Se firmó la RCEP, el tratado de libre comercio controlado por China

Incluye a Beijing, los diez países de la ASEAN y Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda. Cubre el 30% del PBI y de la población mundiales. Los países firmantes, duramente afectados por la pandemia, esperan que el tratado los ayude a salir de la crisis. La India se niega a sumarse. El acuerdo comercial reforzará el peso geopolítico de Beijing. El problema del dumping social.

 


Hanoi (AsiaNews) - Quince países de la región de Asia y el Pacífico han firmado la Regional Comprehensive Economic Partnership (RCEP), el tratado de libre comercio más grande del mundo. La firma tuvo lugar ayer, paralelamente a la cumbre anual de la ASEAN (Asociación de Países del Sudeste Asiático).

El acuerdo incluye a los 10 países de la ASEAN a los que se suma China, Japón, Corea del Sur, Australia y Nueva Zelanda: cubre alrededor del 30% del PIB y de la población mundiales. Para entrar en vigor, debe ser ratificada por al menos seis naciones de la ASEAN y tres países que no pertenezcan al bloque del sudeste asiático.

Los países firmantes, duramente afectados por la pandemia, esperan que la RCEP los ayude a superar la crisis actual. El caso más llamativo es el de Japón, un aliado de Estados Unidos. El gobierno japonés siempre había afirmado que sin la presencia de la India no suscribiría el acuerdo. En los cálculos de Tokio, la participación de Delhi habría compensado el peso de China. Apremiado ​​por la necesidad de reactivar su economía, el gobierno japonés cambió de opinión y aceptó entrar en un esquema controlado por Beijing.

La mayoría de los estados involucrados en la RCEP sienten la necesidad de tener el contrapeso indio. En el comunicado de prensa posterior a la firma del tratado, se especifica que India puede unirse a los 15 miembros en cualquier momento. Delhi se negó a sumarse porque teme empeorar el déficit comercial con China y además quiere proteger su sector agrícola de la competencia de países como Australia y Nueva Zelanda.

Los analistas consideran que la RCEP no compensará los efectos negativos derivados de la eventual prolongación de la guerra comercial entre Estados Unidos y China. Por el contrario, reforzará el peso geopolítico y estratégico de Beijing, que ya se incrementó con el lanzamiento de la Belt and Road Initiative en 2013. Ahora los chinos pueden dictar nuevas reglas en un gran segmento del comercio mundial. El nuevo pacto contiene referencias a la protección de la propiedad intelectual y principios comunes en sectores como telecomunicaciones, servicios financieros, licitaciones públicas y venta online.

Sin embargo, en términos de apertura de mercados, la RCEP está muy por debajo de los niveles establecidos en otros tratados de libre comercio. Eliminará los aranceles sobre el 91% de los productos, mucho menos que el Comprehensive and Progressive Agreement for Trans-Pacific Partnership (CPTPP), heredero de la Trans-Pacific Partnership (TPP) del expresidente estadounidense Barack Obama, y ​​el tratado comercial entre Japón y la Unión Europea.

Más importante aún, la RCEP no dice nada sobre el respeto de las normas ambientales y los derechos de los trabajadores. Ambos temas estaban incluidos en el TPP. El gran tratado de libre comercio fue firmado en 2016 por Estados Unidos y otros 11 países de la región del Pacífico. Representaba el 40% del comercio mundial y la administración Obama lo consideraba un instrumento de  soft-power  para contener el crecimiento chino. Al comienzo de su mandato, Trump se retiró del pacto, que entró en vigor sin Washington en diciembre de 2018: siete de los países que lo firmaron, hoy también son miembros de la RCEP.

Los observadores señalan que la ausencia en la RCEP de regulaciones para proteger a los trabajadores y el medio ambiente resulta perjudicial para Europa y Estados Unidos ya que fomenta el dumping social y ambiental. Con bajos salarios y derechos, y menos restricciones ambientales, China y los estados de la ASEAN pueden seguir exportando a precios más bajos que los competidores estadounidenses y europeos: una de las razones de la guerra arancelaria de Washington contra Beijing y del estancamiento de las negociaciones entre la Unión Europea y China para firmar un importante acuerdo sobre inversiones bilaterales.