Dalai Lama: hacia la sucesión. Pero Beijing sigue queriendo imponer la suya
En vísperas de sus 90 años, el Dalai Lama ha anunciado que será el Gaden Phodrang Trust quien reconocerá su próxima reencarnación, manteniendo las tradiciones religiosas y excluyendo cualquier intervención de Beijing. Sin embargo, China ha respondido inmediatamente reivindicando el control sobre el proceso: se anticipa un futuro con dos Dalai Lamas y una fuerte crisis de legitimidad que podría transformarse en un conflicto geopolítico más amplio.
Dharamsala (AsiaNews) – En vísperas de su 90º cumpleaños, el 6 de julio, el Dalai Lama ha emitido una serie de declaraciones sobre la sucesión, desafiando abiertamente las pretensiones de China de controlar el Tíbet. “La institución del Dalai Lama continuará incluso después de mi muerte”, afirmó hoy el líder espiritual del budismo tibetano, poniendo fin a las especulaciones de que pudiera ser el último en ocupar ese cargo.
En su mensaje, el Dalai Lama afirmó que solo el Gaden Phodrang Trust (una entidad sin fines de lucro fundada por él en 2015 para gestionar los asuntos espirituales e institucionales del Dalai Lama) tendrá la autoridad para reconocer la próxima reencarnación según las antiguas tradiciones religiosas tibetanas: “Nadie más tiene autoridad alguna para interferir en este asunto”, declaró. Su sucesor, como ya había reiterado previamente en su último libro, publicado en marzo, nacerá en el “mundo libre”. Una perífrasis para excluir los territorios bajo el control chino.
La respuesta de China no se hizo esperar. La portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores, Mao Ning, reiteró que “la reencarnación del Dalai Lama debe ser aprobada por el gobierno central”, y citó una práctica introducida en la era Qing en el siglo XVIII, que consiste en extraer el nombre de una urna dorada. Beijing afirma que garantiza la libertad religiosa, pero mantiene estrictas regulaciones sobre los asuntos religiosos y sobre las formas de reencarnación de los ‘Budas vivientes’. De hecho, es probable que en algún momento haya dos Dalai Lamas: uno elegido por Beijing y el otro por el Gaden Phodrang Trust.
Los Dalai Lamas son la guía espiritual del pueblo tibetano porque se los considera encarnaciones de Chenrezig, el bodhisattva de la compasión. La tradición establece que sólo después de la muerte del Dalai Lama un grupo de monjes interpreta signos, sueños y presagios para identificar al niño que representa su reencarnación, un proceso que puede llevar años. Antes de las recientes declaraciones del Dalai Lama se creía que la designación del sucesor podría ocurrir incluso antes de su muerte. De esta manera se alargarían los tiempos para designar a la próxima autoridad espiritual y, quizás, las autoridades tibetanas y chinas podrían entablar un diálogo.
El actual Dalai Lama, Tenzin Gyatso, nació en 1935 en una familia campesina del noreste del Tíbet. Fue reconocido como el 14º Dalai Lama cuando tenía solo dos años y asumió el pleno poder espiritual y político a los 15 años. Después de la sangrienta represión china del levantamiento de Lhasa en 1959, huyó a la India, donde todavía vive en el exilio, en Dharamsala. Allí fundó un gobierno democrático, la Central Tibetan Administration (CTA), y al mismo tiempo renunció progresivamente al poder político, fortaleciendo en cambio las instituciones capaces de sobrevivir a su figura.
Beijing nunca ha dejado de calificarlo como “separatista” y “un exiliado político que enmascara actividades antichinas bajo una cobertura religiosa”. En el Tíbet está prohibido exhibir su imagen o manifestar públicamente devoción hacia él y, al mismo tiempo, desde la década del '90 en los monasterios se ha impuesto una “educación patriótica” para poner freno a los movimientos independentistas. En este momento, incluso en inglés, es cada vez más común el uso del término "Xizang" - que corresponde a la definición en chino mandarín - para referirse al Tíbet, al que sólo se puede viajar con un visado especial y guías turísticos autorizados por China.
La obstinación de Beijing por controlar la sucesión religiosa no es nueva. Por el contrario, ya ha sentado un precedente que pronto podría conducir al desdoblamiento de la guía espiritual del budismo. En efecto, junto con el Dalai Lama hay un Panchen Lama, segunda autoridad religiosa en el Tíbet. Tras la muerte del 10º Panchen Lama en 1989, el Dalai Lama reconoció a un niño de seis años como su reencarnación en 1995. Pero pocos días después el niño y su familia desaparecieron y China nombró a otro Panchen Lama, alineado con el Partido Comunista y que recientemente se reunió con el presidente Xi Jinping. No se puede excluir que Beijing vuelva a aplicar esta estrategia con la futura reencarnación del Dalai Lama.
Según algunos expertos, se avecina una crisis de legitimidad sin precedentes en la que ninguna de las partes estará dispuesta a ceder, reabriendo un nuevo frente de tensión internacional.
La cuestión, de hecho, también tiene fuertes implicaciones geopolíticas. La India, que ha acogido al Dalai Lama y a más de 100 mil budistas tibetanos, siempre ha mantenido una posición prudente para no agravar las tensiones con China. Sin embargo, muchos observadores consideran que es difícil que Nueva Delhi acepte una designación impuesta por Beijing.
Estados Unidos, en cambio, ha adoptado una posición clara: con la Tibetan Policy and Support Act de 2020, Washington se ha comprometido a sancionar a los funcionarios chinos que interfieran en la sucesión del Dalai Lama, elevándola al nivel que una violación de la libertad religiosa.
Foto: The Office of the Holiness the Dalai Lama/Tenzin Choejor
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