09/02/2021, 15.10
CHINA
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Covid-19: un año de falsedades de Beijing

de Elizabeth Chen

Los chinos intentaron confundir a la opinión pública nacional y extranjera respecto al origen de la pandemia. El relato del régimen: la respuesta eficaz y transparente a la crisis; el coronavirus no se originó en China. EE.UU informó sobre la presencia de "enfermedades en el Instituto de Virología de Wuhan".

 

Hong Kong (AsiaNews) - No hay indicios de brotes extensos de Covid-19 en Wuhan ni en ningún otro lugar antes de diciembre de 2019. Es posible que la enfermedad pulmonar ya estuviera presente lejos de la capital de Hubei antes de que se descubriera el primer contagio. Estos son los primeros resultados de la investigación del equipo de expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que trabaja en Wuhan, y tiene la tarea de descubrir el origen de la pandemia. Según los investigadores de la OMS, la hipótesis más probable es la de una transmisión del coronavirus desde una especie "intermedia" a los humanos. Todavía no es posible establecer de qué animal se trata y dónde se produjo el "salto": el vector original podría ser un murciélago o un pangolín; esto no excluye la posibilidad de transmisión por alimentos congelados. Para la misión de la OMS, es muy poco probable que el virus se haya propagado por un accidente en un laboratorio chino. Tampoco está claro el papel del mercado de mariscos de Huanan, la posible primera fuente de infección. Los investigadores internacionales y sus colegas chinos han subrayado que la investigación continuará en otros países. Varios observadores han cuestionado la eficacia de la investigación: el grupo de expertos tuvo que seguir un calendario de visitas establecido por el gobierno chino, sin poder comunicarse con los periodistas. La misión de la OMS se cierra a pocos días del aniversario de la muerte - por coronavirus - de Li Wenliang, el oftalmólogo de Wuhan que dio la primera voz de alarma sobre el brote de una enfermedad pulmonar en China. Las conclusiones presentadas por los expertos de la OMS contrastan en parte con las afirmaciones de Estados Unidos y otros gobiernos de que la obsesión del Partido Comunista Chino por el secreto y el control ha puesto en peligro la salud pública en China y en todo el mundo. El análisis de Elizabeth Chen, directora de China Brief. Publicado gracias a la cortesía de la Jamestown Foundation (traducido al español por AsiaNews).

 

Introducción

El 28 de enero, los miembros de un equipo internacional dirigido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) concluyeron los catorce días de cuarentena obligada e iniciaron el trabajo de campo en Wuhan (China), en el marco de una misión que tiene por objetivo investigar los orígenes de la pandemia de COVID-19. En el momento de redactar este informe, el equipo ha visitado el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Hubei, el Instituto de Virología de Wuhan (WIV) y el mercado mayorista de mariscos de Huanan. Los medios de comunicación estatales también informaron que el equipo de la OMS visitó "una exposición en la que aparecía gente china luchando contra la epidemia". Esto despierta el temor de que el viaje pueda ser poco más que una maniobra de relaciones públicas, aún cuando los orígenes del coronavirus son muy inciertos y ampliamente politizados  (Global Times, 31 de enero). Los expertos extranjeros se preguntan si la investigación de la OMS será lo suficientemente transparente o si se permitirá a los investigadores acceder a los lugares clave y a los datos científicos (SCMP, 27 de enero). Excepto por un informe de "términos de referencia" y una lista de miembros de la OMS publicada en noviembre, no se han difundido más detalles sobre el viaje del equipo de la OMS.

La investigación del equipo de la OMS quedó politizada incluso antes de que éste comenzara a trabajar, a raíz de un debate internacional sobre los orígenes de COVID-19  El año pasado, los funcionarios del gobierno estadounidense dieron crédito en repetidas ocasiones a la llamada "hipótesis de la fuga en el laboratorio". El culmen fue la publicación de un boletín informativo el 15 de enero por parte del Departamento de Estado. La hoja de datos daba pruebas - no reveladas anteriormente-  de "enfermedades en el Instituto de Virología de Wuhan" y se advertía de que "la obsesión mortal del PCC [Partido Comunista Chino] por el secreto y el control se produce a expensas de la salud pública en China y en todo el mundo" (Departamento de Estado de los EE.UU., 15 de enero). Por su parte, los funcionarios y los medios de comunicación estatales de la República Popular de China (RPC) difundieron teorías destinadas a enlodar los orígenes de la pandemia de COVID-19 y  contrarrestar las críticas a la versión oficial de que la respuesta de China a la pandemia ha sido "abierta, transparente y responsable" desde el principio.

