12/12/2015, 00.00
COREA DEL SUR
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Corea, fue inaugurado el Sínodo de Daejeon: “Juntos para mejorar nosotros mismos y la Iglesia”

El obispo, Mons. Lazzaro You Heung-sik, inauguró el trabajó sinodal para “renovar la llamada de los pastores y del pueblo de Dios, caminar hacia Cristo en armonía y confrontarnos con nuestros problemas con honestidad”. El desarrollo del trabajo se prolongará por tres años, y la clausura será en simultáneo con el Jubileo de la diócesis.

Daejeon (AsiaNews) –  Un Sínodo diocesano “para volver a poner a Dios -y no al dinero- en el centro de nuestras vidas, para mejorar la relación entre nosotros y para estimular a la Iglesia de Corea a reflexionar sobre sí”. Es el espíritu que anima a la diócesis de Daejeon, cuyo obispo anunció el encuentro sinodal el pasado 8 de diciembre de 2015. En una carta enviada a todos los fieles, que transcribimos en forma completa, Mons. Lazzaro You Heung-sik pie al pueblo “renovar la llamada de los pastores y del pueblo de Dios, caminar hacia Cristo y confrontarnos, con honestidad, con nuestros problemas”.


Queridos hermanos y hermanas, religiosos, sacerdotes de mi diócesis:

Hoy es el primer día del Jubileo de la Misericordia, que el Papa Francisco ha proclamado a partir de hoy y hasta el 20 de noviembre de 2016. En este día, quisiera, asimismo,  anunciar el Sínodo de nuestra diócesis, a fin de que ésta pueda renacer en el Espíritu Santo. 

El significado de Sínodo deriva de dos término: syn y hodos, es decir, "marchar juntos por el camino". Este significado nos hace pensar en la ‘sinodalidad’. El Sínodo hace de tal manera que nosotros podemos ver y sentir la invisible koinonia de la Iglesia, nos hace actualizar la koinonia en nuestra vida presente. Por lo tanro, el Sínodo es como un camino para nosotros, en el cual podemos andar para unirnos en Cristo. 

A través del Sínodo caminamos juntos en Cristo, percibimos nuestras dificultades en la fe y en la Iglesia, desarrollamos los problemas con los que nos hemos encontrado en nuestra vida cristiana. El Sínodo nos ayuda para que nuestra vida pueda estar más cerca de Cristo. Debemos también convencernos de que el Espíritu Santo está siempre junto a nosotros, y que nos torna unidos a través de nuestro Sínodo.  

Como en el concilium, es el Espíritu Santo quien prepara el Sínodo y lo hace progresar de modo que pueda dar frutos. Hasta ahora, he pensado muchas veces en las dificultades que se harán presentes en el curso de nuestro trabajo sinodal: hay tanto trabajo por hacer, las relaciones que correrán el riesgo de empeorar a causa del Sínodo, el ansia que esta cita trae aparejada... 

Sin embargo, a través de la oración, hace ya mucho tiempo que llegué a entender que debemos hacer este Sínodo, a través del cual caminaremos juntos. Cuando preparé la Jornada asiática de la junevntud, el año pasado, no pensaba en invitar al Papa Francisco. 

Pero con el correr del tiempo nació y fue creciendo, la esperanza de tener al Papa con nosotros. Luego, esta esperanza se convirtió en una pasión, y esta pasión hizo de tal manera que el Papa Francisco, finalmente, vino. Sin las oraciones de nuestros mártires,  vuestras oraciones y vuestro compromiso, hubiera sido imposible celebrar la Jornada con el pontífice. 

¿No hemos encontrado ya, por lo tanto, a Dios, que nos ha llevado a rezar al Espíritu Santo por los demás durante la preparación de la Jornada, y nos hizo hacer el bien a través de todos? Ciertamente, y entonces me persuado de que nuestro Sínodo irá tal como fue la Jornada de la Juventud.

En la oración miro también nuestra situación actual: "en este momento, ahora". Vivimos con una falsa fe que se confia a la ciencia y a la economía, como instrumentos con los cuales se pueden resolver todos los problemas del ser humano: el clima, la desocupación de los jóvenes, la brecha entre ricos y pobres, nuestra moral...

Hoy por hoy, el dinero, con el cual se pueden adquirir nuevas técnicas, nos gobierna: nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestras acciones, nuestra economía, nuestra acción en el plano militar, nuestra diplomacia, etc. El dinero se ha vuelto una gran potencia. Y vemos la caída de las vocaciones al sacerdocio y a la vida religiosa. 

Debemos hacer actuales las palabras y los hechos que Francisco nos ha mostrado. Debemos vivir el año del Jubileo de la Misericordia y tornar actual el espíritu de la ‘Laudato si’ en  nuestra vida. Debemos realizar nuestro amor y nuestra vocación a compartir con los demás por medio de la reconciliación y del perdón en nuestra situación, en la cual Corea sigue aún dividida. 

A causa de esas situaciones y de estos problemas actuales, siento fuertemente que el Espíritu Santo nos indica que debemos hacer el Sínodo de nuestra diócesis. Cómo podemos entender la relación entre ciencia y fe, cómo podemos actualizar la misión para nuestros jóvenes, cómo se puede encontrar la fe en medio de la desacralización de la sociedad, cómo se pueden resolver el peligro y los problemas que se presentan a nuestras familias, cómo puede, la Iglesia, encontrar a las demás religiones que participan de nuestra cultura, cómo se puede convivir con culturas diversas, cómo se pueden tornar nuevamente vivos los espíritus de los mártires...

El Sínodo es el camino sobre el cual marcha el pueblo de Dios, es decir, la Iglesia. Los fieles, los religiosos y sacerdotes deben escucharse unos a otros. Si hay alguien que ha sufrido una herida en el corazón a causa de mi pensamiento y de mi acción, debo pedirle perdón, porque Nuestro Señor Jesús está con él. El Sínodo nos hace abrir nuestros oídos, como un camino espiritual que nos hace compartir los corazones, una via sobre la cual se afirma la alegría del Evangelio. 

Seguramente habrá muchas dificultades en el desarrollo de nuestro Sínodo, pero, sin embargo, si estamos juntos y todos unidos, podemos marchar por este camino. Creemos que el Espíritu Santo está con nosotros y no conduce por este misterioso camino, y comenzamos a rezar por nuestro Sínodo. Todo es posible en la gracia del Espíritu Santo. 

¡Vayamos juntos! Si estamos juntos, podemos sentir la alegría y la paz a través del Sínodo. Nuestra figura ‘cambiada’ se volverá como un perfume en nuestra Iglesia y fuera de la Iglesia. ¡Recemos y caminemos! Sin miedo, recojamos nuestros corazones y marchemos juntos. Comencemos a preparar nuestro Sínodo, que es un camino en el cual estamos juntos. Gracias. 
 

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