01/06/2017, 14.16
VATICANO
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Papa: las “dimensiones” del cristiano son anunciar a Jesús, resistir a la persecución, rezar

La vida de San Pablo muestra las tres actitudes que todo cristiano debe adoptar. El Apóstol “tuvo que luchar mucho”. La primera dimensión de su vida es “el anuncio, el celo apostólico: llevar a Jesucristo”, “la segunda es: sufrir las persecuciones, las luchas”. Por último, la tercera es la oración. “Pablo tenía esta intimidad con el Señor”.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El celo apostólico para anunciar a Jesucristo, la resistencia frente a las persecuciones, y la oración, para encontrase con el Señor. Son las tres dimensiones de la vida de San Pablo con las que todo cristiano debe tratar de ensimismarse. Es lo que dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, al comentar el pasaje del día de hoy, de los Hechos de los Apóstoles (22,30 y 23,6-11)  en el cual Pablo es llevado ante el Sanedrín, para acentuar, justamente, las “tres dimensiones” de esta “vida de Pablo en movimiento, siempre en camino”.

Se hace difícil, prosiguió, “pensar en Pablo tomando sol en una playa, descansando”. Es un hombre “que siempre se movía, que estaba siempre en movimiento”.

La primera dimensión del Apóstol “es la predicación, el anuncio”. Pablo, comentó, “va de un lado a otro para anunciar a Cristo” y “cuando no predica en un lugar, trabaja”. “Pero lo que más hace, es la predicación: cuando es llamado a predicar y a anunciar a Jesucristo, ¡la suya es una pasión!  No está sentado frente a un escritorio: no. Él está siempre en movimiento, siempre. Siempre llevando adelante el anuncio de Jesucristo. Dentro de él había un fuego, un celo… un celo apostólico que lo hacía ir adelante. Y nada lo retenía. Iba siempre adelante. Y ésta es una de las dimensiones, que lo pone realmente en aprietos”.

La segunda dimensión de esta vida de Pablo son “las dificultades, o para decirlo con mayor claridad, las persecuciones”. En la Primera Lectura del hoy leemos que todos se unieron para acusarlo. Pablo va a juicio, porque lo consideran “un perturbador”. “Y el Espíritu inspiró en Pablo algo astucia, y él sabía que ellos no eran ‘uno’, sino que entre ellos había muchas luchas internas, y sabía que los saduceos no creían en la Resurrección, mientras que los fariseos sí creían… y él, un poco para salir de ese momento, dice en voz alta: ‘Hermanos, yo soy fariseo, hijo de fariseos. Soy llamado a juicio en virtud de la esperanza en la resurrección de los muertos’. Apenas dijo eso,  estalló una disputa entre los fariseos y los saduceos en la asamblea, porque los saduceos no creían… Y estos, que parecían ser ‘uno’, se dividieron entre ellos, todos”.

Aquellos, comentó Francisco, “eran los custodios de la Ley, los custodios de la doctrina del Pueblo de Dios, los custodios de la fe”, “pero uno creía una cosa, y otro, otra”. Esta gente “había perdido la Ley, había perdido la doctrina, había perdido la fe. Porque la habían transformado en ideología”, “lo mismo, con la doctrina”.

San Pablo, por lo tanto, “tuvo que luchar mucho” sobre esto. La primera dimensión de la vida de San Pablo, afirmó, “es el anuncio, el celo apostólico: llevar adelante a Jesucristo”, “la segunda es: sufrir las persecuciones, las luchas”. Por último,  la tercera es la oración. “Pablo tenía esta intimidad con el Señor”. “Él acudía a su lado tantas veces. Una vez, dice él, en la oración, lo llevó casi hasta el séptimo cielo, y él no sabía cómo expresar las cosas bellas que había sentido allí. Pero este luchador, este anunciador sin fin ni horizontes, tenía cada vez más a pecho aquella dimensión mística del encuentro con Jesús. La fuerza de Pablo era este encuentro con el Señor que tenía en la oración, tal como fue el primer encuentro sobre el camino a Damasco, cuando iba a perseguir a los cristianos. Pablo es el hombre que ha encontrado al Señor, no se olvida de ello, se deja encontrar por el Señor y busca al Señor para encontrarlo. Hombre de oración”.

Estas, concluyó, “son las tres actitudes de Pablo, que nos enseña este paso: el celo apostólico para anunciar a Jesucristo, la resistencia –resistir a las persecuciones- y la oración: encontrarse con el Señor y dejarse encontrar por el Señor”. Y así, afirmó, Pablo iba adelante “entre las persecuciones del mundo y las consolaciones del Señor”. “Que el Señor nos de la gracia a todos los bautizados, la gracia de aprender estas tres actitudes en nuestra vida cristiana: anunciar a Jesucristo, resistir” a las persecuciones “y a las seducciones que te llevan a separarte de Jesucristo, y la gracia del encuentro con Jesucristo en la oración”.  

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