Los musulmanes que huyeron a Bangladés no confían en las autoridades birmanas. Si bien su repatriación no parece ser inminente, la posibilidad asusta a los grupos étnicos locales. En los campos de refugiados, los Rohinyás piden “justicia por el genocidio sufrido”. La labor de la Iglesia católica a favor de la reconciliación pacífica, a un año de estallar la violencia.
Pyay (AsiaNews) – Al cumplirse exactamente un año del último estallido de violencia sectaria y de la crisis humanitaria desatada en Rakhine, los refugiados de etnia rohinyá “aún no quieren regresar a Myanmar”. Es lo que declara, en diálogo con AsiaNews, Mons. Alexander Pyone Cho, el obispo de Pyay, cuya diócesis abarca el atormentado Estado del oeste birmano.
En los campos de refugiados que se levantan en Bangladés, los rohinyás hoy recuerdan el primer aniversario de su huida, con manifestaciones y carteles de protesta en los que claman pidiendo “justicia por el genocidio sufrido”. En los próximos días, en Myanmar comenzará a desarrollar sus tareas la Comisión Independiente de Investigación (ICoI), la cual indagará acerca de presuntas violaciones de los derechos humanos cometidas durante el conflicto.
“En este momento, la situación en Myanmar sigue inmutable –afirma el prelado-. Naipyidó está tratando de encauzar las cosas restablecer la normalidad. Sin embargo, los musulmanes que huyeron a Bangladés no confían en las autoridades y su repatriación no parece ser inminente. A pesar de ello, la posibilidad [de que esto ocurra] alimenta la oposición y los miedos de la población budista local, los grupos étnicos de Rakhine”.
Desde los primeros días de la última crisis desatada en Rakhine, los budistas e hindúes denunciaron las atrocidades cometidas por los militantes del Arakan Rohingya Salvation Army (ARSA). A pesar de lo denunciado en los reportes de las organizaciones internacionales y del hallazgo de algunas fosas comunes, los guerrilleros rohinyás negaron la comisión de actos de violencia, pidiendo al ejército birmano y a los otros grupos étnicos “no culpabilizar a las víctimas”.
La pequeña comunidad católica trabaja con los líderes de las demás confesiones en pos de una reconciliación pacífica en los conflictos religiosos y étnicos que continúan sacudiendo al país. A fines del mes de mayo, el Card. Charles Maung Bo, arzobispo de Rangún, encabezó una delegación de Religions for Peace (RfP) que visitó Rakhine. Siete semanas después de la visita, el Card.- Bo se reunió con Aung San Suu Kyi y Thura U Aung Ko, ministro de Cultura y Asuntos religiosos. El purpurado le entregó una donación en dinero, enviada por la Santa Sede.
Durante su histórico viaje apostólico a Myanmar (27 al 30 de noviembre de 2017), el Papa Francisco donó 300.000 euros al arzobispo de Rangún, como contribución de la Iglesia para la resolución de la crisis en el Estado occidental. Con ocasión de la última visita ad limina de los obispos de la Conferencia episcopal de Myanmar (CBCM), el pontífice había comunicado al Card. Bo su intención de organizar una conferencia internacional sobre los Rohinyás.
“La Iglesia no puede hacer mucho in situ, porque es el gobierno quien coordina la respuesta a la emergencia humanitaria. Pero aún en medio de mil dificultades, Caritas Myanmar está dedicada a la puesta en marcha de un programa de desarrollo social y económico en dos aldeas musulmanas, dos rakhines y dos pertenecientes a la minoría étnica chin. Pero la intención sigue siendo extender la iniciativa a otros poblados”- concluye Mons. Pyone.