neutralidad y de la búsqueda de buenas relaciones con todos los socios-de Teherán a Riad, de Doha a Damasco-podría no ser más suficiente para garantizar inversiones y proyectos de desarrollo del valor millonario. Es por esto porque, en el primer documento (bastante vago) sobre la política que hay que seguir con los países árabes difundido el año pasado por Beijing, se veían reforzados los (vagos) ideales de paz y de estabilidad a los cuales la crisis entre sauditas y Qatar podría haber dado el golpe mortal final.