La declaración del Primer Ministro Iraklij Kobakhidze de paralizar hasta 2028 las negociaciones de adhesión a la UE ha endurecido aún más el enfrentamiento, mientras que el Tribunal Constitucional ha confirmado el resultado de las disputadas elecciones. La policía está utilizando cañones de agua y gases lacrimógenos y ya ha detenido a cientos de personas. Incluso el ex primer ministro Georgij Kvirikašvili, ex presidente del partido mayoritario, se ha puesto del lado de los manifestantes.
En la región separatista de Georgia, bajo control de Moscú desde hace 15 años, miles de personas se han sublevado contra los acuerdos del gobierno con oligarcas rusos. Bžanija anunció el paso atrás «para preservar la estabilidad y el orden constitucional». No son acontecimientos sin precedentes para Sujumi, que sin embargo está destinada a permanecer firmemente en manos del Kremlin.
La oposición continúa movilizándose cada noche para denunciar las manipulaciones de los votos que habrían conducido a un nuevo éxito del pro-ruso Sueño Georgiano. Se están recogiendo documentos para una investigación internacional, mientras que el gobierno saliente se mantiene en una posición expectante, apostando por las divisiones entre los partidos y no creyendo en su capacidad para implicar realmente a la población en la protesta.
Los que consideran al gobierno prorruso responsable del fraude que anuló los resultados de los sondeos a pie de urna se lanzan a las calles del centro de Tiflis, en medio de una tensión creciente. El Presidente Zurabišvili y los líderes de la oposición (que apareció dividida en cuatro partidos diferentes) no reconocen los resultados, que dan al Sueño Georgiano el 53,92% de los votos en un país dividido. El Kremlin clama «desestabilización en nombre de los europeos».
La guerra en Ucrania obliga a los pueblos de estas tierras a tomar una decisión drástica en contra de su propia conciencia. Los moldavos quieren tener un lugar en el mundo, no sólo en el "mundo ruso", del que de todos modos saben que forman parte. Aún más dramática es la decisión que deben tomar los georgianos este fin de semana, cuando se decidirá no sólo el reparto de los escaños parlamentarios sino el futuro del país.
Mientras Tiflis se prepara para votar en las elecciones parlamentarias del 26 de octubre, la Presidenta Salomé Zurabišvili se presenta cada vez más abiertamente como la antagonista del Sueño Georgiano, la fuerza prorrusa que dirige el país desde hace 12 años. Ha exigido a sus socios europeos la reanudación inmediata de las conversaciones para la integración en la UE en caso de victoria de la oposición. Mientras que el Primer Ministro, Iraklij Kobakhidze, exigió su dimisión en caso de victoria de su partido.