Mons. Barwa: Los cristianos de Kandhamal son testigos de Cristo, con sus rostros serenos frente a la persecución
Un Comentario del Arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar en el aniversario del pogromo anti-cristiano de 2008. Alrededor de 55000 fieles han huido de sus hogares; 300 iglesias destruidas, así como conventos, albergues e instituciones de asistencia social; varias violaciones y al menos 91 muertes (el Gobierno confirma 38). Monseñor Barwa: "Los cristianos que conozco me dicen que hay una cosa que los perseguidores no pueden hacer: No los pueden separar de Jesús"

Bhubaneswar (AsiaNews) - "Siempre me conmuevo  por la alegría de mi pueblo, que ha sufrido una terrible violencia desatada contra los cristianos. Su fe no ha vacilado. Por el contrario, en ellos se han fortalecido la fe y el amor por Cristo". Con estas palabras Mons. John Barwa SVD, Arzobispo de Cuttack-Bhubaneswar, comenta a AsiaNews la fuerza de la fe de los cristianos de Orissa, en la India, recordando el séptimo aniversario de la terrible masacre contra los cristianos desencadenada en el 2008 por radicales hindúes.


El 23 de agosto de 2008, un grupo maoísta mató al líder hindú Laxamananda Saraswati en su ashram, en el distrito de Kandhamal. A pesar de que los guerrilleros admitieron inmediatamente su responsabilidad, los radicales hindúes culparon a los cristianos, siempre criticados por el gurú por su compromiso social con los tribales y dalits (intocables) y acusados ​​- junto con los obispos, sacerdotes y monjas – de hacer proselitismo.

En Kandhamal los extremistas hindúes desataron la
persecución más violenta contra la minoría cristiana en la India jamás vista. Los Pogromos obligaron a huir 55.000 fieles y causaron el allanamiento y la quema de 5.600 viviendas en 415 aldeas. De acuerdo a las cifras del gobierno,  los muertos confirmados son 38; dos mujeres violadas; muchas personas han sufrido mutilaciones y  daños permanentes. Sin embargo, los números de la Iglesia y otros activistas sociales son de casi 300 iglesias destruidas, así como conventos, escuelas, albergues e instituciones de asistencia social.  Hay al menos 91 víctimas de las cuales 38 murieron en el lugar, 41 por lesiones sufridas en la violencia, 12 en las acciones policiales. Entre los que han sufrido la violencia, están el P. Thomas Chellan,, director del centro pastoral Divyiajyoti, y Sor Meena Barwa (sobrina del arzobispo), que estaba con él en el momento del ataque.

En febrero de este año, Mons. Barwa ha inaugurado el
primer monumento erigido en honor de los mártires de los pogrom anticristianos, en el cual se recuerda también al p. Bernard Digal, quien murió en el hospital en octubre de 2008 después de dos meses de agonía. Con los años, sin embargo, en una serie de procesos-farsa, los jueces del Tribunal de Phulbani han condenado a cadena perpetua a siete cristianos inocentes por la muerte del líder hindú, a pesar de la reivindicación  del asesinato por parte de los maoístas. Incluso hoy estamos lejos de garantizar la justicia para las víctimas y sus familias. Aquí están los comentarios del Arzobispo.

Kandhamal es un signo de esperanza para los cristianos perseguidos en todo el mundo. En nuestros cristianos que han sufrido por su fe, hay una tranquilidad profunda, una profunda alegría. Esta paz que sobrepasa todo entendimiento viene de Jesucristo. Siempre estoy conmovido por la alegría de mi pueblo, que ha sufrido una terrible violencia desatada contra los cristianos. Su fe no ha vacilado. Por el contrario, se ha fortalecido la fe y el amor por Cristo.

La fe de nuestros cristianos de Kandhamal es un testimonio en el mundo del Jesús vivo, que ha afrontado con serenidad la persecución. A los maridos de mi pueblo se les ha pedido frente a sus esposas: "¿Renuncias a tu fe?". Ellos han respondido con valentía: "No, haz conmigo lo que quieras". Y al mismo tiempo, se les dijo a las esposas: "¿Ves lo que le pasa a vuestros maridos? Si no renuncias a tu fe, te enfrentarás a un destino similar". Pero ellas respondieron: "Nunca. Si mi marido puede afrontar todo esto, ¿por qué no yo? Haz conmigo lo que quieras, no voy a renunciar".

Este es el don de la gracia, estamos llamados a encontrar a Cristo todos los días en la alegría de nuestro sufrimiento en Su nombre. Cuando voy por ahí entre la gente, visitando cada monasterio, y encuentro a los guías, los sacerdotes, todo el mundo me dice: "Su Excelencia, todas nuestras casas han sido destruidas, así como las iglesias, nuestros seres queridos han sido masacrados. Pero hay una cosa que los persecutores no pueden hacer: no pueden separarnos de Jesús". (NC)