27/09/2015, 00.00
VATICANO - EE.UU.
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El Papa en los EE.UU.: vale la pena luchar por la familia, "fábrica de la esperanza"

Francisco en la "Fiesta de las familias". "Toda la belleza, toda la verdad, todo el amor Dios lo ha dado a la familia". "El esposo y la esposa quizá pelean. Los niños dan problemas. Por no hablar de la suegra". " Pero en la familia hay siempre vida, porque el amor de Dios abre la puerta a la vida. Por esto, la familia es una fábrica de esperanza, fábrica de vida y fábrica de resurrección".

Filadelfia (AsiaNews) - Vale la pena luchar por la familia, que es "fábrica de esperanza", aunque hay dificultades", las peleas, la "fatiga". Y si "no hay familias perfectas, esto no debe desanimarnos" Lo dijo el Papa Francisco durante la "Fiesta de las familias" y la vigilia de oración, en Filadelfia, la última etapa del viaje a los EE.UU..

Una fiesta hecha de testimonios, cantos y bailes – habían estado Aretha Franklin y Andrea Bocelli – ha tenido Francisco en su primer contacto con miles de participantes de todo el mundo en el octavo Encuentro Mundial de las Familias, cuyo tema es “Love is our mission: the family fully alive” (El amor es nuestra misión: la familia está plenamente viva). Una fiesta en la que testimonios como Amy Wall curada de la sordera a través de la intercesión de la Santa de Filadelfia, Catalina María Drexel, los australianos Camillus y Kelly quienes se casarán en noviembre, Mario y Rosa que en Argentina acaban de celebrar el 60 aniversario de matrimonio y Gianna Emanuela Molla, hija de Santa Gianna Beretta Molla, quien junto con San Juan Pablo II es patrona del encuentro. Y después de su discurso, el Papa ha "completado" un mural. En el escenario que era, de hecho, tres paneles de un mural gigante, en el cual hombres, mujeres, niños y ancianos han trabajado todo el verano, y que ha sido montado en el frente de la escuela "San Malaquías". El Papa ha completado el trabajo al dar la última pincelada y la colocación de su firma.

En este clima, el Papa dejó de lado el texto que tenía preparado, e improvisó un discurso centrado en el amor a Dios, la belleza, la verdad y la familia. "Vale la pena luchar por la familia", dijo, porque "la sociedad crece buena, fuerte y sólida si crece en la bondad y el amor de la familia". "Toda la belleza, toda la verdad, todo el amor, Dios lo ha dado a la familia". "La familia tiene una tarjeta de identidad divina - continuó -. La tarjeta de identidad que Dios le ha dado a la familia, para que en su seno crezcan la verdad, el amor y la belleza".

El Papa recordó una pregunta que una vez le hizo un niño: "¿Qué hacía Dios antes de crear el mundo"? "Antes de la creación del mundo, Dios amó, porque es amor". "Un amor tan grande y abrumador" "que creó el mundo". Una maravilla, que estamos también "destruyendo". "Dios ha dado todo" al hombre. "Todo el amor que Dios tiene en sí, toda la belleza que Dios tiene en sí, toda la verdad que Dios tiene en sí mismo, lo entrega a la familia". Y una familia es verdaderamente tal, cuando es capaz de "abrir los brazos" y recibir todo este amor. "El amor se aprende, el amor vive, el amor crece "trabajándolo” de acuerdo a las circunstancias de la vida, que cada familia en particular atraviesa. El amor nace y se desarrolla siempre entre la luz y la sombra".

"Padre - dijo – se le dice porque no es un 'solterón'". Marido y mujer - añadió - tal vez pelean. Los niños dan problemas. ¡Y no hablemos de la suegra!". "Pero siempre hay vida en la familia, porque el amor de Dios abre la puerta a la vida. Por lo tanto, la familia es una fábrica de esperanza, fábrica de vida y fábrica de resurrección".

Francisco entonces ha vuelto a insistir en el cuidado de los niños y los ancianos. "Los jóvenes son la fuerza, el futuro, los ancianos tienen memoria. Un pueblo que no puede tomar el cuidado de los niños, que no puede tomar el cuidado de las personas mayores es un pueblo sin futuro, porque no tiene la fuerza y ​​no tiene la memoria para seguir adelante". "¡Cuidemos la familia, defendamos la familia - concluyó -, porque se juega nuestro futuro!". Y antes de la bendición oremos a María e invocamos la protección de San José por las familias para que "nos ayuden a creer que vale la pena luchar por la. familia".

En el discurso que había preparado, y que se da por leído, el Papa, entre otras cosas, afirmó que "Los cristianos admiramos la belleza y cada momento familiar como el lugar donde de manera gradual aprendemos el significado y el valor de las relaciones humanas. «Aprendemos que amar a alguien no es meramente un sentimiento poderoso, es una decisión, es un juicio, es una promesa» (Erich Fromm, el Arte de amar). Aprendemos a jugárnosla por alguien y que esto vale la pena”-

“Jesús no fue un «solterón», todo lo contrario. Él ha desposado a la Iglesia, la ha hecho su pueblo. Él se jugó la vida por los que ama, dando todo de sí, para que su esposa, la Iglesia, pudiera siempre experimentar que Él es el Dios con nosotros, con su pueblo, su familia. No podemos comprender a Cristo sin su Iglesia, como no podemos comprender la Iglesia sin su esposo, Cristo-Jesús, quien se entregó por amor y nos mostró que vale la pena hacerlo.

Jugársela por amor, no es algo de por sí fácil. Al igual que para el Maestro, hay momentos que este «jugársela» pasa por situaciones de cruz. Momentos donde parece que todo se vuelve cuesta arriba. Pienso en tantos padres, en tantas familias, a las que les falta el trabajo o poseen un trabajo sin derechos que se vuelve un verdadero calvario. Cuánto sacrificio para poder conseguir el pan cotidiano. Lógicamente, estos padres, al llegar a su hogar, no pueden darle lo mejor de sí a sus hijos, por el cansancio que llevan sobre sus «hombros».

Pienso en tantas familias que no poseen un techo sobre el que cobijarse o viven en situaciones de hacinamiento. Que no poseen el mínimo para poder construir vínculos de intimidad, de seguridad, de protección frente a tanto tipo de inclemencias.

Pienso en tantas familias que no pueden acceder a los servicios sanitarios mínimos. Que, frente a problemas de salud, especialmente de los hijos o de los ancianos, dependen de un sistema que no logra tomarlos con seriedad, postergando el dolor y sometiendo a estas familias a grandes sacrificios para poder responder a sus problemas sanitarios.

No podemos pensar en una sociedad sana que no le dé espacio concreto a la vida familiar. No podemos pensar en una sociedad con futuro que no encuentre una legislación capaz de defender y asegurar las condiciones mínimas y necesarias para que las familias, especialmente las que están comenzando, puedan desarrollarse. Cuántos problemas se revertirían si nuestras sociedades protegieran y aseguraran que el espacio familiar, sobre todo el de los jóvenes esposos, encontrara la posibilidad de tener un trabajo digno, un techo seguro, un servicio de salud que acompañe la gestación familiar en todas las etapas de la vida”.

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