27/03/2024, 10.21
LIBANO
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Beirut: San Nicolás de Flüe 'hombre de paz y mediador' entre guerras y divisiones

de Fady Noun

Inaugurada el fin de semana al sur de la capital la primera capilla dedicada al santo patrón de la Confederación Helvética y a su esposa Dorotea. Se encuentra en el convento de Notre-Dame de la Plaine, una residencia de ancianos perteneciente a los griegos melquitas. Ermitaño del siglo XV, salvó a su patria de la guerra civil y le inculcó el valor fundacional: la neutralidad. 

 

Beirut (AsiaNews) - Los cristianos del Líbano no viven al ritmo de su año litúrgico. Otros calendarios y otros hechos jalonan su vida cotidiana: la guerra en Gaza, los bombardeos israelíes en el país, el vacío ligado a la elección presidencial vacante desde hace tiempo, el vals de las etiquetas en las estanterías de los bancos de alimentos, etc. Y es en este clima de profunda dificultad en el que las Iglesias católicas viven el tiempo de Pascua. La Iglesia greco-melquita (católica) del Líbano, en particular, inauguró el 23 de marzo en Damour (al sur de Beirut) una nueva capilla dedicada a San Nicolás de Flüe (1417-1487), patrón de la Confederación Helvética, y a su esposa Dorotea. 

La nueva capilla está situada en una de las esquinas de la amplia fachada del convento de Notre-Dame de la Plaine, residencia de ancianos gestionada por la congregación greco-católica de las Misioneras de la Anunciación. Georges Bacouni, arzobispo de Beirut de los greco-melquitas, celebró la misa inaugural en presencia de una pequeña multitud de fieles entre los que se encontraba Christine Thomi, representante de la asociación Solidarité Liban-Suisse, que veló por su realización e inspiró su dedicación. 

Hombre de paz y mediador extraordinario, este ermitaño del siglo XV salvó a su patria de la guerra civil y le inculcó su valor fundacional, la neutralidad. Convertido en ermitaño, con el consentimiento de su esposa, su "querida Dorotea", como la llamó durante toda su vida, "Frère Nicolas" pasó los 17 años siguientes de su vida en ayuno y oración. Este gigante de la santidad es tan adorado y venerado en su país (Suiza) como San Charbel lo es para nosotros en el Líbano. Y es también por esta razón por la que la asociación Solidarité Liban-Suisse pone grandes esperanzas en hermanar las santidades de ambos hombres.

El nombre de Damour, además, está asociado a uno de los dramas inaugurales -y sucesos más sangrientos- de la guerra libanesa (1975-1990). En enero de 1976, en efecto, tuvo lugar en esa zona una masacre cuyas consecuencias perduran aún hoy: unos 500 civiles perdieron allí la vida, tiroteados a quemarropa y asesinados por palestinos armados. El resto de la población fue evacuada in extremis, por mar, a las zonas cristianas de Beirut.

Medio siglo después, entre tres mil y cuatro mil familias de Damour se han reasentado en la zona. Según Béchara el-Khoury, miembro electo del consejo municipal local, se trata de "aproximadamente un tercio de los habitantes de la aglomeración urbana". La guerra ha durado demasiado tiempo y, al no poder regresar a sus hogares, muchos se han instalado en otros lugares", añade el concejal municipal, que también lamenta que no se haya emprendido ningún proyecto de desarrollo, lo que ha convertido a la ciudad en "una tierra muerta". También hay que señalar que una base militar palestina "inactiva" sigue inexplicablemente situada en Naamé, a pocos kilómetros de Damour.  

El convento de Notre-Dame de la Plaine está construido en las primeras colinas desnudas sobre la ciudad, en su extremo sur. Es un gran edificio, algunas de cuyas alas aún esperan los fondos necesarios para terminarse. Además, el complejo, que en el futuro podría albergar un centro de fisioterapia y clínicas, está construido en un terreno donado por Asma Goraieb y financiado por los filántropos y benefactores de la comunidad.

Para la ocasión, los fieles y religiosos presentes, entre ellos Thérèse Roukoz, superiora de la Congrégation des Soeurs Basiliennes Salvatoriennes N. D. De l'Annonciation, rodeada de unas cuarenta monjas y algunos monjes, presenciaron ese día una liturgia inusual: la dedicación del altar. La ceremonia tenía todas las características de un "bautismo", explicó el obispo. Incluía: el lavado de la superficie; la unción de los cuatro lados con óleo santo; la inserción de una reliquia en una cavidad de la superficie; el sellado con cera de una vela; la colocación del altar con dos manteles y un borde con muescas; la instalación de la Cruz.

En su homilía, el obispo Bacouni recordó que, antes de 1975, Damour contaba con una parroquia greco-católica y una iglesia, que hoy sigue en ruinas, confirmando indirectamente las palabras del consejero sobre una guerra inacabada y sin resolver. ¿Por qué? Porque "esta región no nos pertenece", asegura un diputado, bajo condición de anonimato. Pero, ¿qué significa una región "que pertenece" a los cristianos? Una región donde son mayoría y donde tienen poder de decisión. Pero, ¿es eso todo lo que es la Iglesia? ¿No es también la "levadura buena" que hace crecer y desarrollarse a toda la sociedad a través de su código de conducta, su fe en Cristo y su benevolencia?

El Arzobispo de Beirut lo subrayó con su característica familiaridad de tono, al centrar su homilía en la epístola de San Pablo, en la que el Apóstol exhorta a los fieles a "no inquietarse", sino a presentar a Dios todas sus súplicas "con acción de gracias". En otras palabras, agradecer de antemano a Dios las gracias que va a conceder y mostrar al mundo un rostro sereno y alegre, en lugar de cerrado y hosco.

Al discurso del arzobispo seguirá finalmente un breve discurso de Christine Thomi, delegada de su asociación para participar en la ceremonia. Hemos sabido que se trata del primer altar del Líbano dedicado a San Nicolás de Flüe, y probablemente el primero del mundo dedicado a él y a Dorotea. ¿No podría ser éste el signo de vida y renovación esperado por el alcalde de la ciudad? Está escondido en un convento de Damour como una discreta promesa de resurrección para una parroquia diezmada por la guerra, pero de la que queda una cepa de santidad de la que todo volverá a florecer.

 

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