10/10/2018, 14.46
COREA – VATICANO
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El ‘giro religioso’ de Kim Jong-un y la persecución religiosa

de Joseph Yun Li-sun

El dictador norcoreano se habría inclinado ante el presidente de la Conferencia Episcopal del Sur, que le anunció su voluntad de informar al Vaticano acerca de sus esfuerzos a favor de la paz. La invitación dirigida al Papa y la “cálida bienvenida” anunciada por Pyongyang chocan con la represión total que Corea del Norte viene desplegando contra el sentimiento religioso desde la década del ‘50. 

Seúl (AsiaNews) – Kim Jong-un “está dispuesto a dar una cálida bienvenida al Papa Francisco, si él desea visitar Pyongyang”. Éstas serían las palabras pronunciadas por el dictador coreano mismo, durante la histórica cumbre celebrada en septiembre en Corea del Norte con Moon Jae-in, el presidente de Corea del Sur. Moon presentará a Francisco la invitación de parte de Kim, de manera formal, durante su visita a Roma y al Vaticano, prevista para el 17 y el 18 de octubre próximos.  

En esa misma cumbre, celebrada el 20 de septiembre, el líder norcoreano conversó con el presidente de la Conferencia Episcopal surcoreana, Mons. Igino Kim Kim Hee-joong (v. foto). El prelado dijo al huésped que informaría al Vaticano acerca de los esfuerzos que Corea está llevando adelante a favor de la paz, y Kim habría respondido “Dígaselo, se lo ruego”, inclinándose ante él.

El giro religioso que muestra el “Joven mariscal”, título extraoficial otorgado al dictador del Norte, choca de manera estridente con la política de su padre y de su abuelo  (Kim Jong-il e Kim Il-sung), que arrasaron ferozmente con todas las formas de religiosidad en el país estalinista.

En Corea del Norte sólo se permite el culto al difunto líder Kim Jong-Il y a su padre, Kim Il-Sung. El régimen siempre ha puesto impedimentos a la presencia religiosa, en particular de budistas y cristianos, y obliga a los fieles a registrarse en organizaciones controladas por el Partido. Son frecuentes las persecuciones brutales y violentas encaradas contra fieles no inscriptos y contra quienes practican la actividad misionera. Desde que se instauró el régimen comunista en 1953, han desaparecido cerca de 300.000 cristianos; en el país ya no quedan sacerdotes ni religiosas, puesto que todos fueron masacrados durante las persecuciones. Son tristemente célebres las “marchas de la muerte” impuestas por el régimen, que consistían en larguísimos trayectos recorridos a pie, a los que eran sometidos los fieles de todas las religiones y durante los cuales fueron muertos los últimos religiosos norcoreanos.  

En Corea del Norte existen 51 categorías sociales, establecidas por el Estado: aquellos que practican una fe por afuera del control del gobierno, son colocados a priori en los últimos puestos, con menos oportunidades para la educación y el trabajo, y no reciben subsidios alimentarios, además de ser víctimas de una violencia brutal constante.

Sin embargo, Pyongyang declara que en el país hay libertad religiosa, y que ésta es garantizada por la Constitución: las cifras del gobierno computan cerca de 10.000 budistas, 10.000 protestantes y 4.000 católicos. Las estimaciones del gobierno sólo toman en cuenta a los fieles inscriptos en las asociaciones reconocidas. En la década del Ochenta del siglo pasado, en Pyongyang se construyeron tres iglesias: dos protestantes y una católica. En el 2006, gracias a los buenos oficios de la embajada rusa en Corea del Norte, el régimen permitió la construcción de una iglesia ortodoxa rusa.

En estas iglesias, según comentan algunos testigos que han podido visitarlas, solamente se hace propaganda del régimen: en ellas se desempeñan “sacerdotes” que equiparan al “Amado líder” Kim Jong-Il con un semidiós. En la única iglesia católica que existe no hay un solo sacerdote, y sólo se lleva a cabo una oración comunitaria una vez por semana.

No hay manera de confirmar la presencia de cristianos en el país. La Iglesia católica surcoreana considera que aún debe haber algunos –cuantificables en cientos de personas- que viven su fe de manera clandestina. Lo cierto es que, antes de la instauración del régimen estalinista, el Norte tenía un porcentaje muy elevado de cristianos (casi el 30% de la población de la capital), a tal punto que Pyongyang era definida como “la Jerusalén de Asia”. 

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