28/10/2021, 11.50
RUSIA-BIELORRUSIA
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Peligra la unión entre Moscú y Minsk

de Vladimir Rozanskij

El cierre del proceso de integración entre los dos países podría aplazarse. Los rusos critican a su contraparte por la crisis migratoria. La realidad es que antes de asumir las deudas de Bielorrusia, Putin quiere la cabeza del líder de Minsk, Lukashenko.

Moscú (AsiaNews) - Para el mes de noviembre, Bielorrusia y la Federación Rusa habían programado la conclusión de los acuerdos para establecer su unión. Falta poco más de una semana para que finalice el plazo, pero los dos gobiernos aún no han hecho ningún anuncio oficial al respecto. Como en el pasado, la integración parece estar sujeta a varias contradicciones, y la firma del entendimiento podría aplazarse nuevamente.

El 4 de noviembre, Día de la Unidad Nacional rusa, debería reunirse el Consejo Supremo de Estado de ambos países, que reúne a parlamentarios y delegados de Minsk y Moscú, tal y como se acordó tras la última reunión entre Aleksandr Lukashenko y Vladimir Putin el 9 de septiembre. En esa ocasión, los dos líderes acordaron 28 programas de integración económica.

Tras confirmar a fines de septiembre la agenda programada, los encuentros entre ambas partes sufrieron algunas limitaciones debido al agravamiento de la situación epidemiológica en sus respectivos países. Rusia está prácticamente bloqueada por un nuevo cierre. Putin decretó la suspensión de las actividades laborales durante toda la primera semana de noviembre, lo que no ha causado ningún estruendo: en Rusia, los festivos de noviembre suelen ir acompañados de varios feriados "puente"-como sucede en mayo, por el Día de la Victoria.

Sin embargo, más allá de las restricciones sanitarias, parece haber varios motivos de incomprensión entre los dos socios. El culmen fue la ofensiva expresión del canal de Telegram "Cartas a su hija", muy cercano al Presidente Lukashenko: el 24 de octubre describió a Putin como "un viejo con botox" en lugar del habitual mote "hermano oriental". La burda denigración del presidente ruso parece ser una represalia por las críticas de la televisión rusa a Lukashenko a raíz de la crisis migratoria en la frontera bielorrusa. No obstante, al día siguiente, fuentes presidenciales en Minsk difundieron la versión de que el comentario "se referían a Biden, no a Putin".

Esta pequeña guerra informativa no es más que el colofón de una serie de rencores mutuos que surgieron en las últimas semanas. Primero, la ausencia de Putin en la cumbre de Minsk de la Unión de Países Independientes, una estructura postsoviética a la que Lukashenko tiene especial cariño por los lazos euroasiáticos que le garantiza. Por su parte, el presidente bielorruso se negó a recibir al ministro de Asuntos Exteriores ruso Lavrov en su visita a Bielorrusia.

Y no solo eso. La última reunión entre las delegaciones de los dos ministerios de Defensa culminó con la publicación de dos comunicados divergentes: el ministro ruso Sergei Šojgu anunció la apertura de dos bases militares de Moscú en territorio bielorruso; su homólogo bielorruso afirmó que solo se discutió el tema. Un sondeo difundido en Rusia asegura que Lukashenko no goza de la simpatía de sus conciudadanos, y el acuerdo sobre el suministro de gas sigue pendiente.

A pesar de todas las garantías de Lukashenko, a Moscú parecen molestarle las posiciones bielorrusas sobre la crisis migratoria, que tampoco ayudan a la estabilidad interna de Minsk. El "batka" (padrino) bielorruso no es ajeno a maniobras similares ante la perspectiva de una sumisión permanente a Moscú, tras rimbombantes anuncios de histórica y gloriosa unión. El riesgo de un colapso económico de Bielorrusia lo obliga a seguir en el juego de la unión. Pero la realidad es que Rusia pretende asumir algo más que las deudas de Lukashenko.

Cada vez es más evidente que la condición fundamental para un acuerdo entre los dos países es la destitución de Lukashenko. El líder bielorruso reacciona de forma desquiciada y no tiene ninguna intención de dar un paso al costado. Moscú mantiene el control de su cartera, concediendo al reticente socio el crédito justo para mantenerse a flote, y posponiendo los grandes planes hasta hallar la solución definitiva, que en este momento podría posponerse indefinidamente.

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