25/01/2019, 13.29
PANAMA-VATICANO
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JMJ: Papa, jóvenes sean portadores de amor y constructores de puentes, no de muros

A los 250 mil presentes en la ceremonia de acogida, Francisco dijo que “encontrarse no significa mimetizarse, ni pensar todos la misma cosa o vivir todos iguales”. “Y esto es un criterio para distinguir a las personas: los constructores de puentes y los constructores de muros. Estos constructores de muros que siembran miedo tratan de dividir y de intimidar a las personas. Y ustedes en cambio quieren ser constructores de puentes”.

 

Panamá (AsiaNews)- Llevar al mundo la cultura del amor y del encuentro y ser por lo tanto “constructores de puentes y no de muros”. Es el primer mensaje del Papa Francisco a los 250 mil jóvenes que participan en la 43va Jornada de la Juventud, que tuvo ayer su “Ceremonia de acogida”.

Llegado a la 16.45 local (21.45 GMT) al Campo Santa María La Antigua (Cinta costera), Francisco fue recibido por 5 jóvenes vestidos con sus trajes tradicionales, provenientes de los 5 continentes mientras cantaban el himno de la JMJ 2019, ´”Háganse en mí, según tu palabra”. “Para mí se cumpla tu palabra”. Al Papa, luego, un grupo de atletas panameños le donó una estola blanca confeccionada en mola, tela artesanal realizada por los indios Gunas.

Cuatro jóvenes americanos luego han presentado a los 8 patrones de esta JMJ. Oscar Romero “pastor que acompaña” y el joven José Sánchez del Río, el caminador “con los pies desollados”. Y el humilde san Martín de Porres y Santa Rosa de Lima, primera santa de América. También san Juan Bosco, “regalo de luz para los jóvenes” y la beata sor María Romero, una vida consagrada a los pobres. También Juan Pablo II, que mostró al mundo “el rostro joven de Cristo” y Juan Diego, que en algunas rosas invernales recogidas la “Señora que nos trae la luz del Evangelio”.

“¡Qué bueno volver a encontrarnos -dijo como primer cosa Francisco- y hacerlo en esta tierra que nos recibe con tanto color y calor! Juntos en Panamá, la Jornada Mundial de la Juventud es otra vez una fiesta de alegría y esperanza para la Iglesia toda y, para el mundo, un enorme testimonio de fe. “Pedro y la Iglesia caminan con vosotros y queremos decirles que no tengan miedo, vayan adelante con esta energía renovadora y este deseo constante que nos ayuda y nos alienta a estar alegres y disponibles, más ‘testigos del Evangelio’. Vayan adelante no para crear una Iglesia paralela un poco más ‘divertida’ o ‘cool’ en un evento para jóvenes, con un poco de elementos decorativos, como si esto nos pudiese dejarlos contentos. Pensar así sería faltar el respeto a vosotros y a todo aquello que el Espíritu a través de vosotros nos está diciendo”

Citando el documento final del Sínodo sobre los jóvenes, Francisco dijo que los padres sinodales escribieron. “Queremos reencontrar y despertar junto a vosotros la continua novedad y juventud de la Iglesia abriéndonos a un nuevo Pentecostés”. Pero esto es posible sólo si, comentó el Papa, “sabremos caminar anunciando al Señor en el servicio a nuestros hermanos”, un servicio concreto, no “de figuritas”.

“Sé que llegar hasta aquí no ha sido nada fácil. “Venimos, pero como verdaderos discípulos que no tienen miedo de arriesgar y ponerse a caminar”. “Venimos de culturas y pueblos diversos, hablamos lenguas diferentes, usamos ropas diferentes. cada uno de nuestros pueblos vivió historias y circunstancias diferentes. ¡Cuántas cosas nos pueden diferencias! Pero, nada de todo esto nos impidió que pudiésemos encontrarnos y estar felices de estar juntos. Esto es posible porque sabemos que es algo que nos une, hay Alguien que nos hace hermanos”. “El verdadero amor” armoniza las diferencias “en una superior unidad”, mientras que “el padre de la mentira, prefiere un pueblo dividido y peleador, a un pueblo que aprende a trabajar junto”.

Encontrase - subrayó- no significa mimetizarse, ni pensar todos en la misma cosa o vivir todos iguales”. “Y este es un criterio para distinguir a las personas: los constructores de puentes y los constructores de muros. Estos constructores de muros que siembran miedo tratan de dividir y de atemorizar a las personas. Y ustedes quieren ser constructores de puentes”.

“Tenemos un sueño común”, aquel “por el cual Jesús dio su vida en la cruz”. Un sueño “llamado Jesús, sembrado por el Padre con la confianza que crecerá y vivirá en cada corazón”. Un sueño “que corre en nuestra venas, sube hasta el corazón y lo hace vibrar cada vez que escuchamos” las palabras de Jesús a los discípulos, en su “testamento”. “Ámense los unos a los otros. Como yo los amé, así ámense también los unos a los otros. De esto todos sabrán que son mis discípulos: si tienen el amor uno por los otros”. Francisco recordó que san Oscar Romero amaba decir: “El cristianismo no un conjunto de verdades que hay que creer, de leyes que hay que respetar o de prohibiciones. Visto así no tiene nada de atrayente. El cristianismo es Cristo”. Es, afirmó el Papa “llevar adelante el sueño por el cual Él dio la vida: amar con el mismo amor con el cual nos ha amado”.

A mantenernos unidos, prosiguió es “la certeza de saber que fuimos amados con un amor profundo que no queremos y no podemos callar y nos provoca a responder del mismo modo: con amor. Es el amor de Cristo el que nos empuja”. Un amor “que no se impone y no aplasta”, que “no margina y no nos obliga a callar”, que “no humilla y no nos subyuga”. Es el amor del Señor, “cotidiano, discreto y respetuoso”, “de libertad y para la libertad” que “cura y eleva”. “es el amor del Señor, que sabe más de subidas que de caídas, de reconciliación que de prohibiciones, de dar una nueva oportunidad que de condenar, de futuro que de pasado. Es el amor silencioso de la mano tendida en el servicio y en el donarse. No tengan miedo de amar, no tengan miedo de este amor concreto, de este amor que tiene ternura, de este amor que sirve, de este amor que da vida”.

“Esta Jornada -concluyó- no será fuente de esperanza para un documento final, un mensaje concordado o un programa que hay que seguir”. Los que transmiten esperanza son. dice dirigiéndose a los jóvenes “vuestros rostros” y “la oración”. Cada uno volverá a casa “con la nueva fuerza que se genera cada vez que nos encontramos con los otros y con el Señor”, para recordar y mantener vivo !aquel sueño que nos hace hermanos y que estamos llamados a no dejar congelar en el corazón del mundo”. “En cualquier lugar nos encontremos, cualquier cosa estemos haciendo, podemos siempre mirar a lo alto y decir: “Señor, enséñame a amar como tú nos has amado”.

 

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