 

La censura en torno a los orígenes del COVID-19

La desinformación del Estado chino respecto a los orígenes del COVID-19 puede fecharse en la última semana de febrero de 2020, cuando el experto en enfermedades respiratorias Zhong Nanshan (钟南山) dijo a los medios de comunicación estatales que aunque "el COVID-19 se descubrió por primera vez en China, eso no significa que se haya originado en el país" (Xinhua, 27 de febrero de 2020). A principios de marzo, los voceros del Ministerio de Asuntos Exteriores repetían esta idea durante las sesiones informativas diarias con la prensa. Además, el conocido diplomático y  "wolf-warrior" Zhao Lijian (赵立坚) compartió una teoría conspirativa a través de su cuenta personal de Twitter: afirmó que el Ejército de los Estados Unidos había llevado el COVID-19 a Wuhan durante los Juegos Mundiales Militares de octubre de 2019 (MAE de la RPC, 4 de marzo de 2020; Zhao Lijian vía Twitter, 12 de marzo de 2020). El analista y experto en China David Gitter definió los primeros esfuerzos de China para enturbiar los orígenes del COVID-19 como una especie de oportunismo, destinado principalmente a proteger la reputación del gobierno chino durante una catástrofe nacional. Por otro lado, respecto al hecho de descargar la culpa hacia el exterior, dijo que esto formaba parte de un conjunto de herramientas de propaganda del PCC, ya consolidadas.

En mayo, un artículo de la principal revista teórica del PCC ponía en guardia a los lectores respecto a un "virus político" (政治病毒, zhengzhi bingdu) de la retórica antichina -que incluye los esfuerzos por vincular los orígenes del coronavirus a Wuhan- incluso "más peligroso" que el COVID-19 mismo (Qiushi, 18 de mayo de 2020). Tal vez el Libro Banco publicado en el mes de junio fue el esfuerzo más evidente de las autoridades estatales para "moldear y controlar el relato” en torno a la respuesta china a la pandemia. Sin embargo, no proporcionó pruebas suficientes para aclarar los orígenes del coronavirus (Comisión Nacional de Salud de la RPC, 8 de junio de 2020; China Brief, 24 de junio de 2020). La ambigüedad ha llevado a una confusión constante respecto a la respuesta de China al COVID-19. En una reciente respuesta a dos informes preliminares presentados ante el consejo ejecutivo de la OMS - que parecían criticar suavemente tanto a China como a las primeras respuestas de la OMS ante la pandemia - un representante chino se quejó de que los plazos de la respuesta de China expuestos en los informes "no se condicen con los hechos" y pidió a los autores que "mejoraran aún más los informes y realizaran evaluaciones científicas, objetivas, justas, exhaustivas y equilibradas". Sin embargo, las fechas que figuran en dichos informes fueron confirmadas tanto por la OMS como por el Libro Blanco de junio (SCMP, 20 de enero).

En la largamente demorada investigación sobre los orígenes del COVID-19 en Wuhan, a cargo del equipo de la OMS, se han vuelto a analizar con detenimiento los primeros errores cometidos por China en la contención y gestión del virus. Es indudable que la reputación internacional de China se ha visto afectada tras la pandemia, y la propaganda oficial parece haber tenido dificultades para colmar la brecha entre la opinión pública nacional y la extranjera (China Brief, 6 de diciembre de 2020). Los esfuerzos continuos de los funcionarios del gobierno y del aparato mediático estatal, abocados a promover teorías sobre los múltiples orígenes del coronavirus y sugerir su transmisibilidad a través de los envases de alimentos congelados (es decir, la hipótesis de la cadena de frío) demuestran la continua utilización política de la desinformación sobre el COVID-19.  

 

Orígenes múltiples

Como ya se ha mencionado, los funcionarios chinos y los medios de comunicación estatales intentaron desviar las investigaciones sobre el origen del COVID-19, alejándolas de Wuhan, ya a partir de marzo (Xinhua, 22 de marzo de 2020). Basándose a menudo en informes de medios de comunicación extranjeros o citando a epidemiólogos internacionales, los medios de comunicación estatales promovieron investigaciones que parecían señalar el origen del virus en Italia, los Países Bajos, Francia, Australia, India o España, básicamente en cualquier lugar menos en Wuhan (Global Times, 27 de junio de 2020; Deccan Herald, 29 de noviembre de 2020). En un caso, los medios de comunicación chinos citaron selectivamente las palabras del bioquímico alemán Alexander Kekulé para afirmar que "el punto de partida de la pandemia no está en Wuhan", sino que es atribuible a una variante del norte de Italia (China Daily, 1 de diciembre de 2020; CGTN, 5 de diciembre de 2020). Cuando se le preguntó por esta afirmación, Kekulé dijo que sus palabras habían sido tergiversadas y sacadas de contexto, y desmintió los reportes de los medios chinos, calificándolos como "pura propaganda" (Hindustan Times, 14 de diciembre de 2020).

El 2 de enero, el Consejero de Estado y Ministro de Asuntos Exteriores, Wang Yi (王毅), sintetizó una versión triunfal de la lucha de China contra el coronavirus, cuando dijo: "Hicimos una carrera contra el reloj y ante todo, informamos al mundo sobre la epidemia. Cada vez son más los estudios que demuestran que es probable que la epidemia sea un brote en muchos lugares del mundo" (Xinhua, 2 de enero). 

