León XIV sobre la parábola de los trabajadores en la viña: 'Jesús no hace graduaciones'

En la audiencia de hoy, frente a 35.000 fieles en la Plaza de San Pedro, Prevost continuó la catequesis jubilar sobre "Jesucristo nuestra esperanza". La parábola del Evangelio de Mateo es "un relato que alimenta nuestra esperanza". A los jóvenes: "No posterguen, pónganse manos a la obra, porque el Señor es generoso y no se sentirán defraudados".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - El Papa León XIV fue aclamado por aproximadamente 35.000 personas de todos los continentes, reunidas en la Plaza de San Pedro esta mañana para la audiencia general del miércoles. Antes de comenzar su reflexión, el Papa realizó un amplio recorrido en el papamóvil, ofreciendo bendiciones y recibiendo regalos. Desde el atrio continuó el ciclo de catequesis para el Jubileo, sobre el tema “Jesucristo nuestra esperanza”. El tema central de hoy fue la parábola de los trabajadores de la viña (Mt 20, 1-16), “un relato que alimenta nuestra esperanza”. “El Señor nos recuerda […] que nuestra vida es valiosa, y Él quiere ayudarnos a descubrirlo”.

Así como los obreros esperan en la plaza del mercado que los llamen para hacer un trabajo, de la misma manera nosotros a veces “tenemos la impresión de que podemos encontrarle sentido a nuestra vida; nos sentimos inútiles, inadecuados”, señaló el Papa. Y así como el tiempo pasa para ellos, el tiempo también pasa para nosotros, y puede suceder que sigamos sintiendo que no somos “reconocidos ni valorados”. “La metáfora de la plaza del mercado también es muy adecuada para nuestros tiempos”, continuó. “Donde lamentablemente se compra y se vende incluso el afecto y la dignidad”, y se corre el riesgo de “malvenderse al primer postor”.

En la parábola que cuenta el evangelista Mateo hay un personaje que tiene un “comportamiento fuera de lo común”: el dueño de la viña. Él va personalmente a buscar a los operarios. “Evidentemente quiere establecer con ellos una relación personal”, dijo el pontífice. Él va a buscar "a los que esperan darle un sentido a su vida”, sin cansarse, y sigue hasta la noche, cuando ya casi ha terminado la jornada laboral. Y a esa hora encuentra a los obreros que ya habían “perdido toda esperanza”. “Incluso cuando nos parece que podemos hacer poco en la vida, siempre vale la pena - dijo Prevost -. Siempre existe la posibilidad de encontrarle sentido, porque Dios ama nuestra vida”.

La “originalidad” del patrón también se manifiesta en el momento de la paga, al final del día. En efecto, él se había puesto de acuerdo con los trabajadores de la mañana por un denario. A los demás les daría “lo que es justo”. “Es precisamente aquí donde la parábola vuelve a provocarnos: ¿qué es lo justo? Para el dueño de la viña, es decir, para Dios, es justo que cada uno tenga lo necesario para vivir - explicó el Papa -. Él personalmente llamó a los trabajadores, conoce su dignidad y en base a ella quiere pagarles. Y les da a todos un denario”. Los obreros “de la primera hora” quedan previsiblemente decepcionados, porque son incapaces de reconocer la “belleza” en el gesto del dueño.

Él “no fue injusto, sino simplemente generoso, no solo tuvo en cuenta el mérito, sino también la necesidad. Dios quiere dar a todos su Reino, es decir, la vida plena, eterna y feliz”, dijo León XIV. “Y así hace Jesús con nosotros: no hace graduaciones, a quien le abre el corazón se entrega por completo”. Sobre la tentación de “trabajar” tarde, visto que la recompensa sería la misma, Prevost citó a San Agustín: “Cuida de no impedirte a tí mismo, por postergar las cosas, lo que Él te dará según su promesa”. El pontífice se dirigió luego a los jóvenes: “¡No posterguen las cosas, pónganse manos a la obra, porque el Señor es generoso y no se sentirán defraudados!”.