09/03/2016, 13.42
SIRIA
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Caritas Siria: El país corre el riesgo de estallar y de arrastrar consigo a Europa

Sandra Awad, responsable de comunicaciones del ente católico, narra la pérdida de un voluntario, que fue asesinado por las bombas, así como los sufrimientos cotidianos de una población cada vez más empobrecida. La paz debe surgir desde “el interior” y la misericordia es una necesidad “cada vez más necesaria”. Los proyectos educativos y de asistencia para los indigentes, los ancianos y niños.

Damasco (AsiaNews)-  En Siria “parece que se está dentro de una olla a presión. Una olla a presión que estalló hace un año con toda su fuerza, y sus esquirlas han comenzado a afectar incluso a los países occidentales. Desde el verano de 2015 miles de inmigrantes han comenzado a acercarse a las costas de Europa y sólo desde entonces la política internacional y los gobiernos mundiales han intentado buscar una solución política; pero aquí la gente ya hace años que sufre por el conflicto”. Es cuánto narra a AsiaNews Sandra Awad, responsable de Comunicación en Caritas Siria, 38 años, casada y madre de dos hijos, que vive en su propia piel el drama de la guerra. “Que se hable de paz -agrega- es un hecho importante, pero disgusta ver que la paz en Siria es tan sólo un elemento de auto-protección, y no la voluntad de ayudar a la población exhausta y aniquilada”.

Antes del próximo 14 de marzo, debería iniciarse una nueva serie de coloquios de paz sobre Siria. El enviado especial de la ONU, Staffan de Mistura, está preparado para recibir a las distintas delegaciones para los coloquios “indirectos”, si bien pesa el temor de un nuevo fracaso. El perdurar del “cese de las hostilidades” entre el ejército gubernamental y el frente de oposición (variado y multiforme) es uno de los objetivos primarios, no obstante en las últimas horas hayan sucedido ataques que hacen vacilar la tregua. Cinco años de conflicto han causado ya más de 270.000 muertos y una crisis humanitaria sin precedentes; pero la tregua parcial de estas semanas contribuyó a disminuir el número de víctimas entre los civiles.

“Es muy importante- subraya el vocero de Caritas- que la comunidad internacional haya comenzado a hablar de la paz. Sin embargo, ella debe salir del interior de Siria misma, del corazón del pueblo sirio y no de mesas redondas de políticos extranjeros”. Mientras tanto, las condiciones del país se vuelven cada vez más difíciles: según estudios del Syrian Center for Policy Research la tasa de pobreza alcanzó el 85,2% a fines del año 2015. El 69,3% vive en condiciones críticas (no logra satisfacer las necesidades primarias) y un 35% de la población cayó en la pobreza más absoluta.  

“Frente a los programas de ayuda- cuenta Sandra Awad- y del gran esfuerzo realizado por Caritas, no tenemos recursos suficientes para enfrentar el alto nivel de pobreza. Se necesita apoyo material y espiritual”. El ente católico en Siria nació en 1954 y se distinguió por la ayuda a los refugiados iraquíes que huían de la guerra a principios de la década del noventa. “Con el inicio del conflicto sirio -prosigue la activista católica- Caritas comenzó a a expandir sus actividades, ayudando al mayor número de personas posible, sin hacer distinción de sexo, religión, raza, doctrina. Operadores y voluntarios cubren hoy seis áreas: Damasco, Alepo, Homs, la zona costera, Hassakeh y Horan”.

En 20015, con el intensificarse de la crisis y el creciente número de evacuados y necesitados, Caritas logró ayudar a más de 205.000 personas distribuyendo comida, artículos de primera necesidad, ropa, vajilla, frazadas, detergentes; pagan alquileres y brindan asistencia médica (remedios, operaciones, consultas) y también proyectos educativos para los niños y ayuda a los ancianos. Además, en la situación de guerra, Caritas está en primera línea en las ayudas, contando con decenas de voluntarios y operadores, desde una perspectiva de “amor, caridad y compartir” los sufrimientos, que caracterizan su trabajo.

En estos años no faltaron momentos de crisis y sufrimiento, como sucedió recientemente con la muerte de un joven: “La noche del 13 de febrero pasado- cuenta la responsable de Caritas- uno de nuestros voluntarios del sector de Educación y proyectos educativos, Elías Abiad, fue muerto por un disparo de mortero. Elías era un joven muy amigable y activo, capaz de trasmitir alegría y amor, siempre era el primero en llegar a nuestra sede”. Un colega de nombre Malakeh dijo sobre él: “Él era una persona capaz de hacernos reir y de consolarnos en cada momento de la vida. Aún hoy, es como si sintiéramos la presencia de su alma alrededor nuestro. Hemos querido poner una foto suya en nuestra oficina para recordar su sonrisa, su alegría y el amor que sabía trasmitir”.  

Y cambió también la relación entre la población y el conflicto mismo: “Al inicio de la guerra, cuando escuchábamos el ruido de las bombas-explica Sandra Awad- nos asustábamos. Nos encerrábamos en casa, dejando de hacer cualquier tipo de actividad. Hoy, a seis años de distancia, la gente está acostumbrada a estos ruidos y continúa impertérrita su vida. Cuando llega un disparo de mortero, después de pocos minutos la gente vuelve a la calle, como si nada hubiera pasado”. Lo que se ve desde afuera es gente “valiente” que quiere continuar viviendo “a pesar de los peligros”. Pero yendo a lo profundo de los corazones “verán que cada disparo de mortero es una herida al corazón…Nuestras calles están llenas de marcas de disparos de mortero, de agujeros, ¡igual que nuestros corazones!”.

En un país martirizado por la violencia y por el conflicto, el Jubileo de la Misericordia  iniciado y convocado por el Papa Francisco asume un valor aún más profundo: “La misericordia- subraya la activista de Caritas- es tanto más necesario para nuestro país, necesitamos la misericordia de todo el mundo, tenemos necesidad del apoyo de todos aquí, porque sólo así podremos lograr apagar las llamas del conflicto, sin culparnos más el uno al otro”. “Es más, es necesario gritar fuerte la verdad, contar sobre las mujeres y los hombres que están sufriendo de una manera tremenda, detener las sanciones que provocan hambre en el país, que están haciendo ricos a los que ya son ricos, y aún más pobres a los que ya son pobres. Ejercer presiones sobre nuestro gobierno y sobre las potencias mundiales- concluye- para que pongan fin a la guerra, que paren de enviar armas a los yihadistas y que nos ayuden a reconstruir nuestra nación”.

 

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