Los monjes budistas de Pegu y Pakokku rezan y marchan para proteger a la gente de la oscuridad. En Kengtung, cristianos en procesión con la estatua de la Virgen. En Mandalay, velada de oración del obispo con sacerdotes y religiosas. Las hermanas de San José de la Aparición distribuyen comida y bebida a los manifestantes. La Junta sigue arrestando personalidades democráticas. Acusan a la embajada china de importar armas para la Junta. Biden lanza nuevas sanciones contra los generales.
Yangon (AsiaNews) - Por sexto día consecutivo continúan en el país las manifestaciones y huelgas para protestar contra el golpe de Estado militar del 1 de febrero y la detención de la líder democrática Aung San Suu Kyi (la "Señora") y el presidente Win Myint. En Yangon, la capital económica, médicos, maestros, estudiantes y trabajadores piden a los empleados estatales que lleven a cabo una "desobediencia civil" y se nieguen a trabajar. También hay manifestaciones frente a las embajadas de Estados Unidos y China para pedir un compromiso internacional contra la Junta. Los manifestantes frente a la embajada de Beijing (en Yangon) acusan a China de apoyar a los militares importando armas. Ayer, el nuevo presidente estadounidense Joe Biden volvió a pedir la liberación de dirigentes políticos y activistas y anunció sanciones contra los generales birmanos implicados en el golpe de Estado, en primer lugar Min Aung Hlaing, quien tomó el poder y ya tiene sanciones por la violencia contra los rohingya.
Pero la represión continúa. Anoche fue detenido un estrecho colaborador de Aung San Suu Kyi, Kyaw Tint Swe, junto con otros cuatro miembros del gobierno democrático. También arrestaron a algunos miembros de la Comisión Electoral que confirmaron la victoria de la Liga Nacional por la Democracia (Ndl), el partido de la "Señora". Se estima que varios cientos de personas fueron encarceladas en los últimos días.
Resulta cada vez más evidente que las manifestaciones contra el golpe de Estado no son sólo una prerrogativa de la NDL, sino que involucran a todos los estratos sociales y en particular al mundo religioso.
Hoy, 11 monjes del monasterio budista de Pegu, a 80 km al noreste de Yangon, difundieron una carta abierta en la que exhortan a la población a mantener en alto "la luz del bien" y del dharma, y a rechazar "el camino del mal", que arrastra al país a la oscuridad y la destrucción.
Hace dos días en Pakokku (en la región central de Magway), cientos de monjes budistas realizaron una marcha para exhortar a la no violencia y la paz en el país. Pakokku es conocido por la presencia de muchos monasterios. Aquí, junto con Yangon, comenzó la "revolución azafrán" contra la Junta en 2007, la ola de manifestaciones de los monjes budistas contra la Junta militar. Ahogado en sangre, el levantamiento contribuyó, sin embargo, a acelerar la transición a la democracia.
Un joven monje, entrevistado por AsiaNews, cuenta: “Todos los días rezamos encendiendo velas e incienso, para que el pueblo esté protegido de cualquier desastre, incluso de lo que está sucediendo en estos días. No queremos que el pueblo sufra, porque no tiene paz y debido a la violencia”.
Las manifestaciones también se están multiplicando entre los católicos. Tras las fuertes críticas que recibieron los obispos por el comunicado donde prohibían las manifestaciones con símbolos religiosos, varios institutos religiosos y fieles organizaron concentraciones, marchas y encuentros de oración.
El obispo de Mandalay, Mons. Marco Tin Win, quien hace unos días salió a la calle para apoyar a los manifestantes pro democráticos levantando el signo de los tres dedos, organizó anoche un momento de oración frente a la Catedral del Sagrado Corazón junto a sacerdotes y religiosas, por la paz y la justicia en Myanmar.
En Kengtung (estado de Shan), los fieles, sacerdotes y religiosas llevaron la estatua de la Virgen en procesión, rezando el rosario y orando por la paz en Myanmar.
Las hermanas de San José de la Aparición son aún más explícitas: en varios barrios de Yangon y en otras ciudades muestran su cercanía con la población distribuyendo bocadillos, café y otras bebidas para ayudar a los manifestantes a "recargar sus energías y su voz". Afirman que así viven lo que el Concilio Vaticano II enseñó con Gaudium et Spes: "Los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren, son a la vez gozos y esperanzas, tristezas y angustias de los discípulos de Cristo."(1: 1).