Durante una rueda de prensa del 18 de enero se preguntó a la vocera del Ministerio de Asuntos Exteriores Hua Chunying (华春莹) si la posición oficial de China era que el virus había surgido fuera de China. Su respuesta fue: "El COVID-19 estalló en múltiples lugares de todo el mundo en el otoño de 2019... no solo es el relato de China, sino un hecho, el relato objetivo, común a muchos países" (MAE de la RPC, 18 de enero). Durante la misma sesión informativa, Hua pareció utilizar la cooperación de China con la OMS como una oportunidad para participar en una extraña forma de whataboutismo mientras redoblaba la teoría de los orígenes múltiples, diciendo: "Me gustaría subrayar que si Estados Unidos realmente respeta los hechos, debería (...) invitar a los expertos de la OMS a realizar el rastreo del origen en los Estados Unidos" (MAE de la RPC, 18 de enero). Un artículo posterior, publicado en el Global Times se hizo eco de esta retórica, con un interrogante: "¿Cuándo invitará Estados Unidos a expertos de la OMS o de otras instituciones internacionales a investigar el origen del COVID-19 en los Estados Unidos?". (Global Times, 22 de enero).

Una de las cuestiones que supuestamente retrasaron las tratativas para que la OMS llevara adelante la investigación sobre los orígenes de la COVID-19 fue la determinación de Beijing de aceptar dicha investigación siempre y cuando no fuera específica para el país. Los expertos de la OMS debieron sortear una situación muy delicada para mantener el acceso a China. En noviembre, Michael Ryan, Director Ejecutivo del Programa de Emergencias Sanitarias de la OMS, dijo que sería "muy especulativo de nuestra parte decir que la enfermedad no surgió en China" (Channel News Asia, 28 de noviembre de 2020). En enero, un miembro del equipo de la OMS en Wuhan dijo a CGTN: "No creo que debamos descartar nada [sobre el origen del virus]. Pero es importante empezar en Wuhan, donde se produjo un gran brote" (CGTN, 11 de enero). 

 

La hipótesis de la cadena de frío

Tras el brote de coronavirus en Beijing en el mes de junio, el cual fue vinculado a alimentos importados, los entes reguladores chinos de todo el país se dedicaron a analizar muestras de alimentos importados de "países de alto riesgo" (SCMP, 19 de junio de 2020). En los últimos meses, el tabloide estatal Global Times publicó una serie de informes en los que se sugieren evidencias de que los productos alimenticios importados bajo cadena de frío habrían sido el origen de los brotes que se trasladaron desde las ciudades portuarias hasta las provincias del interior, como Heibei y Heilongjiang, donde hubo brotes recientes (Global Times, 27 de octubre de 2020; 29 de noviembre de 2020, 6 de diciembre de 2020).  Estos informes de los medios de comunicación han provocado una gran preocupación entre los consumidores chinos y han llevado a las autoridades a anunciar el refuerzo de las pruebas en frutas y verduras, en la carne y los helados importados (Sixth Tone, 27 de octubre de 2020; Global Times, 26 de enero). Otros países han descartado el almacenamiento en frío como vector de transmisión y se han quejado de que las demoras de China en la importación de alimentos han provocado importantes trastornos en el comercio (ABC News (Australia), 18 de agosto de 2020). En reiteradas oportunidades, los expertos extranjeros han argumentado que si bien el virus puede sobrevivir durante un tiempo en los envases, hay escasas posibilidades reales de transmisión a través de las importaciones bajo la cadena de frío. China rechazó estas críticas y afirmó que en la lucha contra el coronavirus, su prioridad número uno es la vida de las personas (RPC MFA, 18 de noviembre de 2020). 

 

Conclusión

Una vez más, pareciera que ante la constante y persistente presión de China, la OMS podría estar contemplando la posibilidad de revisar sus directrices oficiales, que hasta ahora han sostenido que la transmisión del coronavirus a través de la cadena de frío no representa un elevado riesgo. El borrador de las directrices filtrado por la OMS a principios de este año parecía advertir que el virus podría propagarse a través de la cadena de frío (Wall Street Journal, 22 de enero). 

A lo largo de 2020 y ya en el nuevo año, los funcionarios chinos y los medios de comunicación estatales reforzaron constantemente las afirmaciones sobre los múltiples orígenes del COVID-19 y su transmisibilidad a través de las importaciones realizadas bajo la cadena de frío, las cuales fueron cuestionadas o desmentidas reiteradamente por los expertos extranjeros. Estas teorías conspirativas impulsadas por el Estado contrastan fuertemente con los esfuerzos en curso para controlar la información relacionada con la pandemia. 

El Estado chino acusó y procesó a más de 17.000 personas en relación con la "difusión de información falsa sobre la pandemia" en Internet el año pasado (Beijing News, 10 de enero). Y una investigación de Associated Press, publicada en diciembre, descubrió que el gobierno central había controlado rigurosamente la publicación de investigaciones académicas sobre los orígenes del coronavirus (AP, 30 de diciembre de 2020). A pesar de que China ha adoptado medidas enérgicas de censura interna con respecto al COVID-19, ha seguido perpetuando la desinformación tanto en el país como en el extranjero, en un intento por eludir la culpa por su papel en los orígenes de la pandemia de coronavirus.

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