Faisalabad, libertad bajo fianza para el cristiano en prisión por (falsos) cargos de blasfemia
de Shafique Khokhar

Después de 11 meses, Shahbaz Masih recuperó la libertad. Fue encarcelado junto con su amigo musulmán Muhammad Ishaq. El problema comenzó el pasado mes de diciembre. En una mezquita se invitó a que los mataran. La asistencia legal de Human Rights Focus Pakistan ha sido fundamental. El presidente de la asociación insistió en la necesidad de enmendar las leyes sobre la blasfemia.

 


Faisalabad (AsiaNews) - El 10 de noviembre, la sección penal del tribunal de Faisalabad, en Punjab, concedió la libertad bajo fianza al cristiano Shahbaz Masih y su amigo musulmán Muhammad Ishaq, arrestados por un (presunto) caso de blasfemia. El caso se remonta a diciembre del año pasado, cuando los dos terminaron en prisión en el contexto de una historia oscura, como muchas otras que involucran a personas acusadas de ofender al Islam y al profeta Mahoma. Sin embargo, la intervención de numerosos activistas y asociaciones de derechos humanos permitió desmantelar la acusación y que ambos recuperaran la libertad.

Shahabaz Masih y Muhammad Ishaq fueron detenidos por una acusación ​​de blasfemia, en virtud del artículo 295-B del Código Penal de Pakistán, porque habrían "ofendido al Profeta Mahoma". El 27 de diciembre de 2019, Shahbaz fue rodeado por una multitud en un mercado de la ciudad, arrastrado a un basural cercano donde los niños recolectan papel y brutalmente golpeado. Atraído por los gritos de su amigo, Muhammad corrió en su ayuda, pero la multitud lo apresó también, acusándolo, junto con el cristiano, de blasfemia por quemar páginas del Corán.

Cuando llegaron al lugar de los hechos, los policías creyeron la versión de los atacantes y llevaron a la comisaría a los dos hombres, ambos de alrededor de cuarenta años. Mientras tanto, la multitud se dirigió a una mezquita cercana, y utilizando altavoces invitaron a la comunidad musulmana a congregarse y matar a los acusados.

En enero, los cronistas de AsiaNews visitaron la casa de Shahbaz Masih y hablaron con sus familiares, expresando su solidaridad y cercanía por la terrible situación que estaban viviendo. En ese momento pudieron constatar que la familia es muy pobre y no siempre le alcanza el dinero para llegar a fin de mes. Shahbaz solo es un operario que vive con su padre en una casa alquilada.

En ese momento ninguno de sus familiares estaba defendiendo el caso ante los tribunales, para intentar que lo absolvieran demostrando la falta de fundamento de las acusaciones. En parte por falta de recursos y en parte por miedo a represalias, como suele ocurrir en los casos de blasfemia. Por eso intervino una ONG local, Human Rights Focus Pakistan (HRFP), que decidió hacerse cargo de la protección jurídica del hombre y compareció ante el tribunal desde la primera audiencia.

Cabe destacar que el amigo musulmán, Muhammad Ishaq, obtuvo de los jueces la libertad bajo fianza mucho antes que el cristiano, confirmando una vez más el trato desigual entre los miembros de las dos religiones en Pakistán. Ahora el cristiano se encuentra en un lugar seguro, que se mantiene en secreto por temor a nuevas represalias.

Contactado telefónicamente por AsiaNews, Naveed Walter, presidente de HRFP, destacó con satisfacción la decisión de los jueces de aceptar la solicitud de libertad bajo fianza, admirando "sinceramente" el coraje que han demostrado. Aunque ha llevado 11 meses, siguió diciendo, el Tribunal tomó la decisión de dejarlo en libertad, lo que nos da “un renovado valor para apoyar a otras víctimas inocentes" de "falsas acusaciones de blasfemia". El caso "sigue en los juzgados", aclara, "pero tenemos confianza, y llegará el día en que el tribunal lo absolverá de todas las acusaciones falsas, declarándolo inocente".

El caso de los dos amigos, prosigue Naveed Walter, es una prueba más de que "las acusaciones de blasfemia se basan únicamente en diferencias y conflictos personales" y "el problema sigue existiendo incluso después de que han salido de la cárcel".

La búsqueda de un lugar seguro, protección, identidad secreta, la imposibilidad de volver a vivir al lugar donde nació o donde ocurrió el hecho, comparecer en la sala de audiencias, dificultad para encontrar trabajo y amenazas a la familia, son solo algunos aspectos de la vida futura de los acusados. "Es cada vez más urgente -concluye- enmendar esta ley, y si alguien acusa injustamente de blasfemia, debe ser juzgado" si actuó de mala fe.