11/02/2016, 16.30
RUSIA - VATICANO
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Francisco y Kirill, un encuentro que tiene muchas razones políticas y de fe (I)

de Ieromonaco Ioann

Luego de siglos de espera, a tan sólo una semana del anuncio, se realiza el sueño de Juan Pablo II y de Benedicto XVI. Entre las razones, el Patriarcado subraya la defensa de los cristianos que están siendo perseguidos por el fundamentalismo islámico y la secularización difundida, incluso en el mundo protestante. Una alianza “en contra”. Hay asimismo razones “políticas”: la preparación para el Sínodo Pan-ortodoxo y una indirecta bendición de Putin. Sectores conservadores del Patriarcado son contrarios a este encuentro “minimalista”.

Moscú (AsiaNews) – Mañana, 12 de febrero, Francisco verá realizado, en Cuba, el encuentro que fuera soñado por sus predecesores: Benedicto XVI y, sobre todo, Juan Pablo II. Es sabido que el encuentro del Papa de Roma con el Patriarca de Moscú, además de ser haber sido deseado y solicitado en reiteradas oportunidades, había sido antes preparado y al menos en dos ocasiones, se llegó a estar muy cerca de su actuación. Moscú, sin embargo, consideraba que no estaban dadas las condiciones para realizar dicho encuentro y las razones que aducía eran, sustancialmente, las acusaciones de proselitismo católico en Rusia y las relaciones conflictivas con los greco-católicos, sobre todo en Ucrania.

La permanencia de estos problemas –sobre todo el referido a los greco-católicos- fue subrayada el 5 de febrero en Moscú por el metropolita Hilarion, presidente del Departamento para las relaciones externas del Patriarcado de Moscú, en el curso de la conferencia de prensa en la cual la Iglesia rusa anunció oficialmente el encuentro en Cuba. Pocos días antes, el Patriarcado había reaccionado de manera tajante a un reciente documento en el cual la Iglesia greco-católica ucraniana expone su concepción ecuménica.  

No obstante ello, la nueva situación del terrorismo y del extremismo islámico, o más bien el hecho de que en varias partes del mundo “algunos extremistas están perpetrando un verdadero y liso genocidio de la población cristiana, requiere medidas urgentes y una mayor interacción entre las Iglesias cristianas”, según ha dicho el metropolita. “En la situación trágica actual, es necesario poner a un lado los desacuerdos y aunar esfuerzos para salvar al cristianismo en las regiones en las cuales está siendo sometido a tremendas persecuciones”.

 

Contra el islam agresivo

La primera razón para el encuentro entre los jedes de las dos Iglesias es una razón, por decir así, de defensa: ante un islam progresivo, o mejor aún, ante el terrorismo que se declara islámico, se hace necesario que los cristianos estén más unidos. En consecuencia, es necesario dejar a un lado las ofensas.

 

La segunda razón tiene, asimismo, un carácter “defensivo”. En los últimos decenios, para los ortodoxos se ha hecho cada vez más problemático tener “una mayor interacción entre las iglesias cristianas”, a causa del diverso modo de concebir la vida moral por parte de las Iglesias de la Reforma.  Las posturas éticas de la mayor parte de estas Iglesias, respecto a cuestiones como la homosexualidad, la manipulación genética, el sacerdocio femenino, la eutanasia, el aborto, vuelve extremadamente difícil la colaboración de los ortodoxos. No obstante las ofensas de la historia, pasada y presente, la Iglesia católica es, sin duda para la ortodoxa, un socio mucho más confiable que los protestantes. Lo era ya antes, desde un punto de vista canónico y dogmático, pero lo es también hoy, desde el punto de vista ético. Por ende, la dificultad común con el mundo protestante vuelve a acercar a la ortodoxia y al catolicismo.   

Una tercera razón para el encuentro, y para el hecho de que el mismo sea llevado a cabo ahora, ha de ser identificada con el próximo Concilio pan-ortodoxo, previsto para junio de este año. El patriarca Bartolomeo de Constantinopla está en óptimas relaciones con la Santa Sede; ha visitado Roma en reiteradas oportunidades y se ha encontrado con el Papa. El Concilio Pan-ortodoxo, como ha quedado demostrado por la reciente reunión de los Primados de las Iglesias locales en Chambésy, se perfila como algo que distará de ser simple, sobre todo en virtud de las tensiones entre Moscú y Constantinopla. En esta situación, Moscú, la Tercera Roma, quiere, ciertamente, llegar a una situación de mejores relaciones con la Primera Roma. No ha de olvidarse que uno de los argumentos a la orden del día del Concilio es el de las relaciones de la Ortodoxia con las demás Iglesias cristianas. Llegando al Concilio después de haber tenido el encuentro de Cuba, el patriarca Kirill puede esperar tener una mayor autoridad en la materia.

