22/11/2019, 14.48
TAILANDIA-VATICANO
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Papa en Tailandia: jóvenes mantengan firme las raíces de la fe de nuestros ancianos

Multitud de jóvenes de fiesta para el último encuentro público del Papa Francisco en Tailandia. La invitación “a ponerse en movimiento y mirar el futuro para encontrarse con la cosa más bella que quiere regalarnos: la venida definitiva de Cristo en nuestra vida y en nuestro mundo”.

 

Bangkok AsiaNews) – Multitud de jóvenes de fiesta para el último encuentro público del Papa Francisco en Tailandia. Mañana por la mañana a las 9.30 locales (2.30 GMT), de hecho, Francisco partirá para Japón, segunda y última etapa de su viaje, donde llegará a las 17.40 locales (9.40 GMT).

Jóvenes ya desde la calle recorrida por el Papa para llegar a la catedral de la Asunción donde a las 17.00 locales (10 GMT) celebró la misa con los jóvenes en trajes tradicionales de diversas etnias que llevaron las ofertas. Juan que esperó afuera de la catedral la finalización de la celebración para poder saludar al Papa. No pocos vestían camisas con estampadas con el rostro de Francisco, que aparece también en los grandes carteles colocados en la fachada de la catedral.

Jóvenes a los cuales Francisco dirigió la invitación “a ponerse en movimiento y mirar el futuro para encontrarse con la cosa más bella que quiere regalarnos: la venida definitiva de Cristo en nuestra vida y en nuestro mundo”.  Fin para el cual “es necesario estar bien radicados en la fe de nuestros ancianos: padres, abuelos maestros”.

“Esta bella catedral-les dijo- es testigo de la fe en Cristo que han tenido vuestros antepasados: su fidelidad, profundamente radicada, los llevó a realizar buenas obras, a construir el otro templo, aún más bello, compuesto por piedras vivas para poder llevar el amor misericordioso de Dios a las personas de su tiempo. Pudieron hacer esto porque estaban convencidos de cuanto el profeta Oseas proclamó en la primera Lectura de hoy: Dios había hablado a ellos con ternura, los había abrazado con amor fuerte, para siempre (cfr  Os 2,16.21)”.

“Queridos amigos, para que el fuego del Espíritu no se apague, y puedan mantener viva la mirada y el corazón, es necesario estar bien arraigados en la fe de nuestros mayores: padres, abuelos y maestros. No para quedarse presos del pasado, sino para aprender a tener ese coraje capaz de ayudarnos a responder a las nuevas situaciones históricas. La de ellos fue una vida que resistió muchas pruebas y mucho sufrimiento. Pero en el camino, descubrieron que el secreto de un corazón feliz es la seguridad que encontramos cuando estamos anclados, enraizados en Jesús: en su vida, en sus palabras, en su muerte y resurrección. «A veces he visto árboles jóvenes, bellos, que elevaban sus ramas al cielo buscando siempre más, y parecían un canto de esperanza. Más adelante, después de una tormenta, los encontré caídos, sin vida. Porque tenían pocas raíces, habían desplegado sus ramas sin arraigarse bien en la tierra, y así sucumbieron ante los embates de la naturaleza. Por eso me duele ver que algunos les propongan a los jóvenes construir un futuro sin raíces, como si el mundo comenzara ahora. Porque “es imposible que alguien crezca si no tiene raíces fuertes que ayuden a estar bien sostenido y agarrado a la tierra. Es fácil ‘volarse’ cuando no hay desde donde agarrarse, de donde sujetarse”» (Exhort. ap. postsin. Christus vivit, 179): Sin este firme sentido de arraigo, podemos quedar desconcertados por las “voces” de este mundo que compiten por nuestra atención. Muchas de ellas son atractivas, propuestas bien maquilladas que al inicio parecen bellas e intensas, aunque con el tiempo solamente terminan dejando vacío, cansancio, soledad y desgana (cf. ibíd., 142), y van apagando esa chispa de vida que el Señor encendió un día en cada uno de nosotros”

“Queridos jóvenes: Ustedes son una nueva generación, con nuevas esperanzas, sueños y preguntas; seguramente también con algunas dudas pero, arraigados en Cristo, los invito a mantener viva la alegría y a no tener miedo de mirar el futuro con confianza. Arraigados en Cristo, miren con alegría y confianza. Radicados en Cristo, miren con alegría y confianza. Esta condición nace del saberse deseados, encontrados y amados infinitamente por el Señor. La amistad cultivada con Jesús es el aceite necesario para iluminar el camino, vuestro camino, pero también el de todos aquellos que nos rodean: amigos, vecinos, compañeros de estudio y de trabajo, comprendido aquel de cuantos están del todo en desacuerdo con ustedes. ¡Vayamos al encuentro del Señor que viene!  No tengan miedo del futuro y no se dejen atemorizar; al contrario, sepan que el Señor los está esperando, para preparar y celebrar la fiesta de su Reino”.

Al final de la misa, Francisco agradeció a “todos aquellos que hicieron posible mi visita a Tailandia y que han colaborado en su realización”.

 

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