Los diputados votan en la noche la disolución de la Knesset. Se vuelve a votar el próximo 17 de septiembre. El Premier se juega el todo por el todo en la esperanza de permanecer en el mando. Pero sobre el futuro incumben las investigaciones judiciales. Analista cristiano: pesan las luchas internas del Likud y el enfrentamiento con el poder judicial.
Jerusalén (AsiaNews)- Durante la noche los diputados de la Knesset han votado la disolución anticipado del parlamento. Una movida inevitable, después que el Premier encargado, Benjamín Netanyahu- ganador en las elecciones de abril pasado- no logró formar una coalición de gobierno y obtener al menos 61 escaños. A medianoche de ayer terminaba el plazo previsto para alcanzar una mayoría, el voto anticipado se realizará el próximo 17 de septiembre.
En Israel se registra entonces la primera absoluta de un Premier designado- y triunfador en las urnas gracias a una coalición de derecha- que no logra encontrar un acuerdo de gobierno. Según diversos analistas y expertos lo que se vio durante la noche es “un suicidio de masa político”, que sanciona el inicio de la crisis y el caos institucional, además de (quizás) la finalización del dominio de Netanyahu.
Sobre la cabeza del líder de la derecha- que debe por lo tanto posponer el quinto mandato como guía del país- de hecho pende también del hacha del poder judicial, con el posible reenvío a juicio por corrupción y fraude. El pasado fin de semana miles de personas salieron a las calles de Tel Aviv, para protestar contra una ley al estudio de la mayoría que trataba de garantizar la inmunidad a Netanyahu frente a un posible proceso. La manifestación “pro-democracia” vio unidos a los principales grupos de la oposición.
Al Premier encargado no fueron suficientes 6 semanas para encontrar una mayoría de 61 escaños en la Knesset, que decretó la auto-disolución a un mes del asentamiento con 75 votos a favor. Analistas y comentadores subrayan que el campo conservador, con la ayuda de los partidos religiosos desde siempre son la aguja de equilibrio, habría obtenido una mayoría.
Sin embargo, se reveló insanable el contraste sobre una ley dirigida a introducir una palanca obligatoria también a los ultra-ortodoxos. Una ley simbólica, alrededor de la cual no fue posible encontrar un entendimiento con el aliado Avigdor Lieberman, líder del partido ultra-nacionalista Yisrael Beitenu y los partidos religiosos. Decisivos para la disolución del Parlamento los votos de los 2 partidos árabes Ràam-Balad y Hadash-Tàal, que se habían abstenido en la primera votación el 27 de mayo pasado.
La crisis política en Israel “llegó inesperada”, pero tiene razones “claras y profundas”, subraya a AsiaNews por Sobhy Makhoul, analista cristiano maronita y administrador del Christian Media Center. “El partido de Lieberman-agrega- puso en dificultad a Netanyahu, luego la cuestión judicial, con la posible incriminación por corrupción, le dio el golpe final y una legislatura que jamás nació”.
“La controversia nacida alrededor al servicio militar por los ortodoxos-prosigue el analista católico- jugó sobre los equilibrios de poder. Netanyahu tuvo de bajar a pactos y compromisos para permanecer en la silla y su aliado (y rival) Lieberman no quiso aceptar. A esto se agregan las grietas internas del Likud, con el desafío en acto entre el mismo Netanyahu y Gilad Erdan por el control del partido”. En este contexto de contraposiciones y juegos de poder, el poder judicial continúa jugando “un rol de garantía” y es por esto que los ciudadanos salieron a las calles en los días pasados para “tutelar la independencia y evitar injerencias por parte de la política”.
En vista de las elecciones de septiembre, Netanyahu ya prometió batalla, anunciando una campaña electoral clara e incisiva que “nos llevará a la victoria”. Sin embargo, según Sobhy Makhoul en la segunda vuelta electoral “una mayor afluencia de la componente árabe del país” casi ausente y dividida en abril y “las decisiones de la Corte suprema esperadas para julio sobre las acusaciones al Premier podrían modificar el cuadro y activar un cambio”
El quinto mandato de Netanyahu, que se jugó el todo por el todo alentando la disolución del Parlamento y nuevas elecciones, parece hoy menos descontado.