18/10/2020, 14.28
VATICANO
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Papa: Jornada Mundial de las Misiones, el padre Maccalli y una oración por Libia

En el Ángelus, papa Francisco recuerda a los misioneros “tejedores de fraternidad”. Palabras de apoyo y aliento para los pescadores retenidos en Libia desde hace más de un mes, y para sus familias. Un largo silencio para orar por el diálogo y la paz en Libia. En la frase de Jesús sobre Dios y el César, está “el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa”, y de ella surgen “lineamientos claros para la misión de los creyentes de todos los tiempos”. El llamado a “ser una presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo”. El creyente es “protagonista de un servicio de amor en favor del bien común”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Un recuerdo de la Jornada Mundial de las Misiones, que se celebra hoy en Italia; el aprecio, y un aplauso, por el P.  Pier Luigi Maccalli, misionero de la SMA (Sociedad de las Misiones africanas, secuestrado hace dos años en Níger por grupos vinculados a Al Qaeda, y liberado en Mali a principios de octubre; una oración por el diálogo y la paz en Libia, y la mención de los 12 pescadores secuestrados por las tropas del general Khalifa Haftar por haber violado – según los secuestradores – las aguas territoriales libias. Son algunos puntos que papa Francisco tocó hoy, al saludar a los grupos de fieles reunidos en Plaza San Pedro, al término del rezo del Ángelus. 

"Hoy celebramos la Jornada Mundial de las Misiones - dijo Francisco -, que tiene por tema: '¡Aquí estoy, envíame! Tejedores de fraternidad'. Qué bella es esta palabra, ‘tejedores’: cada cristiano es llamado a ser un tejedor de fraternidad. Y lo son especialmente los misioneros y las misioneras – sacerdotes, consagrados y laicos – que siembran el Evangelio en el gran campo del mundo. Roguemos por ellos y brindemos nuestro apoyo de una forma concreta. En este contexto, deseo dar gracias a Dios por la tan esperada liberación del Padre Pier Luigi Maccalli... – ¡lo saludamos con este aplauso! –, que fue secuestrado en Níger, hace dos años. También nos alegramos porque con él, fueron liberados tres rehenes más. Sigamos rezando por los misioneros y catequistas, y también por todos los que son perseguidos o  secuestrados en varias partes del mundo".

Inmediatamente después, el pontífice agregó: “me gustaría decir unas palabras de aliento y apoyo para los pescadores que llevan más de un mes detenidos en Libia y para  sus familias. Confiando en María, Estrella del Mar, mantengan viva la esperanza de que pronto podrán abrazar de nuevo a sus seres queridos. También rezo por los distintos coloquios en curso a nivel internacional, para que sean relevantes para el futuro de Libia. Hermanos y hermanas, ha llegado el momento de poner un freno a todas las formas de hostilidad, favoreciendo un diálogo que lleve a la paz, la estabilidad y la unidad del país. Oremos juntos, en silencio, por los pescadores y por Libia". Y el Papa y los peregrinos reunidos en la plaza se sumergieron en un largo silencio.

Previo a ello, papa Francisco se detuvo en el evangelio de hoy (Mateo 22,15-21) y sobre la respuesta que da Jesús a las preguntas de sus adversarios, llenas de “hipocresía”.

La respuesta de Jesús («Pues dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios»), “por una parte, reconoce que se debe pagar el tributo al César, porque la imagen sobre la moneda es la suya; pero, sobre todo, recuerda que cada persona lleva en sí otra imagen, la de Dios, y por tanto es a Él, y solo a Él, a quien cada uno debe su existencia”.

“En esta sentencia de Jesús – continuó -  no solo se encuentra el criterio para la distinción entre la esfera política y la religiosa, sino que de ella también surgen lineamientos claros para la misión de los creyentes de todos los tiempos, inclusive para nosotros, hoy. Pagar los impuestos es un deber de los ciudadanos, así como cumplir las leyes justas del Estado. Al mismo tiempo, es necesario afirmar la primacía de Dios en la vida humana y en la historia, respetando el derecho de Dios sobre todo lo que le pertenece”. 

De aquí deriva la misión de la Iglesia y de los cristianos: hablar de Dios y testimoniarlo a los hombres y a las mujeres de su tiempo. Cada uno, en virtud del Bautismo, está llamado a ser una presencia viva en la sociedad, animándola con el Evangelio y con la savia vital del Espíritu Santo. Se trata de esforzarse con humildad y con valor, dando la propia contribución a la edificación de la civilización del amor, en la que reinan la justicia y la fraternidad”.

“Esta misión de los discípulos del Señor, y especialmente de los fieles laicos, ha de ser llevada a cabo con plena fidelidad a los valores espirituales y trascendentes, en comunión con los Pastores. La pertenencia a Cristo y el estilo de vida que se deriva de ella no aíslan al creyente del mundo; por el contrario, lo hacen protagonista de un servicio de amor en favor del bien común. El testimonio de los santos nos muestra que la fe empuja a dedicarse, en primera persona y con generosidad, a la promoción y a la defensa de la dignidad humana, que lleva impresa la imagen de Dios”.

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