 

Putin, protector de la Cristiandad

El encuentro del jefe de la Iglesia rusa con el jefe de la Cristiandad occidental asume, quiérase o no, un gran significado político en el cuadro del actual aislamiento de Rusia. En un momento en el cual los gobiernos occidentales imponen sanciones a Rusia, y el gobierno ruso se refugia en un nacionalismo anti-occidental cada vez más extremo, las dos Iglesias dan una fuerte señal de que existe una voluntad de reacercamiento.

Ha sido dicho que el encuentro con el Papa fue “sugerido” al Patriarca Kirill por el Kremlin. Cualquiera habrá notado el hecho de que la última visita del presidente ruso al Vaticano fue seguida por una repentina visita, fuera de programa, del metropolita Hilarion a Roma. Sin duda, el encuentro de Cuba es bien apreciado por el gobierno ruso. En los últimos años, de manera cada vez más decidida, el presidente Putin se ha atribuido el rol de protector de la Cristiandad perseguida en el tablero mundial, y la intervención militar rusa en Siria se ha presentado como una reacción al genocidio de los cristianos. Vladimir Putin se presenta, al mismo tiempo, como un defensor de los valores cristianos en contraposición a un relativismo moral, al laicismo, al extremo liberalismo de la sociedad occidental. Dicha imagen del gobierno y del presidente ruso es, por otro lado,  frecuentemente vehiculada por algunos medios occidentales. Actualmente, el encuentro de Cuba parece dar casi un asentimiento papal implícito a esta imagen de la nueva Rusia, cual paladín de la Cristiandad y de los valores cristianos.  

Por otro lado, no ha de olvidarse que, en los años de la Guerra Fría, la Iglesia ortodoxa rusa, en sus relaciones ecuménicas, repetía todo cuanto el estado Soviético decía en el escenario internacional. La “lucha por la paz” era el eslogan que el Patriarcado de Moscú promovía, tanto en el Consejo ecuménico de las Iglesias, como en cualquier otro lado. Sin embargo, es innegable que el Patriarca Kirill ha intentado mantener una distancia y una autonomía respecto al Kremlin, por ejemplo, en lo que referente a la cuestión ucraniana.

El primer encuentro de la historia entre el obispo de Roma y el de Moscú se lleva a cabo al estilo “minimalista”: en un territorio neutral, en la otra punta del globo, y en un aeropuerto. El protocolo es severamente laico, recuerda al encuentro entre dos jefes de Estado (saludo, coloquio en privado, firma de una declaración común, presentación de las dos delegaciones) y no prevé ningún gesto religioso: ni concelebración, ni oración en común (ni siquiera el Padrenuestro). Al no estar prevista la presencia de nadie fuera de las dos delegaciones, los dos sucesores de los apóstoles no deberán impartir ninguna bendición común… ¡a menos que la pida Raúl Castro!

 

El “minimalismo” y el futuro

Este sorprendente “minimalismo” es una medida precautoria de la Iglesia rusa en virtud de las posibles reacciones negativas por parte de sus sectores más conservadores. Las razones que requieren la prudencia explican también por qué un encuentro histórico, que es esperado desde hace siglos, se realiza a tan solo una semana de su anuncio público.

En cuanto a la elección del lugar, además del hecho de que la distancia vuelve prácticamente imposible que haya reacciones visibles, como podrían ser manifestaciones y demás, hay varias interpretaciones al respecto. Cuba es, con seguridad, un lugar en el cual los rusos se sienten como en casa, pero es también conocido por la Santa Sede: ante todo por la vitalidad, que está siendo netamente retomada, de la Iglesia católica en la isla, y luego por el hecho de que desde 1988 hasta hoy, el país ha recibido la visita de tres Papas. Por último, por el “milagro” de la reconciliación de Cuba con los Estados Unidos, en el cual la diplomacia vaticana ha jugado un rol importante.  

Pero hay una lectura más positiva de la elección del lugar. Cuba es América Latina, y eso significa no sólo estar del «otro lado del mundo», lugar de donde, citando sus mismas palabras, proviene el Papa Francisco. América es el Nuevo Mundo, el continente de la esperanza. La antigua Europa ha sido escenario de demasiadas guerras entre los cristianos, es el continente que se ha visto más resentido por la división entre ellos. Encontrarse en el Nuevo Mundo (y además, en una isla que se autodefine como la “isla de la libertad”) puede ser signo de voluntad de una nueva vida, nuevas relaciones que no estén demasiado condicionadas por un pasado accidentado. Al anunciar el encuentro en el Departamento de las relaciones externas del Patriarcado, el metropolita Hilarion auspició que el mismo “pueda inaugurar una nueva página en las relaciones entre las Iglesias”.

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