Líderes cristianos: el Covid-19 oscureció los males históricos de Tierra Santa

Para los jefes eméritos de la ciudad santa la pandemia “desvió la atención” de las cuestiones de justicia y paz a “vida y muerte. Pero los problemas” de un tiempo siguen irresueltos. Temores por el futuro de los palestinos, obligados a reparar en el extranjero. En el derecho y en las relaciones internacionales el camino para la convivencia.

 


Jerusalén (AsiaNews)- La pandemia de Covid-19 “desvió la atención” de las cuestiones de “justicia y paz” a los problemas “de vida y muerte” y “también nosotros compartimos esta aflicción global” y “pedimos a Dios misericordia”. Todavía “estamos preocupados por los viejos males que afligen a nuestra tierra”, entre los cuales la disputa centenaria “entre dos pueblos en una tierra”. Es cuanto escriben en una apelación a AsiaNews, tres jefes eméritos de las Iglesias de Jerusalén, que no esconden sus temores “por los sufrimientos y las injusticias” y se dirigen a los líderes mundiales para que “obren para ayudar” el proceso de “reconciliación”. 

En una carta conjunta l patriarca emérito de Jerusalén Michael Sabbah, el obispo emérito luterano Munib A. Younan nos dirigen a los pedidos lanzados recientemente por los jefes de la Iglesias de la ciudad santa. Ellos piden respuestas “a nuestro pedido unívoco desde Tierra Santa”, para que sea restituida en su complejo a la “santidad, aplicando el derecho internacional y reconociendo los derechos de base de todos sus ciudadanos”.

El nuevo ejecutivo, fruto del acuerdo entre el Premier Benjamin Netanyahu y el líder de la oposición Benny Gantz, tiene entre los objetivos la anexión de territorios y la regularización de las colonias. Un proyecto en parte rechazado por la Corte suprema y calificado como “Apartheid del siglo 21” por expertos de la ONU. Esto preocupa a los vértices de Tierra Santa, que hablan de política “grave y catastrófica”, con el visto bueno de los EEUU en el contexto del controvertido “Acuerdo del siglo”.

El temor de los líderes cristianos está dirigido “al futuro de los cristianos palestinos” que no ven espirales “de justicia en el horizonte” y son objeto de continuas “presiones” hacia el escapar al extranjero. Por esto es “tiempo de obrar” para “extinguir los focos” de tensión que hacen arder esta Tierra Santa. Y “la solución es conocida: sólo una paz justa puede poner fin al odio, a la opresión y a los sufrimientos de muchos en una zona bendecida por Dios”. 

Para los eméritos de Jerusalén la ciudad santa “es la clave de esta paz”, no sólo entre israelíes y palestinos pero también entre cristianos, hebreos y musulmanes. Hoy no es “una ciudad de paz, sino de luchas y de conflictos”. Ella debe ser el lugar de “reconciliación, justicia e igualdad” porque aquí una paz se transformará “en la paz para todo el mundo”. Israel, prosiguen, debe “rebajar la tensión y aceptar las resoluciones de las Naciones Unidas”, porque “la ocupación militar y la colonización de Palestina son las razones en la base del conflicto perenne”. 

La solución de la vieja controversia fue “ya identificada desde hace años” y está contenida en las “numerosas resoluciones de la ONU”. La mayoría de las naciones “ya reconocen ya sea al Estado de Israel como al Estado de Palestina: nuestra invocación es   simple-concluyen los líderes cristianos- aplique cuanto es reconocido” a nivel internacional y “ayudar a Israel a tener su seguridad y a Palestina su propia independencia”, porque ambas “puedan vivir uno al lado en paz, justicia, igualdad y democracia. Basta de odio, basta de muerte, sólo justicia, igualdad, vida”.